Teeth - Alec Volturi (Traducción)

ᴠɪɪ. ꜱᴜ ᴇʟᴇᴄᴄɪᴏɴ

꧁🄿2|🄲7꧂

❨.｡.:*✧ 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐜𝐡𝐨𝐢𝐜𝐞❩

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EMMETT CULLEN ERA UN HOMBRE ORGULLOSO. Como había afirmado su esposa, era uno de sus pocos defectos, junto con su comportamiento temerario. Estaba orgulloso de su vida, y de su familia. Y especialmente de su hermana pequeña.

Por eso, pensar en ella con ese mocoso Volturi le daba ganas de encerrarla en una torre para toda la eternidad. Desde que tenía memoria, Rebekah confiaba en él, y él era la roca firme de su vida. Él era su fuente de consuelo.

Rosalie había afirmado que estaba celoso, Edward dijo que tenía miedo de ser reemplazado y Alice se había limitado a decirle que era un idiota. Y él empezaba a pensar que tenían razón.

Él y Rebekah no habían hablado mucho desde que se reconciliaron tras su pelea, y quería arreglar eso. Después de un rápido viaje a Seatle y, lo que era más importante, a Hobby Lobby, estaba dispuesto a reparar el vínculo con su hermana pequeña.

Emmett sabía dónde encontrarla a esa hora. Estaría en el estudio, con un cuaderno en el regazo y Golden Girls en la pantalla. Había visto la serie al menos cien veces e incluso tenía un póster firmado por las cuatro actrices en su habitación, pero le seguía encantando.

Y tenía razón. Rebekah estaba sentada en el suelo, entre la mesa de centro y el sofá, con un cuaderno abierto. Su mirada estaba fija en el televisor, viendo cómo Dorothy metía a Rose en el armario de la habitación de Blanche. Ah, así que había vuelto a empezar.

"¿No has visto este programa al menos cien veces?". Preguntó Emmett mientras tomaba asiento detrás de ella.

"Sí, y lo veré cientos de veces más". Replicó Rebekah con ligereza, y luego se volvió para mirarlo con los ojos fijos en la colorida bolsa que descansaba a su lado. "¿Qué es eso?"

"Es un "Lo siento, estaba siendo un gran idiota" de regalo". Sonrió y le entregó el regalo. "Sé que has estado deseando un nuevo diario, así que te lo he comprado junto con algunos bolígrafos nuevos y pegatinas para decorarlo".

Rebekah sonrió mientras sacaba los regalos de la bolsa. "Me conoces demasiado bien, Emmett. Y no tenías por qué comprarme todo esto".

"No, pero quería hacerlo". Emmett se deslizó para sentarse a su lado. "Rebekah, quiero que seas feliz, y si eso significa aguantar a ese mocoso Volturi hasta el fin de la eternidad, estoy dispuesto a hacerlo por ti". Su hermano tiró de ella en un abrazo lateral, besando el lado de su cabeza y Rebekah sonrió.

"Eres el mejor hermano mayor que alguien podría pedir". Rebekah sonrió y su hermano le devolvió el gesto mientras se inclinaba hacia atrás, pasando el brazo por detrás de la cabeza de la vampiresa más joven.

"Lo sé, ahora venga, vamos a ver este programa por enésima vez consecutiva". Se burló Emmett.

"Oh, por favor, como si no te encantara este programa".

"No voy a decir ni una palabra."

"Una prueba más de que te encanta."

"Oh, cállate y mira el programa."

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REBEKAH ESTABA SENTADA EN SU ESCRITORIO, CON UN BOLÍGRAFO ENTRE LOS DEDOS. Llevaba por lo menos veinte minutos sentada en su escritorio, tratando de pensar qué contestarle a Alec. Probablemente era lo más difícil que le había tocado escribir y sólo trataba de encontrar las palabras adecuadas.

"Prácticamente puedo ver el vapor saliendo de tus orejas". La voz de Alice resonó desde la puerta y Rebekah se volvió para ver a la pequeña vidente y a Rosalie en la entrada de su dormitorio. Sus hermanas mayores la miraban preocupadas, y la menor se limitó a suspirar, haciéndoles señas con la mano para que entraran. "Esme nos ha dicho que Alec te ha escrito una carta, hemos pensado que te vendría bien un poco de compañía".

"Sólo estoy pensando qué escribir". Rebekah se encogió de hombros mientras dejaba caer la pluma sobre el escritorio. "¿Fue así de difícil para ustedes dos cuando se trató de Emmett y Jasper?".

"Había esperado a Jasper durante mucho tiempo y cuando por fin nos conocimos, me sentí tan feliz de tenerlo conmigo. Y nunca he sido más feliz que cuando estoy a su lado". Alice sonrió mientras tomaba asiento en la cama de Rebekah.

"Y sabes que a Emmett y a mí nos llevó algún tiempo convertirnos en lo que somos ahora". Le recordó Rosalie mientras venía a colocarse junto al escritorio. "Estas cosas llevan su tiempo y no ayuda que ustedes dos esten tan lejos y sean de aquelarres diferentes. Sobre todo el aquelarre de los Volturi".

"Sea como sea, haz lo que creas mejor Rebekah, porque nadie puede decidir lo que es mejor para ti, mejor que tú". Alice ladeó la cabeza.

Rebekah sabía que sus hermanas tenían razón. Siempre la tenían (bueno, la mayoría de las veces) y ella le daba vueltas a sus palabras en la cabeza. Rosalie tenía razón en lo que decía de que Alec era miembro de los Volturi. Vivían a miles de kilómetros de distancia y dudaba que abandonara su aquelarre tan fácilmente.

"Edward también nos habló de Leah". La voz de Rosalie la sacó de sus pensamientos y Rebekah pareció avergonzada al ver el ceño fruncido de su cuñada.

"Bocazas". Rebekah maldijo a su hermano lector de mentes y Alice tarareó en voz baja. "Entonces, ¿qué les parece? ¿Lo saben Jasper, Carlisle y Emmett?".

"Rosalie amenazó con quemar el piano de Edward si decía una palabra a los chicos". Alice soltó una risita. "Eso es algo para que se lo digas tú. Dios sabe cómo reaccionará Emmett. Esto puede ser lo que le provoque un ataque al corazón... si fuera posible, claro".

"Por mucho que no me gusten los chuchos", Rosalie siseó las palabras. "Es tu elección, Bekah. Tú decides, y digan lo que digan, siempre estaremos a tu lado".

Rebekah sonrió y se levantó de la silla para envolver a Rosalie en un abrazo, y Alice, que nunca se olvidaba de nadie (ni se quedaba fuera de un abrazo de grupo), se acercó sigilosamente desde un lateral y rodeó a sus dos hermanas con sus pequeñas extremidades.

¿Qué había hecho para ser tan afortunada?

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