Montsegur, en Ganderoc

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Montsegur, en Gaenderoc

Ubicación: En algún punto a casi media jornada de la ciudadela de Montsegur.


La sinuosa carretera del noreste serpenteaba a través de la pintoresca campiña del Gaenderoc, al suroeste del majestuoso Imperio Gaileuxita, guiando a la numerosa partida hacia la imponente ciudadela de Montsegur. A medida que avanzaban, se encontraron frente a un impresionante y sombrío bosque, envuelto en un halo de misterio conocido como el Bosque Rojo. Fue Martin, el escolta más experimentado de Jeanne en los caminos del imperio, quien desveló el oscuro nombre de aquel lugar. Además, les informó que en su interior se alzaba un claro donde los árboles de exótico follaje carmesí se alzaban amenazantes.

La jornada avanzaba y el sol se desvanecía detrás del horizonte, tiñendo el cielo con tonalidades rojizas y violáceas. Fue entonces cuando divisaron un camposanto, una extensión considerable que se erguía como testigo sombrío de la vida y la muerte. Desde fuera, los ojos curiosos de la partida distinguieron al menos un par de mausoleos cuyos diseños ornamentados y decadentes destacaban en la penumbra. Martin reveló que aquellos monumentos funerarios pertenecían a la antigua y misteriosa familia de la Baronesa Odette Trancavel, una figura envuelta en sombras y rumores susurrados al viento.

Las leyendas aseguraban que la familia de la Baronesa poseía una intensa conexión con las ancestrales líneas arcanas, y que su poder se cernía sobre la región como una sombra impenetrable. Los rumores de sus habilidades habían llegado incluso a las tierras de Hisparia, despertando temores y cautivando la imaginación de quienes se aventuraban por aquellos dominios. El aura de peligro y misterio que envolvía a la Baronesa se hacía tangible en el susurro del viento entre las ramas retorcidas de los árboles en el Bosque Rojo.

Entre los valientes de aquella partida, eran Luantrix y Rhuanna quienes sentían una atracción particular por el magnetismo de la Baronesa. Les inquietaba y seducía a partes iguales debido a su propia conexión con la magia. Sin embargo, también sentían una inquietud latente, pues se acercaban peligrosamente a los territorios fronterizos del Imperio Hisparita. Con los dientes apretados, avanzaban decididas mientras se acercaban a la aldea en las faldas de la imponente ciudadela de Montsegur.

—Si nos apuramos llegaremos a la aldea antes de que cierren, —advirtió Martin luego de levantar la visera de su yelmo y señalar una ciclópea montaña, sobre la cual era posible ver la ciudadela—. Sí no tienen inconvenientes podemos revisar el cementerio mañana quizás después del desayuno.

Grunyar refunfuño y espetó algunas imprecaciones, luego volteó a ver a sus amigos y dijo:

—Esta bien Martin, todos estamos cansados, ¡vamos pues!

—Entiendo maese Grunyar, —intervino Jeanne antes de espolear su brioso corcel—, ¡avancemos!

El grupo avanzó con premura, apresurándose para llegar a tiempo. Se detuvieron en la barbacana y, después de que la doncella Jeanne negociara con los guardias, lograron entrar justo antes de que las pesadas puertas de roble se cerraran tras ellos. La luz parpadeante de las antorchas y linternas iluminaba las estrechas calles mientras se abrían paso por la ciudadela. Finalmente, llegaron a una posada conocida como "El Caballero Negro", que se encontraba a medio llenar. Con determinación, reunieron un par de mesas para acomodar a todo el grupo.

Rhuanna de TheirinicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora