Estamos todos sentados en la sala. Yeonjun y yo en un sofá de dos plazas. No se ha apartado de mi lado en toda la mañana. Su presencia es tranquilizadora, sobre todo si consideramos que estoy a punto de conocer a su madre; estoy a punto de conocer a la madre de mi novio.
No se me escapa lo increíble de esta idea. Veo a Yeonjun de reojo. Incluso su perfil parece esculpido por los dioses. Estamos sentados tan cerca que nuestros muslos se tocan. Ambos guardamos silencio, yo de nervios y él... no sé. ¿Le preocupa que su mamá sepa lo nuestro? Esa idea me recuerda a mi propia madre y el caos que me espera en casa.
Suspiro. Quisiera que este día durara para siempre y no tener que volver a casa.
—No hay presiones —me dice Yeonjun y me sonríe—. Puedes estar tranquilo.
—¿Se lo vas a decir? —pregunto.
Yeonjun se encoge de hombros.
—No sé. —Se muerde el labio y pasa una mano por su cabello—. Esto de salir del clóset es algo muy extraño.
—Ni me digas —resoplo.
Yunjin está echada sobre el sofá grande de piel. Está viendo un reality show. La puerta de entrada se abre y la madre de Yeonjun entra después de unos cuantos latidos de pánico en mi pecho.
Es el retrato de la elegancia. Lleva una blusa informal y jeans deslavados; su cabello pelirrojo está recogido en un chongo improvisado. Es exactamente la versión adulta de Yunjin. La madre de Yeonjun sonríe. Me quedo sin aliento porque es una sonrisa que reconozco; su hijo tiene exactamente la misma. Es el tipo de sonrisa que puede hacer que tu corazón se desboque o que sencillamente deje de latir.
—Hola, todos.
—Mamá, él es Soobin —dice Yeonjun.
—Gusto en conocerla, señora.
—Por favor, llámame Taeyeon. Mucho gusto, Soobin — responde Taeyeon.
—¿Cómo estuvo tu viaje, mamá? —pregunta Yunjin.
—Bien, hasta que me enteré de que mi hermosa hija se había lastimado. —Atraviesa la sala hacia Yunjin—. ¿Estás bien?
Yunjin levanta el pulgar de la mano enyesada.
—Solo es una fractura.
—Pero me obligó a que faltara a la escuela para cuidarla —agrega Yeonjun.
—Somos familia, eso es lo que hacemos —expresa Yunjin.
—Debes tener hambre —le dice Yeonjun a su mamá—. Voy a preparar algo. Vamos, Soobin.
Yeonjun sale de la habitación y lo sigo a la cocina. Aunque ya he estado antes ahí, la opulencia me asombra de nuevo.
—Siéntate —dice Yeonjun.