Capítulo 3. Mi San Lang

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La fiesta concurrió como lo planeado, soplar las velas, pedir un deseo, comer pastel etc. La fiesta aún no terminaba pero aún así Xie Lian se fue con el pequeño Hua Cheng, por supuesto que avisó a sus padres con antelación y estos sonrieron y aprobaron.

Xie Lian parecía encantado con su nuevo didi.

Lo llevó al centro comercial a comprar mucha ropa, incluso algunas lindas pijamas aunque un poco vergonzosas para el pequeño Hua Cheng pero como a su gege parecía gustarle mucho entonces simplemente aceptó. Al principio Xie Lian quería que el pequeño escogiera su propia ropa pero este dijo que no importaba, que realmente no sabía que elegir y que dejaría la decisión a su gege, confiando en sus elecciones.

Dos horas después, con muchas compras llegaron a la casa donde sus padres los esperaban para cenar.

—¿Fue divertido? —preguntó mamá Xie al ver lo feliz que estaba su hijo mayor.

—Así es, fue muy divertido —respondió sonriente.

—Eso es bueno.

Cuatro personas en el comedor cenando de forma pacífica, en ocasiones con conversaciones triviales y algunas risas, el único que no participó en nada fue obviamente el más pequeño.

Al terminar de cenar ambos se fueron a la habitación y se preparaban para dormir después de un día bastante ocupado.

—Tomaré un baño, ¿San Lang vienes también?

—Y-Yo me bañé antes, no creo que sea necesario... —respondió.

Xie Lian solo se rió y se fue a bañar. Cuando terminó se encontró con el pequeño Hua Cheng quien ya se había puesto una de las pijamas que compró Xie Lian, una linda pijama de oso.

La cama es bastante grande como para tres personas pero el pequeño se acurrucó en un rincón, al ser pequeño quedaba un gran espacio en el medio.

—San Lang, acércate un poco, ¿Puedes?

El pequeño no lo pensó e hizo lo que pidió. En cuanto se acercó, Xie Lian lo tomó entre sus brazos y se acomodó para dormir.

En el pasado siempre era él quien se acomodaba en el abrazo de Hua Cheng debido a que este era más grande por supuesto, esta vez tenía el privilegio de abrazar a un pequeño Hua Cheng y obviamente estaba muy contento. El pequeño se adaptaba a su abrazo tan perfectamente como si ellos dos fueron originalmente hechos a medida para encajar perfectamente, como el sol y las nubes, la luna y las estrellas.

—Está bien si te abrazo ¿Cierto? —preguntó aunque obviamente luego de haberlo ya abrazado.

—Sí, sí —el pequeño respondió contento mientras devolvía el abrazo.

Aunque solo se hayan conocido hace unas pocas horas (al menos en ese mundo) Xie Lian notó que no hay absolutamente ningún rechazo por parte de este pequeño Hua Cheng por él, lo cual lo hizo actuar con tanta cercanía y familiaridad e incluso el menor parecía disfrutarlo también así que se entusiasmó.

—Mañana es domingo así que podemos salir, daremos un paseo y te enseñaré muchas cosas buenas.

—Gracias, gege.

Xie Lian acarició su cabello suavemente cuando se dió cuenta de algo, el pequeño aún tenía el parche.

—San Lang, ¿No te quitarás el parche para dormir? En realidad puedes relajarte mientras estés conmigo.

El pequeño pareció dudar un poco pero finalmente se lo quitó y lo guardó debajo de la almohada. En la habitación medio oscura en dónde la única luz era la que se filtraba por la ventana de vidrio, aquél pequeño ojo carmesí parecía brillar inusualmente.

—Lindo, muy lindo —Xie Lian sonrió.

El pequeño estaba avergonzado y escondió su rostro en el pecho del mayor.

Xie Lian no era alguien originalmente cursi y muy cariñoso pero después de haber anhelado y extrañado tanto a su amado, ¿Cómo no serlo? ¿Además que ahora es un niño pequeño y lindo? Para todo hay excepciones.

—Mi San Lang es muy lindo —depositó un pequeño beso en su cabeza antes de quedarse dormido.

El pequeño Hua Cheng estaba un poco aturdido no solo por haber sido llamado lindo sino también porque su gege dijo que era suyo, entonces...

"¿Está bien pensar que gege también es mío? ¿Solo mío?"

Con esos pensamientos el pequeño finalmente se quedó dormido mientras escuchaba la suave respiración y el lento palpitar del corazón de su gege. Feliz, muy feliz entre sus brazos.

Aunque fue un día sumamente feliz para Xie Lian, en la madrugada tuvo una pesadilla. Pesadilla en la cual estaba en su antiguo mundo de cultivo, dónde a pesar de ser él un Dios solo pudo ver como su amado se convertía en mariposas plateadas, mariposas que luego se dispersaron como polvo en el viento, aquél día en donde perdió a su amado junto con sus ganas de seguir viviendo.

Aunque esperó y esperó, nunca pudo encontrarlo, ni siquiera podía morir aunque estuviera desconsolado y con dolor, San Lang nunca más volvió a su lado y lo peor es que poco a poco, conforme pasaban los años cada rastro de su amado era borrado y al final no quedó nada, ni siquiera un registro en el mundo mortal como si él nunca hubiera existido...

Xie Lian se despertó asustado y al borde de las lágrimas. Ese era un miedo en lo más profundo de su corazón, aunque tenía pesadillas muy pocas veces pero cuando las tenía siempre era lo mismo.
Miró al pequeño entre sus brazos y se consoló así mismo.

"Está bien, está bien, San Lang está aquí entre mis brazos y esta vez no lo soltaré sin importar qué."

Y así finalmente durmió hasta el siguiente día.

El primero en abrir los ojos fue Hua Cheng, no solo porque estaba acostumbrado a levantarse temprano en el orfanato sino también porque estaba muy emocionado de salir a pasear con su gege el cual seguía dormido y abrazándolo. Se quedó disfrutando un momento hasta que le llegó el impulso de besar su rostro así que se despegó un poco del abrazo y con un poco de dificultad solo pudo llegar a besar la barbilla del mayor, un pequeño y rápido beso temiendo despertarlo y se volvió a acurrucar entre sus brazos.

Xie Lian emitió un leve sonido antes de despertarse, lo primero que vió al abrir los ojos fue al pequeño Hua Cheng, lo apretó más cerca de él y susurró suavemente.

—Buenos días, San Lang.

—Buenos días...

Xie Lian miró el reloj en la pared el cual marcaba las seis de la mañana.

—Aún es temprano, podemos dormir una hora más a menos que San Lang no pueda dormir más.

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