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Hobie pestañeó dos veces seguidas antes de acercarse a él.

—¿No vas a darme más clases? —, preguntó sin entender— ¿Por qué? —Se había preocupado un poco y era bastante obvio.

—¿Para qué quieres más clases? —Por la reacción del más alto, Pavitr se había dado cuenta de que ni siquiera había visto el examen cuando se lo entregaron— ¡Hobart Brown! ¡Sacaste la nota más alta! —dijo con emoción antes de prácticamente tirarse y abrazarlo.

Hobie lo agarró apenas sintió como se impulsaba contra él, sosteniendo su cintura para luego abrazarlo aún sin creerlo. Como si fueran dos niños comenzaron a saltar entre risas mientras se abrazaban.

Predominaba notablemente la risa del más bajito, y el de cabello afro no pudo evitar contagiarse. Le encantaba aquella risa que escuchaba por primera vez, después de todo lo que estaba pasando Pavitr en la escuela, era complicado verlo divertirse tanto, y Hobie no tuvo corazón para decirle que en realidad entendía a la perfección las matemáticas y que solo había aceptado las clases para ponerlo contento y poder pasar más tiempo con él. Porque parecía un idiota enamorado, y lo era, aunque tan solo habían pasado casi 4 meses. No le hizo falta mucho tiempo más para darse cuenta de que le gustaba.

—¡Felicidades Hobie! —Dijo aún entre risas— ¿No estás contento?

—Pavitr Prabhakar, estoy tan contento que podría besarte ahora mismo —soltó en un impulso mientras poco a poco las risas cesaban.

Aunque aún sonreían se formó un pequeño silencio mientras se miraban, Hobie se dio cuenta de sus palabras pero no dijo nada al respecto, mientras Pavitr se preguntaba si realmente lo decía en serio. La pregunta se contestó sola cuando sintió un toque suave entre sus labios, nada desesperado, incluso se podría decir que algo temeroso.

Ambos cerraron sus ojos y se dejaron llevar por el suave movimiento mientras el más bajo apoyaba sus manos en los hombros del otro chico y él tenía sus manos aún en su cintura. Pasaron solo unos segundos cuando escucharon tocar la puerta y la voz de una mujer viniendo desde afuera.

—Bajen a comer, la cena está lista —. Los chicos se soltaron como si sus manos se estuviesen quemando ante el toque del otro, asustados por el repentino ruido. Luego se escucharon pasos bajando las escaleras.

Las mejillas de ambos no podían ponerse más rojas de lo que ya estaban, así que de inmediato cuando se separaron, Pavitr fue hasta la puerta y la abrió como si buscase aire, sin decir nada, empezó a bajar las escaleras y Hobie lo siguió.

—Que gusto verte —se escuchó la voz de la abuela mientras caminaba a un paso lento y con la ayuda tanto de un andador como de la mamá del chico —. Creo que estás más alto -dijo mientras se acercaba y lo saludaba antes de sentarse en la mesa. Niyati no se veía contenta en lo absoluto y aún no entendía porqué.

—Buenas noches, tal vez si pude haber crecido —le dio la razón con una sonrisa amable mientras todos se sentaron. Hobie y Pavitr no pudieron evitar darse algunas miradas durante el transcurso de la cena, con pequeñas sonrisas.

Ninguno decía absolutamente nada sobre lo que había pasado, al menos no con palabras, porque las miradas y los suaves roces entre sus manos decían mucho más de lo que parecía. No sabían que vendría después, o si de alguna forma sería incómodo, pero realmente no pensaban demasiado en eso.

Pavitr no quería que sucediera el típico cliché de tener que compartir una cama, sin embargo por un momento había olvidado que ya no se encontraba en su anterior casa, si no que ahora vivía en Inglaterra y no tenía la habitación para invitados con la que antes solía contar. Antes de que pudiera decir nada, vio como el mayor se acostaba en la cama mientras al parecer revisaba algunos mensajes, aquello le dio a entender que el mayor de los dos parecía no sentirse incómodo ni tenía nada que evitar.

Se dio cuenta de que su mirada estaba siendo demasiado insistente cuando Hobie se la devolvió.

—Ven aquí, no muerdo —, señaló el lugar a su lado —o tal vez si, un poquito —le guiñó un ojo y soltó una suave risa.

Pavitr quedó estático. En su lugar, sin moverse.

Claro, se habían besado, pero continuaba coqueteando con él y diciéndole esas cosas, el rostro del más chico parecía a punto de explotar en mil colores.

—¿Qué pasa? ¿Quieres que te muerda? —Hobie amaba molestarlo—, es broma, ven. No haré nada que no quieras.

Esa noche no fue tan incomoda como el hindú creyó que sería, se podría decir que incluso fue más tranquilizador de lo que esperaba. Se sintió en calma junto a él, y aunque no dejaba de sentir vergüenza, Hobie tal y como había dicho, no hizo absolutamente nada.



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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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