Capítulo 11

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Hola :)


Capítulo 11

Óscar acababa de liar un cigarro y procedía a comenzar a fumárselo cuando Nando le advirtió rápidamente de que lo escondiera.

—Guarda eso, tío, ¡viene mi hermana!

Se encontraban en el salón de la casa de los Rubio y fuera llovía, así que los tres jóvenes de diecinueve años habían preferido pasar toda la tarde jugando a la PlayStation y fumando hierba, aprovechando que los padres de Nando no estaban.

El sonido de pasos bajando las escaleras había puesto en alerta al joven, que lo último que quería era que Sandra, de casi siete años, les dijera a sus padres que estaban fumando. Nando lo tenía totalmente prohibido, más aún si estaba en casa «cuidando» a su hermana.

—¿Qué quieres, Sandra? —preguntó antes de que la niña llegara a la sala—. Te he dicho que te pongas a ver los dibujos y no bajes aquí a no ser que tengas algún problema grave.

Sandra observó a Krystian y se puso roja al instante, como cuando su profesora de inglés hablaba con el profesor de educación física. Le parecía un chico muy guapo y su sonrisa era la más feliz que había visto nunca, cada vez que Sandra veía al amigo de su hermano le sudaban las manos y se quedaba sin nada que decir, algo extrañísimo, ya que la niña era una charlatana de primera.

—Es que me aburro, Nando.

—Pues juega a las barbies. ¿A mí qué me cuentas?

—Jo...

—Sube a la habitación, Sandra. —Su hermano suavizó su tono—. Cuando terminemos la partida cenaremos fajitas y te contaré un cuento, ¿vale? Pero no ahora.

—¿Y puedo cenar con vosotros? —preguntó Sandra, ilusionada.

—Sí —cedió Nando—. Pero sube a tu cuarto.

La niña obedeció, subiendo las escaleras de dos en dos, emocionada.

Óscar sacó de nuevo el canuto y lo encendió, después comenzó a fumarlo despacio.

—Qué suerte tienes con una hermana tan pequeña —comenzó el muchacho—, la mía está empezando la edad del pavo. Tiene catorce años y ya la he pillado un par de veces enrollándose con el vecino, te juro que no sé ni cómo reaccionar cuando me encuentro con ese percal.

Krystian sonrió.

—Menos mal que mi hermana es mayor que yo, así no me toca las narices ni me molesta con sus líos.

El cigarro pasó a las manos de Nando, que le dio una profunda calada.

—El día que Sandra me diga que tiene novio, le parto la cara al chaval.

Krystian comenzó a reírse.

—Ya será para menos, ¿no? Además, para eso faltan... ¿Cuánto? ¿Veinte años?

—No te rías tanto —intervino Óscar—, para mí, la semana pasada mi hermana todavía llevaba pañales y ahora no hago más que encontrarme tangas y tampones por toda la casa. Tío, el tiempo pasa muy rápido.

Nando dio una última calada antes de pasarle el canuto a Krystian. Cuando el humo salió de su boca, él solo lo dejó expandirse a su alrededor suavemente.

—No sé, Sandra es... es una niña. Me gustaría que no creciera nunca, que no se encontrara con ningún hijo de puta como tú. —Señaló a Óscar, riéndose y el aludido soltó una carcajada—. Os juro que como tenga que ver a mi hermana sufrir por algún imbécil...

Cada centímetro de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora