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Me bajo de la yegua cuando llegamos a la casa de Dominic. Vuelvo a seguirlo a él cuando termina de meter a sus vacas dentro del corral y tiro de la cuerda para traer a Emma conmigo cuando atravesamos la estancia de una punta a otra para llevar los caballos al establo.

El sol comienza a ponerse en el horizonte, creando un resplandor naranja rosáceo entre los árboles. Dominic abre las puertas del establo y yo guío a Emma a su corral. Ella de inmediato se acerca a beber agua y luego Dominic le quita las cuerdas y la silla mientras yo lo observo.

Cuando él termina de acomodar cada cosa en su respectivo lugar, me regresa la mirada.

—Muy bien, yo cumplo mis apuestas. ¿Qué quieres comer?

Le sonrío, recordando mi victoria. Le he ganado al mismísimo Dominic Lammonsoff, quien parece tener demasiada experiencia con los caballos y el campo.

—¿Qué hay aquí que sea bueno? –pregunto, metiéndome las manos en los bolsillos de los vaqueros que pude ponerme al pasar por casa de mis abuelos anteriormente.

—¿Además de la comida de tu abuela? –agrega, y yo sonrío. —Sé de un lugar.

Salimos del granero y cruzamos el patio para buscar la camioneta. Dominic se detiene frente al parque del pueblo y nos bajamos juntos. “Hot Chicken’s” leo cuando cruzamos la calle.

Lo observo todo al entrar. Dominic me guía hacia una mesa y luego el dueño del lugar se acerca a nosotros y lo saluda como si se conocieran de toda la vida.

—Ella es Lonnie, prima de Davon y nieta de Rafaela. –le dice Dominic. —Él es Fred, hace el mejor pollo frito del mundo.

Lo saludo con una sonrisa y luego Dominic toma la carta para ojear lo que pedirá. Decido dejarlo todo en sus manos ya que parece conocer lo que sirven aquí.

—¿Tienen salsa picante? –pregunto.

—¿Te gusta la salsa picante?

—Adoro la salsa picante. –contesto, alzando las cejas.

Dominic sin dejar de mirarme, le habla a Fred:

—Tráenos el especial con variedad en salsas picantes y dos botellas de Sprite.

Mi sonrisa se estira y Fred se larga para volver a los pocos minutos con todo lo que Dominic ha pedido. Ojeo las salsas y las pruebo con el dedo meñique, comprobando que algunas son muy buenas.

Miro a Dominic, quien me devuelve una mirada arrugada.

—¿Así que te gusta un poco? –pregunta lobuno y al mismo tiempo sin entenderlo.

—Adoro la salsa picante. Tengo un don, y es no sentir tanto el efecto. –hundo una pieza de pollo de lleno en la salsa picante estilo mexicana y vuelvo a mirarlo. —¿Quieres probar?

—¿Y tener un derrame cerebral? No, gracias.

—Anímate, gallina.

Sus cejas se elevan en un gesto asombrado y provocativo.

—¿Me dijiste gallina? Tú de verdad eres competitiva, Lonnie. Pero yo lo soy más. Ahora dame eso.

Indomable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora