Étude No. 8. Solo un día feliz.

295 34 9
                                    

Boss en la biblioteca, con Varain ronroneandole sobre el regazo. Al otro lado del salón, observando el jardín a través del ventanal... Boss en la alberca, llevando la cuenta del tiempo que le tomaba nadar al otro lado, y en el pasillo, siguiéndolo como una sombra. Estaban juntos todo el día y sin embargo a Noeul no le bastaba.

Durante un tiempo había pensado en Boss sólo como un empleado, uno muy molesto que no podría sacarse de encima aunque lo intentase. Pero últimamente su presencia le era agradable. Vital, incluso. Era como si todo el aire de la casa hubiera sido reemplazado de repente por otro más fresco y puro. Junto a Boss, tenía la sensación de que sucedían cosas. Incluso si no estaban haciendo nada. ¡Oh! ¿Por qué era tan atractivamente alto, tan enloquecedoramente condescendiente y era, a su vez, tan interesante?

Con demasiada frecuencia Noeul se había sorprendido a sí mismo observándolo con más admiración de la que le gustaría admitir. Le gustaba que su boca fuera un arco carnoso y que el cabello le cayera rebelde en la frente. Le gustaba que tuviera grandes manos, con dedos fuertes y bellamente formados. Y le gustaba su mirada franca y sincera cuando hablaba. A veces sentía el deseo de moverse más cerca para apreciarlo mejor. Lo suficientemente cerca, tal vez, como para besarle el lunar que tenía cerca de la boca... Cuando pensamientos vergonzosos como ese le venían a la cabeza se obligaba a apartarlos y recordaba que Boss era un empleado y que su padre lo mataría si se metía con él. Y siempre se acordaba del innombrable "M". El recuerdo de "M" siempre lograba hacerlo sentir usado, sucio, patético.

____  ♡  ____
-

—¿Qué planes tienes para éste sábado? —preguntó Boss.

Estaban en la biblioteca. Noeul revisaba los libros de una estantería, buscando algo nuevo que leer. Ransom Riggs había dejado la vara alta para elegir un nuevo autor. Entre tanto Boss, sentado en la alfombra, jugaba con Varain, quien le había traído uno de sus ratones de juguete.

—Bueno... tenía planeado viajar en helicóptero hasta Koh Lipe para bucear, luego podría visitar Nong Nooch y por la noche ir a cenar con el rey —respondió Noeul, leyendo la contraportada de un libro—. ¿Por qué?

Boss sonrió, le gustaba que Noeul ya no fuera tan serio y circunspecto como antes. Arrojó el ratón de juguete a un metro de distancia y Varain fue a por el.

—Habrá un festival en el instituto al que asiste mi hermano. ¿Te gustaría venir?

—¿Es una invitación? —preguntó Noeul, mirándolo por encima del hombro.

—Es una buena manera de decirlo —repuso Boss—. Si no vas tú, no podré ir yo. Mi día de descanso no coincide con esa fecha.

Por extraño que parezca, eso a Noeul pareció divertirle.

—Así que me estás usando —objetó, devolviendo el libro a su lugar y tomando otro—. Qué descarado.

—No, en serio... —comenzó Boss. Varain volvió y dejó el ratón cerca de su pie para que volviera a lanzarlo—. Mi hermano tendrá un solo de violín y es un admirador tuyo, lo hará muy feliz si asistes. Creo que lo hará más feliz tu presencia que la mía.

Noeul se quedó mirando la cubierta del libro en silencio. Luego se dio la vuelta, abrazó el libro contra su pecho y se encogió de hombros.

—Siendo así, supongo que tendré que ir —dijo, fingiendo desinterés, pero la comisura curvada de su boca lo delataba. Boss sonrió al notarlo.

A medida que se acercaba el día, no se sabía quién se fue poniendo más nervioso al respecto. Boss tenía que organizar la salida con esmero, planear la ruta, cerciorarse de que nadie se enterase y convencer a Pepper de llevarlos sin hacer demasiadas preguntas. En ese sentido, todo marchaba bien. Sin embargo, quien hizo demasiadas preguntas fue Noeul. La mañana del sábado interrogó a Boss más de diez veces, preguntándole a qué hora se marchaban, a dónde y qué iban a hacer exactamente.

DECANTING [BossNoeul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora