Cuando Boss abrió los ojos aún no había amanecido y la habitación estaba iluminada por la pálida luz de la luna que entraba por la ventana abierta. Miró adormilado su habitación y frunció el ceño. Algo lo había despertado.
Se sentó en la cama, un poco más despierto. El reloj marcaba las 3:45 a.m. Tragó saliva, era una persona en absoluto temerosa y sabía que era una mala hora para estar despierto. Sin embargo, todo parecía estar en calma, no se escuchaba más que el crujido de algún mueble o el roce de las cortinas movidas por la brisa. Estuvo a punto de acostarse de nuevo cuando volvió a escuchar aquello que lo había despertado: el sonido de un piano. Se le encogieron las tripas. ¿Un piano a esas horas? ¿No sería ese el preludio de un evento catastrófico como en las películas de terror que Peat solía obligarle a ver? En esas películas siempre sonaba una canción tenebrosa antes de que el protagonista fuera atacado... aunque este piano no sonaba tenebroso. De hecho le sonaba familiar. Aguzó el oído intentando desentrañar las notas y reconoció la tonada de aquella canción infantil: «Estrellita ¿dónde estás?».
Se zafó de las mantas, se levantó de la cama y salió de la habitación. El sonido provenía de una habitación a dos puertas de distancia, la puerta estaba abierta y la luz del interior iluminaba la mitad del pasillo. Boss se acercó con suavidad y asomó la cabeza discretamente. Vale, no era un fantasma, se trataba de Noeul. Le resultaba extraño que decidiera tocar a esas horas, pero quizás era una de las excentricidades de los ricos que la gente común no comprendía, por lo que se apartó de la puerta. Se dio la vuelta para volver a su habitación pero justo entonces la música se detuvo y oyó un sollozo. Fue un sonido chillón y desolado.
Boss se asomó por la puerta de nuevo. Noeul tenía la cabeza apoyada en las manos y lloraba con los codos apoyados en las teclas del piano. Los hombros le temblaban y se percibía en él la angustia que brotaba junto a sus lágrimas. Verlo llorar de esa manera, con tanto dolor y desesperación, oprimió algo en su corazón.
——— ♡ ———
-—Boss.
Boss escuchó el llamado, pero al mismo tiempo no lo escuchó. La imagen de Noeul llorando se repetía en su cabeza, como en un flashback. Llevaba horas dándole vueltas al asunto. Por supuesto, ya había notado que Noeul siempre estaba solo. Parecía que su único contacto con otros seres humanos (humanos reales y no los que estaban a través de la pantalla) se limitaba al servicio y sus maestros. Ningún amigo u otro familiar había visitado. Se preguntaba si esa era la razón de su llanto.
—¡Boss!
No fue hasta que lo llamaron de nuevo que Boss volvió en sí y alzó la cabeza, encontrándose con el rostro amable de Nan.
—Lo siento, ¿qué decías?
—Que si puedo recoger tu plato —dijo Nan con una ligera sonrisa.
Boss parpadeó lentamente y observó su plato, aún le quedaba un poco de arroz pero no pensaba terminarlo.
—Sí, por supuesto —dijo, levantándose. Era el único que quedaba en la cocina, ¿cuánto tiempo se había perdido en sus pensamientos?—. Tengo que irme, voy tarde.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Nan.
—Sí, claro. Nos vemos después.
Boss salió de la cocina y se detuvo un momento en el pasillo. Admitía que la situación de Noeul era bastante... deprimente, pero a final de cuentas no estaba aquí para sentir pena por él. Y éste, hasta ahora, no había demostrado ser merecedor de su simpatía. Así que decidió apartar cualquier pensamiento al respecto de su mente y continuar con su trabajo como de costumbre.
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DECANTING [BossNoeul]
De TodoUn guardaespaldas que odia a los seres humanos holgazanes e irresponsables conoce a un terco, caprichoso y atormentado chico. Aunque al principio intenta mantener una cercanía estrictamente profesional, poco a poco se da cuenta de la naturaleza frág...