El primer domingo de Abril fue también el primer día libre de Boss, por lo que decidió visitar a su familia. Antes fue al mercado y compró una buena cantidad de víveres, así como un gran ramo de peonias rosas para su abuela.
Sus abuelos vivían en una pequeña construcción de dos pisos, la parte inferior funcionaba como un negocio de comida manejado por ellos mismos y la superior como la casa donde vivían. Era domingo, así que no le sorprendió que el restaurante estuviera cerrado, usó su propia llave para abrir la puerta y subió directamente al segundo piso. El salón era una estancia alegre y acogedora, había una vitrina llena de platos expuestos y tazas decoradas, fotografías de los miembros de la familia cubrían las paredes y cerca de la ventana había una mesa con un gran jarrón lleno de flores secas. El abuelo dormía plácidamente en el sofá, con el televisor encendido. Boss decidió no molestarlo y fue directamente a la cocina, donde encontró a su abuela, tejiendo.
—¡Boss! —exclamó la mujer en cuanto lo vio cruzar el umbral—. Me alegro tanto de que estés aquí.
La abuela Hope tenía el pelo oscuro, que empezaba a llenársele de canas, y una mirada amable. Era una mujer alegre, le gustaba la gente, le gustaba hablar y agradar. Boss sonrió, completamente feliz de verla, dejó las bolsas de la compra sobre la mesa y se acercó.
—Y yo me alegro de verte, abuela —dijo, mientras se inclinaba para besarle la frente y darle las peonias—. Te traje flores, espero que te gusten.
—Me encantan, gracias —respondió ella y estiró la mano para acariciarle la mejilla—. Debiste avisar que venías para preparar algo de comer. Mira qué flaco estás.
—Está bien, hoy cocinaré para ustedes. ¿Dónde está Peat?
—En su habitación. Ha estado allí toda la mañana, parece que tiene problemas en el trabajo.
Boss frunció las cejas. ¿Problemas en el trabajo? Peat no le había comentado nada al respecto. Lo cual era extraño, su hermano acostumbraba a contarle siempre sus problemas por más ridículos que fueran.
—Iré a verlo —dijo y le lanzó una mirada acusadora a su abuela, que ya había comenzado a revisar las compras—. Prohibido que comiences a cocinar algo. Ya dije que lo haría yo.
—Sí, sí, sí —murmuró la abuela distraídamente. Se había acercado un empaque a los ojos para leer su contenido.
Boss puso los ojos en blanco, divertido, y salió de la cocina. Su abuelo, que en apariencia había estado profundamente dormido en el sofá, abrió los ojos y con su acostumbrada timidez, dijo:
—Me alegro de verte.
Boss se detuvo y se acercó para abrazar a su abuelo. Era un hombre bajito, cuyos cabellos rizados y la barba poblada eran de un blanco de plata.
—¿Qué tal la rodilla? —preguntó Boss.
El abuelo se levantó del sofá con dificultad, porque su rodilla estaba rígida. Hace siente meses se la había roto al caerse por las escaleras.
—Como nueva —respondió.
—Te he traído esos chocolates que tanto te gustan, están en la cocina.
—Gracias. Espero que esta vez tu abuela me deje comer más de uno al día —refunfuñó el abuelo mientras cojeaba hacia la cocina. En su ronca voz había indignación, pero también una nota de cariñoso afecto.
Cuando su abuelo desapareció de la vista Boss recorrió el pasillo hasta la puerta entreabierta de su antigua habitación. Llamó con suavidad, pero nadie respondió, así que entró. La habitación estaba igual que cuando tenía quince años. Las paredes estaban cubiertas por carteles de personajes de anime y las fotos de cantantes y músicos famosos. Una litera ocupaba una esquina de la estancia y el escritorio se encontraba frente a una ventana con vista al ciruelo que crecía en el patio trasero. En una de las paredes había un gran armario con las esquinas despostilladas. En la de enfrente, tres estanterías llenas de libros y un violín. Las cortinas y la ropa de cama eran azul cielo con estampados de dinosaurios.
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DECANTING [BossNoeul]
OverigUn guardaespaldas que odia a los seres humanos holgazanes e irresponsables conoce a un terco, caprichoso y atormentado chico. Aunque al principio intenta mantener una cercanía estrictamente profesional, poco a poco se da cuenta de la naturaleza frág...