Capítulo 15 No te encariñes de tus errores

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Aprendí a jugar con el fuego de tu infierno, solo que esta vez, sin quemarme las alas.

                     -Dorian A.

 

Arreglé mi cabello, cambié de estilo, empecé a cuidar mi rostro; y no por las decepciones si no por mí, para sentir que por primera vez estoy haciendo algo sano por mí.  Salgo a correr por las mañanas, y es una manera muy saludable y agradable de relajarme; aunque tengo algunos malos hábitos, pero trato de mejorar cada día.

A diario hago ejercicio y me siento bien de diferentes maneras, unas veces lloro constantemente, no quiero hacer nada y quiero estar todo el día en la cama. Y otras veces me levanto muy temprano con ánimos de seguir adelante.

A pesar de mis nuevos hábitos (buenos y malos) me siento triste, con un vacío que no se llena con nada, algo en mí cambió, no identifico que es, pero algo es diferente.

Las pesadillas no me dejan tranquila por las noches, por eso la lamparita que yace en mi mesita de noche debe de mantenerse encendida, me da miedo en ocasiones dormir sola, cuando despierto por las madrugadas con las manos temblando por instinto envío mensajes a cualquier persona, y he llegado a la conclusión de que lo hago con la esperanza de que esa persona me responda y que no me de miedo.

Pero eso nunca pasa, nadie responde…

Descubrimos que tengo una enfermedad llamada “Rinitis Alérgica”, se ve como una simple gripa o una fiebre, pero esta dura todo el tiempo, se mantiene a base de tratamiento especial.

Si esta sigue en mi organismo, puede causarme problemas graves en la piel como; urticaria e hinchazón, problemas de respiración, estrechamiento de bronquios, silbidos en el pecho, vómitos y pérdida del conocimiento.

Soy muy sensible al polvo, al humo y al pelo de los animales, aunque eso último lo ignoré porque tengo 3 gatos y un perro. A mi mamá le ha molestado que tenga muchos animales en casa, pero yo no puedo darlos en adopción, ellos son todo para mí.

A veces estos síntomas son muy frecuentes, otras veces no los noto, incluso olvido que esto está en mi organismo; muchas veces me siento inútil, odio la parte en la que una enfermedad tiene el control sobre mí, no me permite hacer mucho esfuerzo porque me canso rápido, me siento cobarde al intentarlo y fallar.

Uno de mis miedos mas grandes es terminar internada en un hospital, los pasillos son tan largos y en cada habitación hay personas falleciendo lentamente, no quiero ver cómo mis seres queridos se alejan mientras mí vida depende de aparatos. No quiero estar sola.

Disfruto la soledad, mi espacio en donde puedo leer, ver una serie hasta la madrugada, pero, tengo miedo de estar en una habitación de hospital sola.

Tengo miedo de estar en un espacio cerrado, me han pasado unas cuantas veces en las que me atrapa un espacio pequeño, mi corazón palpita al máximo, no puedo hablar, tampoco respirar, siento que mis piernas flaquean.

Si pudiese definirme en una palabra sería la libertad, me identifica por la razón de que amo sentirme libre físicamente y mentalmente; para eso debo de salirme de cualquier lugar en donde me siento encerrada.

Estoy sentada en una banqueta de mi pueblo, la mirada fija en la nada. Alguien se sienta a mi lado provocando que gire de golpe y me topo con Dylan, el niño por quien estuve obsesionada por años, ahora no tan niño. Se quedó ahí sentado en silencio a lo que agradecí, no me apetecía hablar.

-¿Qué haces aquí?.

Acaba de arruinar el momento.

-Pues estar sentada, es obvio- mi humor no es el mejor en este momento.

Su expresión cambia a una mas divertida, y eso me irrita más.

Si algo caracterizaba a este chico es su arrogancia, se creía el dueño del mundo y que no hay nadie mejor que él.

Estamos cerca del final de esta historia, los capítulos al igual que los anteriores serán cortos.

Y voy a estar actualizado con frecuencia.

💜

ᴀᴘʀᴇɴᴅɪᴇɴᴅᴏ ᴀ ᴠɪᴠɪʀ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora