04. La esperanza de un amor destinado.

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Jimin se mantuvo caminando de un lado a otro, mientras, frente a él, su primo solo observaba los documentos que le había llevado su consejero hacía unos minutos

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Jimin se mantuvo caminando de un lado a otro, mientras, frente a él, su primo solo observaba los documentos que le había llevado su consejero hacía unos minutos. El omega, llevado por la tristeza que le generó ver a su hijo mayor sumergido en una depresión insana, había deseado ayudarlo de alguna manera para que el peso de la corona no le afectase tanto, pero tras hablar con su primo se dio cuenta de que no existía mucho por hacer en una situación sumamente política. Si Yongshik deseaba o no liderar la manada Choi no era algo que importase mucho, pues la manada norteña tenía tantas ases bajo la manga que, seguramente, sentarían en el trono al joven alfa sin tener en cuenta su opinión.

―Puedes decirles que la familia real no está de acuerdo con su petición y zanjarías este asunto de raíz ―mencionó el omega―. Tal vez así, dejen de insistir tanto con este problema.

―Si involucro a la familia real de esa manera, tendríamos una lucha interminable con la manada Choi y no quiero tener que lidiar con otra guerra nefasta ―respondió Hoseok.

―Pero, no podemos permitir que se lleven a Yongshik de esa forma. ―Jimin se acercó a su primo de inmediato, pidiéndole con la mirada que lo ayudase en ese asunto―. Hyung, tú eres mucho más astuto en las cuestiones políticas. Sé que puedes ayudar a mi hijo si te lo propones. Por favor, debemos encontrar la manera de que él sea desligado completamente de una responsabilidad que no desea tomar.

Hoseok suspiró pesadamente antes de apartar los documentos que estaba leyendo hasta ese momento. El trabajo que tenía era importante, pero sabía perfectamente que su primo no abandonaría su petición de manera fácil, pues se trataba del futuro de su hijo mayor, a quien amaba más que a nadie. Jimin nunca fue capaz de recibir una negativa de parte de alguien, siempre había conseguido lo que deseaba y se proponía. Siempre había conseguido salir victorioso de todo y ese asunto no iba a ser la excepción para él.

―Yongshik va a cumplir veintitrés años en unos meses, Jimin ―le dijo el mayor―. Las decisiones que tome le conciernen solo a él. ¿No crees que ya es lo suficientemente mayor para comenzar a lidiar con sus propios problemas? No siempre estará bajo tu cuidado.

―Es justamente por eso que estoy aquí rogando por ayuda; porque sé que mi hijo no quiere liderar esa manada y también sé que esos desgraciados harán hasta lo imposible por presionarlo. Se lo llevarán de aquí mediante amenazas y sé que Yongshik cedería ante la primera provocación si eso nos concierne a nosotros.

―Incluso la manada Choi sabe que no tienen poder suficiente para dañar a la familia del príncipe.

―Por supuesto, ellos no podrían cumplir sus amenazas por mucho que se lo propusieran. Nosotros somos mucho más poderosos en cuanto a ejército y estrategias, pero si de algo se caracteriza esa tonta manada es que siempre consiguen debilitar a sus enemigos, ya sea de manera física o psicológica. Eso hicieron con Jeongguk, destruyeron su mente mucho antes de que lo hicieran físicamente. Lo llenaron de tanto miedo que se vio obligado a salir de allí de inmediato. Y si no les damos lo que quieren, harán lo mismo con mi hijo. Lo quebrarán de tal manera que se verá obligado a aceptar ese puesto, sin importarles su felicidad.

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