Hablemos

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Capitulo 9

Todo el mundo habla de las primeras veces. Pero, ¿Y las últimas?
   
Siempre recordamos las primeras veces. La primera vez que besas a alguien, la primera vez que comes chocolate, la primera vez que escuchas una canción. Pero ¿Cuándo será la última vez que beses a alguien? ¿Cuándo será la última vez que comas chocolate? ¿Cuándo será la última vez que escuches esa canción?

Nunca lo sabremos. 
   
Disfrutemos cada momento como si fuera el último. Porque, tal vez lo sea. Así que disfrútalo.
   
Pensamos que haremos algo para siempre, que estaremos con alguien para siempre. Pero no. Las cosas se acaban.
   
Lo único eterno es el universo. Y algún día también se acabará.
   
Por ejemplo yo, que pensaba que siempre estaría con mis dos mejores amigos. Y ahora estoy llorando en el regazo de mi hermana. Recordando la primera vez que los conocí. Y deseando que la última vez que hablé con ellos, no sea la última vez final.
   
Rebobino todo en mi cabeza. Cada gesto de Kamo. Cada lágrima de Rara. Cada palabra. Cada mentira. Cada cosa que hice mal.
   
—¿Piensas volver al cole mañana? —Me pregunta mi hermana, sacándome de mis escenarios mentales. — Ni mamá ni la directora seguirán creyendo que estás enferma.
   
Llevo dos días faltando al instituto. No tengo ánimos ni de levantarme de la cama. Muchos menos de ir a esa cárcel disfrazada de plantel educativo.
   
—Pienso volver nunca —contesto con sarcasmo— por esas fechas más o menos.
   
—¡Vamos Theslya! No puedes prolongar más encontrarte con ellos dos. —Mi hermana se sienta, haciendo que yo también lo haga, porque estoy acostada sobre ella.— Vas a vivir el resto de tu vida aquí encerrada, solo para no cruzarte con ellos, ¿o qué?
   
—No suena tan mal la opción de quedarme encerrada.
   
—¡Dios! —Exclama poniendo las manos en su cabeza.
   
Aunque se enoje, no pienso volver. Prefiriera perder el año escolar antes de ir.
   
Es muy probable que Kamo y Rara ya hayan hablado, solucionaran las cosas entre ellos, y ahora estén odiándome. Enfrentarme a qué perdí a mis dos mejores amigos por culpa de mi estupidez, es algo a lo que no estoy lista. Aparte, cometí suicidio social al llorar delante de medio instituto, y salir corriendo como toda una drama queen
   
Me vuelvo a acostar, está vez sobre mi almohada, me cubro con mi edredón, y vuelvo a sumergirme en mis pensamientos, que son un tanto intrusivos.
   
Me siento ridícula deprimiéndome un miércoles a las cinco de la tarde, con mi pijama de My little pony puesta. La llevo desde que regrese del cole llorando el lunes. Por lo que se imaginarán, tampoco me he duchado.
   
Y no me excuso, pero es que no me ha provocado hacer nada. Es como si estuviera de duelo. Después de todo, distanciarte de una persona es como si muriera. Al menos existe la esperanza de que reviva.
   
Si no fuera por mi hermana, tampoco me hubiera alimentado en estos días.
   
—¿Has hablado con Yelitza? —Pregunta recostándose a mi lado— ella me dijo que te escribió, pero no le respondes.
   
—A ella ni a nadie le respondo.
   
Para lo único que he usado mi teléfono en estos días, es para ver tiktok y reel.
   
He ignorado todos los mensajes que me han llegado. La mayoría son de Rara, mensajes que ni siquiera leo, porque apenas me llega uno, borro el chat. Me ha llamado múltiples veces, pero cuelgo de inmediato. Algunos son de Yiyi, a ella sí que me gustaría contestarle, pero no soy capaz de leerlos, pienso que me va a pedir que me aleje de ella o que ya no le gusto. Y unos cuantos de mi madre, preguntando si estoy mejor de la gripe o si no me ha dado fiebre.
   
Está muy preocupada por mi salud, ya que para justificar no querer ir al colegio, me inventé unos síntomas para que pensara que estoy enferma, y ahora cree que algo malo pasa dentro de mí. Y a decir verdad, si hay algo muy malo dentro de mí, toda yo.
   
No me juzguen por seguir mintiendo. Sé que está mal decirle a mi mamá que estoy enferma, cuando no lo estoy, pero todo el mundo lo ha hecho alguna vez. Tengo motivos de sobra para hacerlo. Además, en más de setenta países ser LGBT es considerado una enfermedad, así que técnicamente si estoy enferma.
   
Me quedé mirando a mi hermana, pensando, hasta que suspiro y dijo:
   
—No marchites lo que esta creciendo entre tu y Yelitza. Sembraron algo bonito, pero tienes que regarlo para que florezca.
   
Sus dedos rozan mi mejilla, acariciándola, y prosigue:
   
—Entiendo que cuando algo te pasa, te aíslas del mundo para protegerte. Pero no te alejes de las personas que te quieren, pase lo que te pase. En un futuro puede que te arrepientas.
   
Un silencio se apoderó de la habitación. Ambas nos quedamos calladas. Reflexiono sobre lo que me dijo. Tal vez no deba alejarme de todo cada que me sienta triste, porque si hago eso, me pasaré la mitad de mi vida en mi habitación. La tristeza está presente en las personas a cada rato, solo hay que aprender a manejarla.
   
En medio del silencio, un ruido nos exalta. Es el timbre de la casa.
   
—Iré a ver quién es. —Sami se levanta de la cama, y sale de la habitación.
   
En eso, cojo mi teléfono para poner música. Tengo varios mensajes y llamadas de Rara. Cómo lo tenía en silencio no sonaba. Solo elimino el chat, sin siquiera leerlos.
   
Aún no estoy en un nivel de estabilidad emocional para responder a todas las preguntas que Rara tiene.
   
Solo por curiosidad, reviso el chat con Kamo. Y si, sigo bloqueada.
Kamo me bloqueó de cada red social existente el mismo día que discutimos. Hizo contacto cero conmigo. No lo culpo, me lo merezco. Pero eso no quita que duela, que duela mucho.
   
Ver cómo mi mejor amigo, o ex mejor amigo, me aleja de su vida, sin querer saber nada de mí, sin siquiera dejarme la posibilidad de ver su perfil de facebook, me destroza.
   
Llevo estos días mirando las fotos que tengo con ellos en mi celular, que son muchísimas. Recordando lo feliz que era a su lado.
   
Un recuerdo que no puedo sacar de mi mente, es el del primer día que conocí a Kamo. El día que lo defendí de esos acosadores, y nos hicimos mejores amigos. Me sé de memoria todo el discurso de amistad eterna que le dije ese día. Ese que él mando a la mierda.
   
Sami regresa. Se para en frente de mi puerta. Pero no entra, ni se va. Solo se queda estática ahí.
   
—Tienes visita. —Me informa jugueteando con su arete.
   
—Oh si claro. Debe ser Mary. —Ella es la única chica de mi salón que no me desagrada.— Le pedí que me pasará las anotaciones y las tareas que han dejado estos días en el cole. Pensé que me los enviaría por Whatsapp, pero bueno. Dile que las dejé en la mesa.
   
—No, no creo que sea Mary. —dice mi hermana, apartándose de la puerta. Dejando entrar a alguien.
   
Entra a mi habitación la última persona en el universo que pensé ver. Rara.
   
Se detiene frente a mi cama. Está sudado, como si estuviera corriendo. Con el cabello alborotado. Aún con el uniforme del colegio.
   
—Tenemos que hablar —vociferó.
   
Las primeras cosas que se me ocurren hacer son: Huir. Negarme a hablar con él. Echarlo de mi habitación. También podría cambiarme de país y de nombre.
   
Pero al fin entendí. Que a veces es mejor no pensar tanto, no darle tantas vueltas al asunto, no especular sobre lo que puede ocurrir. Que lo que tenga que pasar, pasará. Ya sea tarde o temprano, bueno o malo, breve o eterno.
   
Desde mi cama, con expresión neutra, le contesto:
   
—Hablemos.

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Nota del autor: Hellooooouuu.  empezamos fuerte. Ustedes que creen que le dirá Rara a Theslya?

Cuéntenme aquí si alguna vez se han distanciado de una amistad cercana.

Cuénteme aquí que haces cuando algo grave pasa en tu vida.

Les mando love del bueno soñadores.

¡Que se joda el amor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora