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Mina se removió incómoda entre las sábanas de su habitación

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Mina se removió incómoda entre las sábanas de su habitación. Somnolienta e irritada por el ruido del despertador, tuvo que arrastrarse hasta el otro lado de la cama para apagarlo.

—Ugh... Diablos —Se quejó cruzada boca abajo—. Mh...

Poco a poco fue despertando, arrugando la frente por la luz solar que le apuntaba justo en la cara instándola a cambiar de posición para pegarse más a la cabecera.

—¿Qué hora es? —Se preguntó a sí misma recargándose en uno de sus codos mientras se tallaba los ojos — Ah, demonios —. Maldijo cuando se sentó, ahora con ambas manos sujetándose la cabeza, era como si un rayo le hubiera atravesado el cráneo. El alcohol de la noche anterior empezaba pasarle factura a su cuerpo.

Su cuerpo, ¿por qué estaba desnuda? Seguramente había entrado a la ducha. Se vió con pena por haber estado tan borracha para ni siquiera haber podido alcanzar una bata de baño.

Pero algo no andaba bien. Su cuerpo se sentía extraño además de estar cansado y sudado como si hubiera hecho ejercicio. Particularmente una parte de su cuerpo se sentía diferente como no lo había estado hace mucho tiempo.

Ahora se cuestionaba si efectivamente se había duchado o no antes de llegar a su casa. Su casa, ¿quién la había traído a casa, o mejor dicho, cuál de sus amigas? Porque con lo alocadas que estaban en aquel club dudaba mucho que se hubieran retirado todas al mismo tiempo.

Despacio y envuelta en una sábana, bajó de la cama y arrastró los pies hasta el baño dentro del dormitorio. Se demoró varios minutos en la ducha antes de salir con una toalla alrededor de su cuerpo y otra envolviendo su cabello. Pero no fue hasta que se puso frente al lavabo a cepillarse los dientes y se miró en el espejo que se percató de que algo realmente inusual había ocurrido, las marcas rojizas en su piel lo evidenciaban.

Quedó en shock.

¿Era posible que hubiera tenido una aventura de una noche? No, esos clichés sólo pasaban en las películas de romance y comedia, jamás haría tal cosa.

—¿Qué...?

De pronto un ruido proveniente de la cocina la sacó de foco. Aquello daba indicio de que no se encontraba sola.

¿Y si era un gigoló?

Con cautela salió del baño en busca de algún objeto que le sirviera de arma, un secador de pelo fue lo que halló.

Más ruidos fueron escuchándose a medida que avanzaba sigilosamente a la cocina, como si algo estuviera friéndose. El suspenso le hizo imposible distinguir el olor de la comida.

Tragó saliva detrás del marco de la puerta, acomodando mejor sus dedos alrededor el secador para no soltarlo en caso de tener que usarlo. Asomándose un poco entonces, divisó la figura de una delgada mujer que tarareaba una canción de espaldas mientras salteaba algo en la sartén. Ésto último le desagradó bastante, haciendo que frunciera más el entrecejo y apretara los labios. Pero quién era la desconocida y con qué derecho se paseaba libremente por su cocina y tocaba las cosas sin su permiso, pensó Mina.

Caries (Michaeng) |Mini Story| ฅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora