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Cuando regreso a la hacienda de Dominic por la noche, no encuentro su camioneta en la entrada, señal de que todavía no ha terminado con la cirugía que tenía programada.

Me doy una ducha y la cama se siente enorme al no estar él a mi lado. Sin pensarlo mucho, decido enviarle un mensaje.

Yo: ¿Muy ocupado?

Su respuesta llega casi al instante.

Dominic: Casi terminando. ¿Preocupada?

Ahora estoy sonriéndole a una tonta pantalla.

Yo: Solo curiosa. Te veré luego.

Dominic envía otra respuesta:

Dominic: Descansa, vaquera.

Apago la pantalla y me recuesto, cerrando mis ojos. Pero luego se me ocurre una idea y no sale de mi cabeza hasta que me tiene de pie, saliendo de su habitación y bajando las escaleras hacia la cocina.

Me quedo de pie junto a la mesada, analizando algo rápido que pueda hacer y me decido por preparar una pizza. Sé que hay salsa preparada en el refrigerador y solo tengo que ponerme a amasar un poco. Pongo algo de música en el móvil y me pongo manos a la obra.

Solo transcurre media hora hasta que escucho el motor de una camioneta afuera. Sonrío involuntariamente cuando la puerta principal se abre y la luz del vestidor se enciende. No hay más ruidos hasta que él aparece por el umbral para intentar apagar la luz. Pero su mirada cae sobre mí y su expresión se llena de sorpresa.

—Hola. –le digo.

Una sonrisa confusa se estira en sus labios y se acerca a mí.

—¿Qué estás haciendo? Es casi medianoche.

—Supuse que estando tan ocupado, no tendrías tiempo de cenar y como yo he cenado en la casa de mi abuela decidí prepararte algo a ti.

Él me mira atontado durante un segundo antes de estirar su mano hacia mí. Yo la miro y luego la tomo, y Dominic me empuja con prisa hacia su cuerpo, apretándome y luego tomando mi cuello para inclinar mi cabeza hacia un lado y chocar contra mi boca.

Separo los labios y me abrazo a su cuerpo mientras respondo al beso que deja caliente mi sangre una vez que se Dominic se aleja, sin dejar de sujetar mi nuca.

—Me han entrado unas ganas terribles de desnudarte y hacerte el amor, Lonnie. –sonríe contra mi boca.

—Puedes hacerlo, en cuanto te des una ducha y comas algo. –le digo. —¿Cómo ha ido la operación?

—Complicada, el cachorro ha quedado en cuidados intensivos. Grace hará guardia esta noche. –responde y besa mi cuello, cansándome un estremecimiento.

Se separa de mí y abre el refrigerador para luego llevar dos vasos con zumo de naranjas que él mismo preparó en la mañana. Termina convenciéndome de sentarme y comerme una rebanada de pizza junto a él. Cuando terminamos, comienzo a ordenar cada cosa en su lugar. Al intentar lavar los platos, los brazos de Dominic me rodean desde atrás. Me echo a reír cuando ataca mi cuello a besos, causándome cosquillas con la respiración.

—Dominic... –jadeo en risas.

—Quiero que me acompañes al jacuzzi. –murmura y me besa el hombro.

En ese instante el corazón se me paraliza. El jacuzzi, donde lo vi aquella noche. Lo miro sobre mi hombro y estiro una sonrisa juguetona.

—Esa es una invitación muy interesante.

—Te juro que lo será.

Trago saliva y luego Dominic me lleva de la mano hasta su habitación. Lo observo mientras prepara el agua del jacuzzi y cuando me quito la camiseta, siento el peso de su mirada sobre mí. Entonces me desnudo frente a él, sin apartar la mirada de sus ojos.

Indomable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora