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El canto de los gallos me traen a la realidad. Me desperezo y al darme la vuelta, no puedo evitar soltar la primera sonrisa de mi día. Admiro al hombre que duerme plácido a mi lado. Me muerdo el labio inferior al observar su piel tatuada en algunos sectores de sus brazos y como parece estar teniendo un sueño de maravilla.

No me resisto y lo abrazo, comenzando a dejar besos por su mejilla hasta la comisura de su boca. Dominic gruñe dos veces seguidas.

—Por Dios, Lonnie; me haces comenzar el día duro y no es justo. –murmura con la voz ronca.

Me rio contra su mejilla mientras dejo el siguiente beso. —¿Puedo hacerte el desayuno?

Él vuelve a gruñir, esta vez complacido, y noto como estira una leve sonrisa. —¿He hecho algo bueno para ganarme ese premio?

Abre los ojos y ladea la cabeza para mirarme. Sus pupilas están dilatas sin dejar espacio a aquel verde que tan loca me vuelve. Esa perversión oculta en su pregunta me hace sonreír.

—Tal vez has hecho algo increíble. –respondo, siguiendo su juego.

Él vuelve a sonreír y relame sus labios antes de acercarse a mí.

—Solo si primero me dejas desayunarte a ti.

Estampa su boca contra la mía sin previo aviso y su lengua se desliza dentro de mi boca. Su cuerpo empuja el mío hasta ponerme boca arriba y subirse encima de mí. Poco a poco se arrodilla entre mis piernas hasta alejarse de mi boca.

—Todavía no me recupero completamente. –río cuando me abre de piernas. —¿Lo que quieres es torturarme?

Él sacude la cabeza y acerca su boca a la mía otra vez. —Lo que quiero es recuperar el tiempo perdido.

Me da un beso rápido y gimo cuando poza aquellos labios carnosos en mi mandíbula, en mis pezones, mi estómago y mi vientre. Termina con la cabeza entre mis piernas y me arqueo ante la primera lamida de su lengua.

Gimo cuando profundiza y me folla con hambre para luego terminar succionando suavemente mi nudo de nervios. Me hundo en la almohada y soy incapaz reaccionar, solo quiero cerrar mis ojos y dejarme llevar por el ritmo de su lengua enloquecedora.

Lo que para mí es una reacción al placer, para Dom parece ser algo negativo. Abro los ojos en un jadeo frustrado cuando aleja su boca de mí. No… No. Quiero más, mucho más.

—No te oigo muy contenta, Lonnie. –provoca. —Pídeme más. Y quiero que me lo pidas de la forma más sucia que conozcas.

—Dominic… Por favor, no me hagas esto. –le imploro.

—Es que quiero saber si te gusta tanto para continuar. Déjamelo claro.

—Me gusta, por favor, me gusta mucho.

Él me mira bajo esas pestañas, sin intentar ocultar aquella sonrisa provocadora y la satisfacción que le causa el estar torturándome de esta forma.

—Entonces no vas a tener ningún problema en pedírmelo.

Vuelvo a jadear. Joder, necesito su boca sobre mí. Lo miro implorante, él siempre gana.

Indomable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora