Capítulo 31

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Otro capítulo que es puro 🔥🙈 Espero que os guste ❤️


Capítulo 31

Sandra supo que algo iba mal cuando, tras cuatro días sin apenas noticias por parte de Krystian, él le pidió que acudiera a un hotel del centro de San Julián. Era un hotel moderno, el edificio contaba con cinco plantas y su característica fachada de granito negro era inconfundible.

Era la primera vez que ella entraba en ese hotel y algo le daba muy mala espina, de eso estaba segura. Sandra saludó al recepcionista situado en la entrada del edificio y pasó de largo sin que este le hiciera ninguna pregunta. Sabía a dónde se dirigía, así que no se detuvo hasta entrar en uno de los ascensores y subir hasta la planta número tres. Apenas tardó unos minutos más en encontrar la habitación número 304 y, cuando llamó suavemente a la puerta con los nudillos, su corazón parecía a punto de estallar de tan nerviosa que se encontraba.

Le había preguntado a Krystian unas cinco veces a través de mensajes si todo estaba bien, pero por mucho que él le asegurara que sí, había algo que no encajaba bien. Al principio había creído que se trataba del trabajo de Krystian, no en vano él había mencionado un par de veces que temía ser despedido, pero en esos momentos, tras haber sido citada en ese hotel, Sandra se imaginaba con claridad lo que podía haber sucedido.

—Hola —saludó él, abriendo la puerta.

Estaba guapísimo, como siempre. Su cabello casi rapado, sus ojos claros y rasgados, sus labios llenos en un gesto de seriedad... Sandra lo supo casi al instante.

—¿Estás bien? —preguntó.

Él se apartó de la puerta como respuesta para que ella pasara a la habitación. El interior de la estancia era muy agradable: el suelo era de madera oscura y las paredes estaban pintadas de gris, combinando a la perfección con las cortinas densas y negras. La elegante cama era de matrimonio, con un colchón de apariencia mullida y las sábanas grises perfectamente colocadas.

Una vez Krystian cerró la puerta, ambos se quedaron mirando unos segundos. Fue él quien se acercó finalmente y la estrechó entre sus brazos, sintiendo el calor que su cuerpo menudo desprendía. Aspiró su aroma casi como si lo hubiera necesitado para vivir y no se hubiera dado cuenta hasta ese momento.

—Se lo has dicho a Nando, ¿no? —preguntó Sandra al cabo de unos segundos. Tenía los ojos cerrados y apoyaba su cabeza contra el pecho de él.

Krystian negó con la cabeza.

—Nos vio, Sandra. Nos vio el otro día en su casa, volvió del hospital antes porque se encontraba mal.

Ella se separó de él, sin dar crédito a lo que oía. Después maldijo en voz baja.

—Oh, no, mierda. Ha sido mi culpa, fui yo quien insistió en dormir allí... —Apretó los puños, frustrada—. Lo he fastidiado todo.

Krystian negó con la cabeza.

—Nada es tu culpa, Sandra. Sabíamos lo que estábamos haciendo, decidimos arriesgarnos y... y ya está. Es mejor así, prefiero que Nando lo sepa, yo nunca había tenido un secreto que él no supiera. Y hacerlo ha sido terrible.

En sus ojos se veía lo mucho que le estaba doliendo esa situación.

—¿Te ha echado de su casa? —preguntó Sandra, componiendo un gesto de seriedad.

—No, no. Él... tiene toda la razón, he estado mintiéndole un buen tiempo. No tenía derecho a quedarme en su casa mientras le ocultaba la verdad —razonó—. He hablado con la inmobiliaria y dicen que puedo mudarme al nuevo apartamento el lunes, así que no hay problema. Me quedaré aquí hasta entonces.

Cada centímetro de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora