Capitulo 30.

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[LOUIS]

—Dime que no estuviste coqueteando con las enfermeras nuevamente. —me queje mientras Harry entraba a la habitación con una bandeja en las manos.

Me miro mal—. Yo no coqueteo con ellas —negó—. Solo dejó que pellizquen mis mejillas y me dan comida verdadera a cambio, además, no te quejaste cuando te traje el desayuno.

—Porque me dijiste eso luego de que me lo habia comido —reí—. Deja de darles ilusiones a las pobres, tu eres mío y ellas no tienen chance.

Sonrió brillantemente como tonto mientras dejaba la bandeja sobre mis piernas—. Pues te alegrará saber que no conseguí esto por medio de las enfermeras.

—¿Enfermeros?

—No, no coquetee con nadie.

—¿Entonces admites que coqueteaste con esas mujeres para conseguirme el desayuno? —eleve una ceja.

—Bien, tal vez lo hice un poco pero no es mi culpa. Jamás me habia dado cuenta de que puedo conseguir cosas solo con mover las pestañas, dejame disfrutar mi descubrimiento.

Colocando la bandeja sobre la mesa de luz, tomé su brazo y lo jalé hacia mi. Su cuerpo entero cayó sobre el mío, nuestros rostros a apenas unos centimetros de distancia—. Cariño, tu podrias conseguir la luna con solo una sonrisa —dejé un corto beso en sus labios—. Pero eso no quiere decir que debas hacerlo, es malo darle esperanzas a alguien cuando sabes que no pasara más allá de un coqueteo.

—Pero el desayuno que te dieron era asqueroso, Lou —hizo un puchero—. Ni siquiera tenia gusto a... a... nada.

Reí—. Pero eso no quiere decir que debas coquetear con las enfermeras para conseguirme algo mejor —acaricie su espalda, disfrutando del pequeño gemido que escapó de sus labios—. Yo soy quien cuida de ti, ¿recuerdas? Por eso eres mío.

—Pero tu tambien eres mío, Lou —frunció el ceño—. Yo debo cuidar de ti entonces, si no, no sería justo.

Pensé en ello por unos minutos, entendiendo su punto de vista. Podia aceptar que el pequeño me cuidara pero eso no queria decir que quería verlo coquetear con todo el personal medico solo porque mi comida no tuviera gusto. Por suerte ya me habian informado que me darian el alta en un par de horas.

—Bien, puedes cuidar de mi —acepté—. Pero no coquetes con las enfermeras o me veré

obligado a hacer algo para demostrarles a quien perteneces.

—¿Algo como que? —se acomodó mejor sobre mi cuerpo.

—No lo sé. —me encogí de hombros, bajando mi mano por su espalda hasta que logré atrapar su trasero. El pequeño se retorció cuando lo pellizqué—. Tal vez deberia mostrarles lo mucho que nos divertimos en mi habitación.

Eso logró que una risita tonta escapara de sus labios, sus mejillas se sonrojaron—. Ellos verian mis cositas, Lou.

—Tu no quieres eso, ¿verdad?

—No, Lou, eso seria vergonzoso —murmuró, escondiendose en mi cuello.

—Yo tampoco quiero que vean lo que me pertenece —acepté—. Deja de coquetear con las enfermeras, gatito, o terminaras mostrandole tus cositas a todo el mundo aquí.

—¡Lou! —chilló—. Solo tu puedes ver mis cositas, no quiero que ellas lo vean.

Me mordí el interior de la mejilla, intentando no reirme—. Yo si puedo verlas, ¿eh?

—Si, tu si.

—Me alegro porque tengo intención de verlas pronto —susurré en su oido—. En cuanto salga de aquí.

—Eso no va a poder ser —sacudió la cabeza—. El medico dijo que no pum pum para ti.

—¿Pum...? —fruncí el ceño un segundo antes de recordar que era de ese modo que Harry se referia al sexo—. ¿Nada? ¿Ni un poquito?

—No, nada —aseguró, antes de levantar la cabeza y sonreirme—. Tu no puedes hacer

movimientos bruscos ni levantar objetos pesados y tu sueles levantarme cuando nosotros... pum pum.

—Pero...

Sacudió la cabeza, con una pequeña sonrisita en los labios—. No, vas a descansar y yo voy a cuidar de ti —me besó en la mejilla—. Vas a ver el tiempo pasara volando.

—No lo creo. —me queje.

Harry rió pero por el resto no se movió de su lugar sobre mi. Pasando mis brazos alrededor de su delgada cintura, la acaricie suavemente mientras respiraba el suave perfume a manzanas que tenia su cabello. Besando su frente, atrape su mano y besé sus nudillos suavemente, mirando sus ojitos brillar mientras me sonreia.

—Debo haber hecho algo muy bueno para que te pusieran en mi camino. —susurré, besandolo suavemente.

El sonido de una persona aclarandose la garganta logró que me separara de él para poder mirar hacia la puerta, pensando que tal vez era una de esas pesadas enfermeras que miraban a Harry como si fuese un pedazo de carne. Mis ojos se abrieron de par en par cuando visualice a las dos personas que menos esperaba ver, de pie, en la puerta de mi habitación.

—¿Que hacen ustedes aquí? —gruñi, sientiendo a Harry temblar en mis brazos.

—Vinimos a verte, hijo.

Besos de Menta |Larry|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora