Hacía la guarida de Nyxaroth

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Hacía la guarida de Nyxaroth

Ubicación: El Castillo del Conde Tresoreux Leroux

La hospitalidad del viejo conde se extendió durante tres días más, en medio de un ambiente cargado de incertidumbre y desasosiego. Se les brindaron habitaciones en las majestuosas torres fortificadas del castillo, donde el grupo se deslizaba por los pasillos, buscando replantear su estrategia. Enfrentar no muertos y herejes era una cosa, pero enfrentar a un antiguo dragón era algo completamente distinto. Todos hablaban en susurros, sumidos en sus pensamientos, mientras la valerosa Jeanne y Rhuanna procuraban infundirles ánimo.

Sin embargo, en la intimidad de sus aposentos, los aventureros encontraron un breve respiro, una pausa efímera en su ardua tarea. Fue en esos momentos de calma que se permitieron mostrar su vulnerabilidad, compartiendo sus miedos y esperanzas más íntimas. En medio de la oscuridad que los rodeaba, encontraron consuelo y apoyo mutuo, fortaleciendo así los lazos que los unían.

Jeanne, con su determinación incansable, les indicó el camino a seguir. Este comenzaba en las costas de Neurdenthria y se extendía hasta la frontera del Gaenderoc, cuya capital se encontraba en Montsegur.

—Mis amigos, nuestro destino se encuentra en uno de los picos más altos de los Phaentreos —informó Jeanne mientras señalaba con determinación el detallado mapa—. Este es el Volcán del Corazón Siniestro, donde Nyxaroth ha hecho su morada en las vastas cavernas que yacen en su interior —posó su dedo indice en el punto que marcaba el lugar.

—¿Existe alguna ciudad o aldea en la que podamos descansar antes de enfrentarnos a esa criatura? —inquirió Lucca con voz firme.

—Sí, está la ciudadela de Maendeross, donde una guarnición de los caballeros del imperio se establece —respondió la pelirroja, tomó un sorbo de vino antes de continuar—. Es un lugar seguro para reponernos.

—¡Perfecto! —intervino el taciturno Grunyar, sin apartar la mirada del mapa—. Jeanne, ¿qué tan seguros son los caminos que nos llevarán allí?

—Son bastante seguros —respondió, aunque su tono revelaba una leve incertidumbre—. Y en caso de problemas, los chicos y yo estaremos allí para respaldaros.

Rhuanna, con una sonrisa en los labios y mordiendo una manzana, interrumpió el diálogo: —Nunca he visto un dragón. Me siento ansiosa por presenciar algo tan majestuoso.

—Esperemos que no sea la última vez que lo presencies —respondió Luisa con seriedad, acariciando su sagrado símbolo.

—Luisa, todo saldrá bien. Los dioses han bendecido nuestra cruzada —dijo Rhua, tratando de transmitir confianza. Athlesstaun, mientras tanto, acarició suavemente la pierna de su amada para mostrar su apoyo.

Rhuanna de TheirinicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora