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La mayor estaba muda desde hacía un buen rato

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La mayor estaba muda desde hacía un buen rato. Con la cabeza gacha, hombros tensos, muslos pegados y las manos inquietas sobre ellos, se mantuvo en un extremo del sofá deseando mentalmente que el techo de la casa volara y que unos alienígenas aparecieran y la hicieran levitar hasta su nave, así podría esconderse de la vergüenza que la estaba asediendo.

¿Que si había reconocido a la joven que había llamado a su puerta? Después de verla tan de cerca claro que lo había hecho; era la chiquilla que había vuelto su vida un caos años atrás. Pero, ¿por qué no pudo reconocerla con facilidad antes? Estaba algo diferente evidentemente.

Chaeyoung, por su parte, bebía comodamente el agua que se había servido de la jarra ubicada en la mesa ratona de cristal, con permiso previo por supuesto, con las piernas un poco entreabiertas y distendiendo los brazos de vez en cuando en el respaldo del mueble. Sentada en el otro extremo, no apartaba sus ojos de la hermosa mujer de polera de cuello alto color gris que por momentos la miraba de reojo y parecía sufrir en silencio.

—Yo... te debo una disculpa por lo de ayer —Soltó la mujer de polera gris luego de aclararse la garganta—. No estuvo bien que...

—Me siento muy contenta por este reencuentro —Interrumpió la más joven ensanchando su sonrisa—. No, estoy inmensa e infinitamente agradecida de volver a verte. ¿Cuánto pasó? ¿Siete años? No practiqué nada para cuando este día llegara, aunque creo que no importa, jamás hubiera estado lo suficientemente preparada para este alucinante reencuentro.

—Eh... No-

—¿Qué sientes tú?

Myoui se quedó con la boca ligeramente entreabierta y entonces se tomó unos segundos para reformular su respuesta.

—También me alegra verte.

—Eso me llena de ilusión. Quiero decir, es bueno que el sentimiento sea mutuo. Ahora solo tienes que aceptar ser mi novia y casarte conmigo para que mi felicidad sea completa.

Mina se levantó de golpe, todavía evitando la mirada de la más joven, y se arregló disimuladamente el ondulado cabello a sus costados.

—Es broma —añadió riendo por lo bajo. "Eso puede esperar un poco", pensó—. No te gustan la bromas, lo había olvidado, lo siento.

—Haré té, enseguida regreso.

—¿Puedo acompañarte si no es mucha molestia? —Se puso de pie.

Mina suspiró sin mirar atrás, contrariada, y entonces asintió sin decir una palabra.

En la cocina se sintió observada en todo momento, aún estando de espalda. Era como si la muchacha la desnudara con la mirada o eso percibió las dos o tres veces que hicieron contacto visual.

Esa joven mujer no era la niña que había dejado en aquella vieja ciudad y cuanto más rápido lo aceptara más ameno sería tratar con ella.

Cuando la tetera hirvió la acomodó sobre la mesa junto a dos tazas medianas blancas, colocó un saquito de té en cada una y mientras las llenaba no dejaba de pensar en lo ocurrido la antenoche. Cómo pudo cometer semejante equivocación.

Caries (Michaeng) |Mini Story| ฅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora