Étude No. 10. Te enfrentas al momento.

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A la mañana siguiente Noeul se despertó echo un ovillo en la cama, abrazado a un muñeco de felpa, exhausto física y emocionalmente. Todavía vestía la ropa de la noche anterior. Bostezó y se estiró. Ahora que estaba despierto podía sentir los estragos de todo el vino que había consumido y el comienzo de un dolor de cabeza.

Mientras se arrastraba al cuarto de baño comenzó a rememorar los acontecimientos del día anterior y sintió el estómago revuelto al saber que tendría que enfrentarse a Boss ese día. ¡Qué vergüenza! No tenía valor para volver a mirarlo a la cara. No podía creer que un poco de vino lo hiciera olvidar todas las buenas razones que tenía para no cruzar la línea con él. ¿Y el hecho de que Boss se detuviera y dijera que no podía? ¿Qué significaba? Bueno, daba igual. Tal vez que se detuvieran había sido lo mejor. Entre él y Boss no había ningún futuro. Podría hacer como que lo de anoche nunca sucedió o ciertamente podría intentarlo. Disfrutaba de la compañía de Boss y no deseaba perderlo por algo que no los llevaría a ningún lado. Así que tenía que llegar a pensar en él sólo como un amigo. Tras meditar la situación un poco más, terminó de bañarse, se vistió y bajó a desayunar. Sólo su mamá estaba en el comedor.

—Buenos días —saludó él mientras se sentaba a la mesa.

—Buen día, cielo —respondió ella con una sonrisa, revolviendo su café con una cuchara—. Hum, papá tuvo que ir a la oficina, así que no nos acompañará a desayunar.

Noeul asintió sin mucho interés y estiró la mano para tomar la cafetera al centro de la mesa. Su madre frunció las comisuras de los labios, sacudió la cuchara contra el borde de la taza y la dejó sobre el platillo.

—¿Tienes algún plan para hoy?

—No lo creo —dijo Noeul, vertiendo café caliente en su propia taza.

—Entonces, ¿qué te parece si vamos de compras? Sólo tú y yo, será divertido.

—No lo sé, mamá. Estoy un poco cansado.

—Oh, entiendo —dijo ella un tanto cabizbaja, pero recuperó el ánimo al ver a la señora Hem entrando con la bandeja del desayuno—. Pedí que prepararan algo especial para ti.

La señora Hem dejó ante él un plato de Waffles acompañados con leche condensada, fresas frescas y moras azules, espolvoreados, además, con chispas de chocolate. Era el "desayuno post-cumpleaños", como él y Leah solían llamarle. En ese entonces competían por quién añadía la mayor cantidad de toppings a sus Waffles. Una tradición de cuando solía tener una familia. No una perfecta, pero al menos estaba completa. Ahora parece que ha pasado mucho tiempo desde aquello…

—¿Qué pasa? ¿No te gusta? —preguntó su mamá, mirándolo con ansiedad.

Fue un gesto dulce de su parte o al menos eso intentó, pero sólo hizo que Noeul sintiera un nudo en la garganta. En su mente retrocedió a cuando estaban todos juntos: casi podía ver a Leah sentada al otro lado de la mesa, usando moras azules como proyectiles con ayuda de una cuchara y él intentando atraparlos con la boca. Ese recuerdo trajo lágrimas a la superficie, pero las contuvo.

—Si no le gusta puedo prepararle otra cosa enseguida —comentó la señora Hem con tono precavido.

—No. No es necesario —dijo Noeul, forzando su voz a través del nudo en su garganta—. Gracias.

La señora Hem lo miró con una expresión de tristeza/ternura y se marchó. Por su parte, la señora HyangYi observó a su hijo comer en silencio, presentía que algo le pasaba, pero no se sentía con el derecho de preguntarle ni de inmiscuirse en sus asuntos. La relación con Noeul se había roto tiempo atrás y no podía lograr recuperarla a pesar de sus esfuerzos. Cada vez que intentaba entablar una conversación, él respondía con un distante desinterés. Si le regalaba algo, lo desechaba. No había forma de acercársele sin sentirse como una intrusa indeseable. Ojalá pudiera regresar en el tiempo y tomar mejores decisiones.

DECANTING [BossNoeul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora