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Había sido un día duro, para ambos. Ella tenía muchas cosas que procesar y él tenía que tener paciencia con ella, sabía que su amada no iba a sanar ni corresponderle de la noche a la mañana, pero estaba feliz de tenerla por fin tan cerca, de tenerla en su vida. Quería abrazarla por detrás y dormir acurrucado a ella pero sabía que aún no era el momento adecuado.

Por la mañana se despertó sola, Miguel no estaba en la casa. Supuso que se fue a trabajar, no sabía su horario pero aún así se levantó e investigó cada rincón de la casa. Trepó por las paredes y por el techo en busca de un pasadizo que diese al exterior pero no hubo éxito.

—Miguel, está buscando una forma de salir —informó Lyla mientras él trabajaba construyendo máquinas.

—Que mona —dijo despreocupado, bien seguro de que no lo iba a lograr, sabiendo que podía estar tranquilo al respecto.

También buscó las cámaras de seguridad que supuestamente habían por la casa pero no las encontró, hasta llegar a pensar que a lo mejor no habían y Miguel se lo había inventado para tenerla manipulada, pero no veía sentido a no tener cámaras de seguridad, si ella fuese él también las pondría. Supuso que le costó más encontrarlas por ser la tecnología de esa dimensión más avanzada a la suya y no estar acostumbrada a ella, a lo mejor hasta eran invisibles. ¿O las cámaras de seguridad sería Lyla? Podría ser, tenía sentido.

Fuese como fuese, también le extrañó que no hubiesen balcones ni ventanas, ni aparentes medios de ventilación. Se preguntaba cómo es que se ventilaba el piso, pero sobretodo, lo que más se preguntaba, es como hacía Miguel para entrar y salir de él. Supuso que a lo mejor a través de portales, como Dr Strange. Quizá usaba ese reloj que llevaba en una de sus muñecas. Pensó en robárselo, o intentar usarlo mientras él durmiese a su lado en la cama, pero eso sería muy arriesgado, y quizá tenía un sistema de seguridad complejo de desactivar y probablemente tendría que averiguar cómo usar ese maldito reloj para volver a su dimensión, y era una tecnología que escapaba de su entendimiento.

De todas formas, si lograse salir de allí, de ese piso: ¿A donde iría? No conocía la ciudad ni el mundo en donde estaba, no conocía a nadie, y suponía que no existía, que era como un fantasma, como una inmigrante ilegal, sin dinero y sin papeles ni nada que demostrase que existía, que era una persona real y viva. Y si volvía a su dimensión, no sabía que había hecho Miguel con el cuerpo de su ex pero le daba miedo que tuviese que pagar ella por su crimen ante la justicia y la sociedad.

De repente quedarse allí le pareció una buena opción, no la mejor de todas, no la más deseable, pero... De momento era la mejor. Tenía que hacer de lado su deseo de salir de ahí y más la de volver a su dimensión.

Rendida, se dedicó a observar el piso con más detenimiento. Exceptuando por la cocina, el piso tenía lo justo. La cama, claramente, era de tamaño matrimonial y a cada uno de sus lados tenía unas mesitas de noche blancas con varios pisos de cajones. En una había un pequeño cuadro con una foto, no se había dado cuenta de su presencia hasta ese momento. Supuso que eso daba a entender que esa mesita y ese lado de la cama era el de Miguel. Se acercó y observó la foto. Era él con una niña pequeña. Se preguntó quién sería, ¿su hija? Si era así, ¿donde estaba ella? ¿Quizá era padre divorciado? Y si era así, ¿cuantos años tenía él? La foto no parecía de hace muchos años, ¿la tuvo muy joven o él se conservaba bien? No aparentaba más de 30 años.

Siguiendo con la inspección, abrió los cajones de su mesita y buscó a fondo algo: no sabía muy bien el que, pero algo raro.  Pero por suerte o por desgracia, solo había calzoncillos y calcetines. También, a ambos lados de la cama, más allá de las mesitas, había dos armarios grandes y empotrados a la pared. Supuso que el que estaba más cerca de la mesita de Miguel sería el de él, y el otro el suyo, porque sería lo lógico. Abrió su armario y, sorprendentemente, la mayoría de ropa ocupando casi todo el espacio ahí era suya. Al parecer no sólo cogió de su dimensión sus aparatos eléctricos y cableado. Su ropa era de la época estacional que había en su dimensión, primavera, asique supuso que allí también era primavera. Supuso que si volviese a su dimensión, eso sería un problema: molestarse de alguna forma en llevar de vuelta toda su ropa o dejarla ahí atrás para siempre. Las perchas con su ropa estaban ligeramente separadas por un espacio con las de él, el cual solo tenía cinco perchas; tres con conjuntos cómodos, que casi parecía ropa de estar por casa, un pijama y un traje gris apretado de pies a cabeza. La observó bien y le pareció horrible el diseño, a parte de que era todo blanco y gris. ¿En serio solo tenía 3 conjuntos y eran casi idénticos entre sí? ¿No sabía vestir? ¿Y en esa dimensión estaban obsesionados con el blanco o que?

the better option | miguel o'hara x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora