HARRY.
Me aferré a la cintura de Louis como si mi vida dependiera de ello. Podía sentir como el castaño se estaba desmoronando en mis brazos y me sentía tan impotente al no poder hacer nada. Louis estaba roto. Podía ver en sus ojos azules como el cielo, que estaba muy herido y que se mantenía encerrado dentro de esa coraza de indiferencia porque no quería que nadie viera los pedazos. No podía comprender como alguien tan destrozado podía mantenerse en pie pero Louis lo hacía, porque era valiente.
Él podía vencer cualquier cosa.
Louis podía vencer al dragón que custodiaba la torre, lo sabia. Solo debía repararlo. Pero... ¿cómo se cura un alma rota? Me hubiera encantado tener la respuesta.
Louis temblaba en mis brazos con su rostro hundido en mi cuello, podía sentir sus lagrimas calientes deslizándose por mi piel, su aliento acariciando los rizos de mi nuca y haciéndolos bailar y sus brazos, sus brazos me rodeaban fuertemente manteniéndome cerca. Me apretaba tan fuerte que estaba comenzando a tener problemas para llevar aire a mis pulmones pero no me alejé, ni siquiera me quejé cuando comenzó a mecerse suavemente sobre sus pies. Solo esperaría por él.
—Lo mejor será que se marchen. —Mickey murmuró con un tono lento y suave, mirando a Louis con una expresión compasiva que me hizo sentir aun peor.
—Llévate mi bici. —pedí en el mismo tono—. Nosotros caminaremos, creo que un poco de aire nos haría bien.
Michael asintió comprendiendo y me hizo una seña para darme a entender que hablaríamos luego. No tenía nada que hablar con él pero de todas maneras asentí. Dándose vuelta, tomó mi bici y se marchó.
Besando suavemente la mejilla de Louis, lo incité a levantar el rostro de su escondite para poder verlo a los ojos, los cuales estaban rojos e hinchados. Limpié suavemente sus mejillas con mis dedos antes de darle una sonrisa temblorosa y besar rápidamente sus labios.
—Debemos irnos, Lou. —intenté que mi voz sonara lo más suave que pudiera, no quería alterarlo aun más o ponerlo alerta nuevamente.
El chico parecía casi adormecido cuando asintió suavemente y comenzó a caminar en el mismo sentido que antes, solo que esta vez me arrastraba a su lado mientras avanzaba. Mirando sobre mi hombro pude ver que Jason comenzaba a recuperar el sentido pero me importaba muy poco lo que le sucediera. A él jamás le había importado cuando me dejaban sangrando en los pasillos del instituto luego de darme una "lección". Podía sonar un poco cruel pero no me interesaba.
Caminamos con lentitud por las calles poco transitadas, Louis parecía estar bastante concentrado en sus pensamientos porque esta vez me toco a mi alejarlo para que no chocara con las personas que pasaban por allí. No tenía idea si dejarlo hundirse en su pensamientos era bueno o malo y eso me tenía un tanto nervioso.
Fueron quince minutos contados por mi reloj los que tardamos en llegar a su auto nuevamente y se necesitaron cinco minutos de palabras susurradas y miradas vacías para que me convenciera de que podía conducir realmente.
—Está bien. —acepté rindiéndome ante el castaño—. Pero voy contigo.
—No es necesario, Harry.
—Gatito, no Harry. —corregí sin darle mucha importancia—. E iré contigo lo quieras o no, no voy a quedarme tranquilo si no lo hago.
Louis me miró por unos segundos antes de asentir suavemente y hacerme una seña para que hubiera al asiento del pasajero. No sabía a donde íbamos exactamente pero temía preguntar. El chico condujo en automático todo el camino, sus ojos perdidos en la carretera y sus labios sellados juntos. Me preocupaba mucho esa actitud, me ponía un tanto nervioso pero no tenía idea de que hacer.