¿Que serías capaz de dar con tal de proteger a la persona que amas?, ¿qué ofrecerías con tal de salvar su vida?
Izuku Midoriya atraviesa por una situación difícil, la vida de su adorado pelicenizo está por extinguirse y jugando su última carta para...
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NARRADOR
Katsuki se había levantado de muy mal humor, regañaba a Izuku por el mínimo pretexto posible. Era un poco ajetreante, pero el pecosito hacía todo lo posible para comprenderlo.
—¡Deku, cuántas veces te he dicho que le pongas la tapa al cartón de leche! —vocifero el rubio recriminándole su error.
—Entiendo, no volverá a pasar, te lo prometo. —contesto tratando de zanjar la discusión, pero Katsuki se aferró y siguió buscando imperfecciones para discutir con él.
—¡Esto que hace en la sala! ¡Que hace tu ropa en la sala!
—Bebé, solo es una sudadera y una camisa, no es la gran cosa.
—¿¡No lo es Deku!?, ¡no lo es! —exclamo al borde de un ataque de ira—, ¡estoy harto de que seas tan descuidado y desordenado!
Izuku se paró del lugar donde estaba y mirando fijamente a Katsuki, se inclinó para besarlo. La intensidad de aquel beso fue tanta que el peliverde acabo montado por su pareja.
El contacto íntimo entre los dos no se fracturó y con la excitación hasta el tope, Izuku comenzó a besar el cuello de su pareja, provocando que Katsuki gimiera sin parar.
—Yo sé claramente por qué estás de mal humor. —susurro Izuku dejando de acariciarlo—. También extraño tu cuerpo, tus exquisitos gemidos, el sabor dulce de tu piel —confeso tocando su cuerpo por debajo de la bata de seda que llevaba.
Sentir su piel lo emociono al instante, lo acariciaba con tanta delicadeza, lo hacía como si fuese la tela de seda más costosa del mundo, sin duda alguna ya sabía de qué manera tocarlo para llevarlo a la gloria.
—Extraño hacerte el amor, ver cómo te estremeces y lo gozas tanto como yo. —agrego sin dejar de acariciarle los muslos.
—Deku. —gruño Katsuki en un intento de reprimir sus gemidos. Solo lo estaba acariciando y ya se había excitado.
—Pero no podemos hacerlo.
—¿Eh? ¡Y por qué no! —vocifero nuevamente cabreado.
—Debemos de cuidar a Kitty, ya mero va a nacer y cuando eso ocurra, te prometo que nuestra rutina íntima volverá a retomarse. —finalizo con una traviesa sonrisita para pararse del sillón.
—Te odio Nerd. —murmuro Katsuki cruzándose de brazos.
—Y yo te amo. —musito Izuku besando su frente de imprevisto, tenía que preparar el desayuno para recibir con el mejor optimismo aquel bonito día.
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