XIII: El crisol.

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Wolnihr caminaba inquieto por su castillo. La escuela número dos de Arcadia era un castillo a las afueras de la ciudad capital. El castillo negro fue, es y siempre será un bastión de esperanza y la manifestación física de la fuerza de Arcadia. Años de guerras marcadas en las paredes y Wolnihr se sentía igual como en aquellas épocas de inseguridad. Los soldados y oficiales saludaban marcialmente al director y gran maestro de su escuela. Uno de los maestros y el herrero del castillo de la escuela de Wolnihr, David Ironside, abrió su puerta y vio a su maestro acercarse con velocidad. Suspiro y regreso a su forja dejando la puerta abierta.

Wolnihr entro y cerró la puerta con llave – Si, estamos solos – Dijo David mientras retomaba su trabajo en el yunque. Una espada larga al rojo vivo estaba siendo forjado a fuego y fuerza bruta del maestro herrero – Necesito tus servicios, Ironside – David termino de golpear la espada con su martillo y la metió en agua fría para templarla – Y apenas va a ser medio día y ya tengo un encargo... ¿a qué se debe la ocasión, Wolnihr? – Pregunto David sin quitar de vista la espada que estaba dando forma – Requiero que enciendas de nuevo el crisol y vuelvas a forjar mi... – David alzo la espada, aun humeante para ponerla en el rostro de Wolnihr, interrumpiéndolo – ¿Sabes lo que me estas pidiendo, anciano? – Wolnihr no le quitaba la vista a su herrero – Te pido que fundas mi armadura... y la reformes al estilo de Vannah – Exigió Wolnihr con firmeza, David, bajo la espada y la metió de nuevo al agua.

– Sabes, eres un hombre muy terco a veces – dijo al fin David, mientras le hacia una seña a Wolnihr para acompañarlo al almacén de materiales – Hace mucho no me pides nada del crisol, mucho menos algo para ti – Dijo mientras movía una caja de magicita a un lado para descubrir una escotilla oculta en el suelo. Con un jalón, abrió el suelo y al fondo de unas escaleras, una luz blanca muy tenue se observaba al fondo– Digamos que quiero prepararme para una pelea – Dijo al fin Wolnihr mientras bajaba con David las escaleras – El crisol es una de las tantas herramientas de los antiguos dioses dragón – dijo David, explicando la historia del crisol – Los dragones ancestrales otorgaron estas herramientas para hacer armas y armaduras para desafiar los horrores del mundo e incluso, matar a los mismos dragones que los bendijeron – Ambos se detuvieron para ver una puerta de piedra con luz blanca emanaba detrás de ella.

David toco la piedra y susurro algo inaudible para Wolnihr y la puerta se movió por sí misma para mostrar un altar de piedra. En medio del altar, un crisol de piedra casi del tamaño de un sarcófago que brillaba con una fría y tenue luz blanca – Sabes bien como es este proceso. No podrás salir de aquí hasta que terminemos con tu pedido – Le recordó David a Wolnihr, el asintió en silencio – Bien, entonces pon las partes de tu armadura dentro del crisol – ordeno el herrero. Wolnihr empezó quitándose sus brazales y guanteletes que parecían garras. De ahí continuo con sus grebas, peto y gola. Una vez que los acomodo en el suelo, Wolnihr observó el daño de su armadura. Jamás había cambiado de armadura desde que se volvió gran maestro de su escuela. Los golpes y cortes que se observaban era como un recordatorio para él, no era intocable, mucho menos invencible.

Tomo las partes y los metió con cuidado al crisol. Los acomodo de tal manera que parecía como si su sombra se acostara al fondo. David tomo un puñal plateado y se lo entrego a Wolnihr – Una gota de sangre del dueño del acero que está en el crisol... – Ordeno David y Wolnihr asintió. Con la punta del puñal, se pinchó el dedo índice y dejo caer una sola gota de sangre. Al tocar la piedra, el crisol brillo con intensidad y un líquido blanco empezó a brotar de los poros de la piedra, cubriendo la armadura de Wolnihr. David se paró frente al crisol y extendió sus brazos como si estuviera realizando un encantamiento – Siéntate en algún lado Wolnihr, no quiero que te golpees cuando te desmayes – Wolnihr busco un pilar y se sentó – Nunca es fácil hacer algo aquí ¿cierto? – dijo, burlándose de la situación mientras su mirada se volvía más y más distante. David le dijo algo que no pudo escuchar, hasta que el mundo de Wolnihr era solo obscuridad.

La sombra del rey: Los Caminos de Gaia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora