[LOUIS]
Miré al niño de rizos entre los pétalos de las rosas sintiendo el calor subir por mi cuello. Me sentí estúpido haciendo una cosa así pero muy pocas veces me quedaba prendado de alguien y el niño había ocupado mi mente toda la jodida semana y estaba dispuesto a cualquier cosa para quitarlo de allí. Supuse que follar al chico haría el trabajo, por ello estaba frente a su clase con un gigantesco ramo de rosas en mi mano y mi rostro rojo de vergüenza.
El niño parpadeo y supe que en realidad lo había sorprendido. Bienvenido al club, cariño, porque yo tambien estaba sorprendido cuando compre el ramo. Si simplemente quería meterme en sus pantalones, ¿por qué rayos compraba un jodido ramo que parecía ocupar toda una sala?
Maldición, mi cabeza se había jodido finalmente.
—Tu... tu eres... ¿que...? —sus labios se apretaron un momento mientras fruncia el ceño, mirándome con curiosidad—. ¿Qué haces aquí?
Sonreí, intentando darle una de mis miradas más inocentes—. Vine a darte mis disculpas correctamente.
El profesor de aspecto regordete se aclaró la garganta detrás del chico de rizos.
-Señor Styles, o salen o vuelve a sentarse en su asiento, esta molestando a los demás alumnos.
Las mejillas del ojiverde se tornaron de un brillante rosa cuando observó a los dos alumnos, que aun estaban en sus asientos, mirarnos con curiosidad. Una mirada en mi dirección, me dijo que el chico saldría conmigo.
—Saldré. —musitó—. Suerte, Leigh.
—Gracias. —la chica sonrió cálidamente hacia el rizado antes de enviarme una extraña mirada, sin sonrisa—. Ten cuidado, Hazz.
—Lo tendré.
Enganchando mejor su mochila el chico salió del salón, cerrando la puerta detrás de él. El pasillo estaba totalmente desierto cuando ambos quedamos de pie en el centro. Ojos verdes cayeron sobre mi rostro cuando el chico me miró.
—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar—. ¿Quién eres? ¿Como me encontraste? Nos vimos solo una vez... —sus ojos se agrandaron por un momento, el miedo aferrándose a sus delicados rasgos. Su voz salió temblorosa cuando volvió a hablar—. No eres un acosador o matón, ¿verdad? Ya tengo muchos de esos, no te necesito a ti para completar el paisaje.
Fruncí el ceño un momento, deteniéndome en la palabra "matón". Miré al chico con detenimiento por unos segundos. Si, era delicado, las flores en su cabello y sus perfectos rizos cayendo como chocolate fundido sobre su bonito rostro lo hacían un poco afeminado. El hecho de que fuera delgado y que sus grandes ojos verdes irradiaran un inteligencia fundida de inocencia, me daba la pista de lo que hablaba.
Al chico debían golpearlo regularmente. Era como un maldito cebo para los abusadores, yo había sido un abusador y seguramente, si hubiéramos estado en la misma secundaria, el chico frente a mi se hubiera convertido en una de mis victimas. Pero la imagen de alguien golpeando al indefenso niño envió furia hirviendo a través de mis venas, mis puños se cerraron en torno a los tallos que sostenía hasta que pude sentir algunas pocas espinas, olvidadas allí, clavándose en mis palmas. Si atrapaba a los imbeciles que habían puesto el miedo en el chico, retorcería sus cuellos hasta que quedaran del color de Barney.
Parpadeé. ¿De donde había venido aquello? No tenía ni idea. Sacudiendo la cabeza, me concentré en el chico y en su rostro repleto de desconfianza.
—No soy un abusador, chico. —contesté con una sonrisa—. Mi nombre es Louis Tomlinson y soy el tipo que te debía una gran disculpa por casi atropellarte hace algunos días.
—¿Seguro que no eres un matón?
—Totalmente seguro. —sonreí—. Además, ¿no crees que sería extraño que te trajera rosas si mi intención fuera golpearte?
El chico me miro, sus ojos verdes ocupando casi todo su rostro con la sorpresa.
—¿Son para mi?
Asentí, pasándole el ramo y arrepintiéndome en el momento en que no pude ver más su rostro.
Escuché su risa infantil desde algún lugar debajo de las rosas y no pude evitar sonreír, sonaba como si fuera un niño pequeño riendo.
—Ya no puedo verte, Louis. —río.
—Yo tampoco... —me detuve, dándome cuenta en ese momento de que no tenía ni idea de como se llamaba. Lo había nombrado "gatito" en mi mente, pero dudaba que su madre le hubiera puesto aquel nombre—. ¿Como te llamas?
—Oh, lo siento. —dijo—. Mi nombre es Harry Styles pero puedes decirme Hazz.
Asentí aunque no pudiera verme, había escuchado a la chica decirle de ese modo así que supuse que el apodo "gatito" no estaba en discusión. Lastima, en verdad me había comenzado a agradar aquel apodo.
—¿Como me encontraste si no sabes mi nombre?
—Fácil. —sonreí—. Cuando te fuiste el otro día vi el logo que llevas en tu mochila, luego vine aquí y le pregunte a todos los chicos que pasaban donde podía encontrar a un niño de ojos verdes, rizos y que llevará flores en el cabello, hasta que me enviaron aquí.
—Supongo que soy el único rarito que lleva flores en el cabello. —pude escuchar la tristeza en su tono lo cual borró mi sonrisa.
—No es raro. —dije—. A mi me gusta, te ves bien con flores y si no fuera por ellas no te hubiera encontrado.
—¿Eso hubiera sido malo?
—Muy malo. —acepte—. ¿Te imaginas lo tonto que me hubiera visto con un enorme ramo de rosas frente a tu escuela todo el día?
Eso logró arrancarle una risita y me sentí como un jodido héroe, algo increíblemente extraño se anudo en mi estomago como si algo hubiera anidado allí. Sonreí a pesar de la incomodidad.
—¿Tienes más clases ahora?
—No, vine solo para hacer la prueba de historia. —contestó—. ¿Porque?
—Quiero invitarte a almorzar.
—¿Que? ¿Porque?
—Como parte de mi disculpa. —bien, estaba intentando convencerme de ello o de que lo hacia para conseguir algo de lo que llevaba en sus pantalones, que más daba.
—Pero las rosas...
—Ellas son solo una parte. —lo corté—. ¿Almorzarías conmigo, Hazz?
Los rizos aparecieron sobre las rosas, enormes ojos verdes rodeados de pesadas pestañas me miraron por unos segundos. Podía escuchar las tuercas de su cabeza funcionando mientras observa mi rostro.
—Está bien. —dijo luego de unos momentos de silencio.
Genial.