EPÍLOGO

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Poco más de dos años después.

 — ¿Por qué les dijiste que vinieran tan temprano? — Xiao Zhan se quejó, yendo y viniendo de un lado a otro de la casa.

Wang Yibo reía, la vista de Xiao Zhan era muy divertida y satisfactoria. 

  — Porque se supone que sea comida, cielo, no una cena.

Xiao Zhan le miró con las mano sobre las caderas, cejas fruncidas y ojos asesinos, no le daba gracia.

  — Tranquilo Zhan, sólo son los chicos, no pasa nada.

Tomó su rostro entre sus manos y depositó pequeños besitos sobre toda su cara, parando en sus labios y dejando uno muy largo y lento ahí, succionando su labio inferior para finalizar. Xiao Zhan sonrió, no podía enojarse con él aunque quisiera, y su actitud relajada solía contagiársele la mayor parte del tiempo.

Una vez que Wang Yibo hubo calmado a la fiera, ambos se dispusieron a terminar de recoger la casa y luego preparar la comida. Se movían tan bien por la cocina, y Xiao Zhan solía cantar y menear las caderas mientras revolvía cualquier cosa que tuviera en la estufa o si cortaba algo sobre la mesa. 

Wang Yibo adoraba cada segundo que pasaba al lado de ese hombre.

Los muchachos llegaron horas después, primero llegaron Li Xian y Dylan y media hora después Cheng y Jeng, éste último disculpándose por la tardanza pero su esposo no encontraba su otro zapato. 

Las tres parejas se reunieron en la mesa, conversando y comiendo los platillos que Xiao Zhan y Wang Yibo habían preparado. La casa se había llenado de risas y diferentes historias graciosas. Para gusto de ambos, tanto los amigos de Xiao Zhan como los de Wang Yibo se habían llevado muy bien entre ellos, y usualmente solían salir todos juntos los viernes por la noche a algún bar o restaurante para cenar, también se juntaban en sus casas de vez en cuando, rotando el lugar de reunión entre las tres parejas.

Luego de que Xiao Zhan les sirviera el postre, Wang Yibo se puso de pie y llamó la atención de los presentes. Xiao Zhan supuso que iba a hacer algún anuncio importante acerca del trabajo, pues algo debían estar celebrando si es que el castaño había pedido que se juntaran todos entre semana.

  — Cielo — lo oyó decir. Sus ojos volaron a los de él y le sonrió, asintiendo para que supiera que tenía toda su atención — Delante de nuestros amigos más cercanos, quiero decirte que no hay un solo día en el que no agradezca el despertar a tu lado, mirarte bañado en la luz del sol es un regalo magnífico.

Xiao Zhan se sintió abochornar, podía sentir que las miradas de sus amigos iban de él a Wang Yibo sin entender.

— Eres todo lo que siempre busqué en una persona, e incluso mucho más. Siempre te he dejado claro que quiero tener una vida larga a tu lado, te quiero por siempre para mí — Xiao Zhan rió ligeramente, Wang Yibo era tan posesivo y dulce a la vez — Por eso, cielo, quiero que seas mío por todas las de la ley.

Los ojos de Xiao Zhan se ampliaron cuando vio a su novio arrodillarse delante de él, sacando una pequeña cajita de terciopelo negro. Las lágrimas apenas dejaban ver claramente a Wang Yibo, quien extendía la caja con un anillo de plata.

— Cásate conmigo, Xiao Zhan, pasa el resto de tus días a mí lado.

Cheng lanzó un alarido y Li Xian comenzó a aplaudir como un desquiciado, codeando a Dylan, quién aún no se había arrodillado delante de él con ese propósito. 

  — Por supuesto que sí, mi amor.

Xiao Zhan se lanzó al suelo junto a él. Aquello era perfecto, nunca le habían gustado las propuestas escandalosas que solían circular por el internet. Le plantó sonoros besos por todo el rostro, haciendo reír a Wang Yibo mientras lo abrazaba. Seguían en el suelo, besándose con intensidad y alegría cuando sintieron que los chicos les tiraban las servilletas encima.

  — ¡Consíganse un cuarto! — murmuró Dylan.

— Ésta es nuestra casa — contraatacó Wang Yibo.

— Entonces esperen a que nos vayamos, cotailandeses. 

Todos rieron, Wang Yibo le puso el anillo a Xiao Zhan y luego se pusieron de pie, disfrutando del pastel.

Oh, Wang Yibo ansiaba que los intrusos se fueran de una buena vez para poder disfrutar de su prometido.

  ~*~ 

Saltó rápidamente, envolviendo sus piernas en las caderas ajenas mientras Wang Yibo le apretaba contra la puerta. No habían ni terminado de cerrar la  puerta cuando Wang Yibo ya estaba presionando sus caderas contra su trasero.

Las ropas comenzaron a sobrar y fue Xiao Zhan quien se deshizo de sus camisetas. Wang Yibo los trasladó a la habitación, dejando al pelinegro sobre la cama para arrancarle los pantalones. Xiao Zhan rió, levantando las caderas para que la ropa saliera con facilidad. 

Prontamente ambos estaban desnudos. Las manos de Xiao Zhan recorrían la piel desnuda de la espalda de Wang Yibo, enterrando las uñas de vez en cuando y rasguñando, haciendo a Wang Yibo gruñir contra su cuello.

Sentían sus emociones a piel viva, ansiaban tocarse y sentirse más, ni todos los besos y caricias que se daban bastaban. Hacían el amor cada día, al despertar en la cama, unas veces en la ducha, más tarde sobre la mesa, empujando los restos del desayuno al suelo. Se hacían el amor a la hora de la comida y luego de la cena, antes de dormir. 

Habían hecho el amor en cada lugar y posición existentes, sin embargo nunca tenían suficiente el uno del otro.

Xiao Zhan envolvió sus piernas alrededor de Wang Yibo, elevando las caderas y sintiendo el miembro ajeno alinearse contra su entrada. Ambos gimieron cuando Wang Yibo se introdujo de una sola estocada, haciendo que Xiao Zhan viera las estrellas.

Era jodidamente perfecto, no sólo el sexo, sino todo. Wang Yibo era jodidamente perfecto, su tacto, su manera de hablarle, la forma en que lo trataba. Cada día se sentía más y más lleno a su lado.

Xiao Zhan gimió su nombre, una, dos, tres veces, perdiendo la cuenta. Wang Yibo recorría su aterciopelada piel con la punta de los dedos, apretando los mismos alrededor de su cadera con fuerza antes de girar y colocar a Xiao Zhan sobre él.

La forma en la que el chico se movía, en la que subía y bajaba sobre él le volvía loco. Wang Yibo siempre solía pensar que aquella era la posición que los representaba, pues Xiao Zhan siempre estaría sobre él, sobre todas las cosas, siempre lo pondría primero ante cualquier situación.

Xiao Zhan enterró las uñas en el abdomen ajeno y anunció su orgasmo, gimiendo el nombre de Wang Yibo una y otra vez, moviéndose más rápido.

Ambos alcanzaron el orgasmo juntos, el pelinegro se desplomó sobre el pecho de Wang Yibo, sin importarle que estuvieran sucios. Xiao Zhan cerró los ojos, sonriendo y sintiéndose satisfecho en todos los sentidos.

— Te amo, Wang Yibo —musitó antes de besar el pectoral de Wang Yibo y volver a apoyar la cabeza sobre su pecho.

—Yo también te amo, como un loco.

Xiao Zhan rió, dejando que un escalofrío recorriera su cuerpo al sentir los dedos de Wang Yibo deslizarse por su espalda baja y luego subir sobre su columna vertebral. Se permitió cerrar los ojos y quedarse dormido bajo las suaves caricias de Wang Yibo.








FIN

𝑷𝒓𝒐𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂 𝑳𝒂𝒃𝒐𝒓𝒂𝒍  [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora