11. Okinawa

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Esta tarde es libre porque estamos viajando a Okinawa, el productor y el director se han asegurado de que todo fuera perfecto, nos han reservado un viaje de primera clase a Rin y a mi, Bachira, Sae, Shidou y los demás escoltas vienen con nosotros también, la producción va a encontrarnos más tarde después de resolver algunas cosas. Miro por la ventana del auto que pasa a recogernos cuando llegamos, soy bastante consciente de la rodilla de Rin contra la mía, rozándose con cada movimiento del coche. Bachira está del otro lado, mirando por la ventana sin prestar atención a nosotros, Sae va de copiloto con los ojos cerrados y estas almohadillas de dormir, nadie parece estar prestándonos atención pero se siente como si todos en este auto supieran lo que hemos estado haciendo.

— ¿Nervioso? —susurra Rin contra mi oído, tiene los brazos cruzados y podría jurar que está igual de rígido que yo, ¿todo esto le estará atormentando la cabeza también?

— Estoy bien. —respondo —. Bien.

Él sabe que no es cierto y otro apretón en la panza me recuerda que fue mi mejor amigo por bastante tiempo, sabe leerme demasiado bien.

Cuando llegamos al hotel en el que vamos a hospedarnos durante los próximos tres días, bajamos del auto y Rin pide que lleven nuestras maletas a nuestras respectivas habitaciones mientras tira de mi a la recepción, en cuanto nos dan nuestras tarjetas para abrir las habitaciones vuelve a tirar de mi, nos mete rápido al ascensor y sus dedos tamborilean contra el tubo a un lado.

— ¿Qué pasa? —le pregunto, me mira mientras las puertas se cierran y acorta la distancia entre nosotros, me besa, acunando mi cara entre sus manos, respiramos hondo, pesado, besándonos como si en ello se nos fuera la vida, de pronto estoy muy consciente de que he querido estar a solas con él todo este tiempo y compartir el beso que estamos compartiendo.

Dios, un día y no puedo estar sin besarlo.

Hay un gemido envuelve el espacio entre nosotros, la musiquita del ascensor no hace más que inquietarme, ¿cuánto más va a tardar en llegar a nuestro piso?

Rin se separa, me mira fijamente, como si mis ojos pudieran decir algo que las palabras no y aunque me obligo a apartarme, no puedo.

— Dime que también te morías por esto —dice —. No quiero ser el único enloqueciendo aquí.

El sonido de las puertas abriéndose nos hace apartarnos, dos personas están paradas frente a nosotros y cuando veo el número del piso, todo lo que puedo decir es un débil "Oh", ellos están esperando a que salgamos, paso primero y siento la presencia de Rin detrás de mi.
Mi habitación está frente a la suya y me detengo en medio del pasillo, debería entrar a la mía, pero no quiero.

Desliza la tarjeta y su puerta se abre, entonces, como si tal cosa, entro detrás de él. La puerta se cierra con un clic y todo lo que viene después de eso es una fiesta de manos y cuerpos pegados, de ropa volando por la habitación, de labios y lenguas. Debemos parecer tan desesperados como estamos, se deja caer contra el colchón y pasa los brazos detrás de su cabeza, mirándome, su ceja alzada debería irritarme, no lo hace.

Me subo a la cama, gateando hasta estar sobre él, su ereccion roza mi culo y un espasmo me recorre el cuerpo completo, me inclino y vuelvo a besarlo, sus manos me rodean la cintura, las mías se pasean por su pecho, tanteando la zona, es todo piel suave y limpia, no tiene ni una pizca de pelo ni manchas, sus rosados pezones están ahí pidiendo atención y se las doy, los aprieto, juego con ellos mientras me descubro frotándome contra su polla, mi culo es un sube y baja, sintiendo pequeños espasmos cuando la polla húmeda de Rin se detiene entre mis nalgas y se desliza fuera.

Descanso mi cabeza en su hombro y chupo, él gime y sus caderas se alzan, buscando penetrármele y yo muevo las mías hacia abajo, queriendo que lo logre.

Entonces me separo, lo miro y me relamo los labios, su cara está ligeramente sonrojada, siento mis mejillas calientes cuando tanteo su polla con las manos y la alineo en mi entrada, Rin jadea sin dejar de mirarme y sus manos se aferran a mis nalgas, separándolas para que entre mejor en mi, me dejo caer de golpe y es la cosa más placentera que he sentido jamás, mis ojos pierden la orbita, se van hacia atrás de inmediato, mi cabeza cede a su peso y cae, ambos soltamos un gemido y sin dar paso al dolor que eso me provocó, me concentro en el placer y comienzo a moverme, a montarlo.

Estoy —haciéndolo lo mejor que puedo— porque no es como que haya estado con un hombre antes así que no tengo experiencia montando pollas, hasta ahora solo me he concentrado en dejar que Rin tome el control y haga lo que quiera conmigo y me gusta, pero también me gusta tener el control yo, me permito pensar que lo estoy haciendo bien porque se derrite en jadeos y gemidos, gime mi nombre después de un "Oh, Joder" que me pone los pelos de punta y es eso, su voz fuerte y grave lo último que faltaba para correrme en su estómago, Rin se muerde el labio inferior, se limpia mi semen con sus manos y aprieta mis pezones, embarrándolos de mi, se encarga de darme la vuelta y dejarme contra el colchón y sus embestidas vienen una tras otra, me lame el pecho, llevándose mi sabor en su lengua y si no estuviera tan cansado, seguramente me pondría duro de nuevo.

Se sale antes de correrse y alcanza a llenarme las nalgas con su semen y luego se deja caer a mi lado, jadeante, falto de aire.

— Si —digo y no parece entender de qué hablo —. También moría de ganas por esto.

Me sonríe, cierra los ojos y suspira.

Y yo también estoy cansado y cierro los ojos y me acomodo contra su pecho, y tal vez es el calor del momento o lo que sea, pero me encuentro diciendo:

— Alguna vez tendrás que dejarme joderte.

Su cuerpo se tensa debajo de mí y siento sus latidos debajo de mi oído.

— Alguna vez —susurra —. ¿Significa eso que habrán más veces?

Me incorporo solo para verlo bien, me está mirando también, está sonriendo.

— un par más, tal vez.

Asiente.

— Tendrás que llevarme a un par de citas entonces, no dejo que cualquiera entre en mi sin siquiera esforzarse.

— ¿Has dejado que te follen? —pregunto, tratando de ignorar la astillita que se aloja en mi pecho.

— No —se ríe —. Soy más de estar arriba, pero si quieres y te esfuerzas, puedo dejarme.

— Si me esfuerzo.

Y entonces, contrario a todo pronóstico, de verdad quiero esforzarme.

Mierda. Lo haré.

Detrás de escena [Rinsagi +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora