Go to the ends of the Earth with you — Make You Feel My Love
Un nuevo día, un día en donde desde la mañana se la había pasado pegada a su hermano mayor, soltando preguntas, conociendo los motivos de porque fuma, que es lo que hace que no lo deje, como podría ayudar a alguien para que lo deje y más cosas, siendo presenciado por su otro hermano, ella quería respuestas y las obtendría, pensaría en un excelente plan, solo para tener muchas citas con él, y algo confundido su hermano mayor seguía contestando muchas cosas, hasta que llegó el momento en que se incluyo al rubio.
— Shinichiro y Mikey, pregunta, ¿Cómo sería su pareja ideal? – Ambos se pusieron a pensar pero para contestar con una pregunta aprovechó el rubio.
— No lo sé, ¿Y tú cuándo le dirás a Kōji qué te gusta? Sabes que él no entiende las indirectas, Emma, aparte de que si le dices posiblemente te lleves una sorpresa. – Y eso ilusionó a la rubia.
— ¿Por qué? ¿También le gusto? Vamos Mikey dime, así doy el paso yo y él da el paso con la pregunta, por favor Mikey, dime su secreto, dime que siente Kōji.
— Paz y tranquilidad, bueno eso diría Wakasa, dicen que me parezco a él así que hay que pensar como ese cara aburrido. – Mencionó el castaño haciendo que la rubia se tense al pensar que la había escuchado. — Si tiene un tiempo de hermanos, me retiro, sin problema. – Estaba por salir cuando la rubia lo detuvo.
— De hecho estaba esperando y reuniendo información con Shin, prepárate para acompañarme de compras. – Decía feliz la rubia saliendo con él detrás de aquella tienda, quien solo con un movimiento de mano se despidió de los hermanos mayores.
— Cincuenta de que él le pide ser su novia en una de sus citas. – Dijo el mayor extendiendo su mano.
— Acepto, pero yo apuesto sesenta a que ella se le sale que un me gustas. – El mayor aceptó, ambos apretando sus manos, sellando la apuesta.
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Dos jóvenes estaban ingresando a la biblioteca, ambos caminaron a tomar asiento, ella quería estar haciendo cosas bajo la mirada ámbar de él, pero, noto como ambos se separaron entre los libreros y cuando camino a la mesa que ellos habían elegido vio como hablaba con la bibliotecaria, quien con una sonrisa le devolvió aquella mochila le era entregada, con una reverencia él agradeció y se disculpo, así aquellos ojos miel siguieron sus movimientos sacando libros de esta para ponerlo en el carrito de libros por acomodar y caminó hacia donde estaba ella.
— Perdón, antes de ir por ti, vine a adelantar los deberes, por eso fui un poco tarde, espero no haberte hecho esperar. – Ella negó una faceta que ella amaba es ver cómo podía ser muy dedicada a la escuela. — En lo que tú haces la idea y una rutina, yo termino lo que me falta y luego si quieres vamos al lugar que quieras para que me digas tu idea y comamos algo, ¿Te parece Emma?
— Sí, prometo que mi idea hará que dejes el cigarro. – Con idea en mente él sonrió, él amaba esa faceta decidida de ella.
Él se levantó para ir por algo, haciendo que cuando vuelva, apoyó su barbilla en la cabeza de la femenina, dejando un libro a la vista de ella. — Cuando acabes, pide este libro prestado y lo lees en tu casa, es una petición de este humilde mortal, my little star. – Un apodo y un beso en la mejilla hicieron que ella quedara en shock, pensando que sería un sueño.
Pero, tenía que reaccionar, no había tiempo que perder, quería tener citas y citas con él, quería confesarle sus sentimientos y ser correspondida en una de las citas, así que, sin más despertó de su sueño y lo vio escribiendo, anotando cosas del libro, leyendo hoja tras hoja, página tras página, renglón y renglón, tenía que hacer lo mismo, sin más opción siguió con su plan de que él deje el cigarro.
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Pasaron un par de horas cuando el joven terminó, veía como ella estaba tan concentrada que no la iba a interrumpir, así que, se estiró y se recostó sobre la mesa, con pesadez en sus párpados no pudo mantenerlos abiertos por mucho tiempo, cuando él terminó durmiendo, mientras la rubia seguía juntando información y después de unos minutos termino, estaba por decirle que ya estaba listo, pero, su sorpresa fue ver cómo él dormía tan plácidamente que no tenía el valor de despertarlo.
Ella solo podía apreciar aquella imagen, sin poder evitarlo tomó unas cuantas fotos, hasta que aquel libro volvió a aparecer en su campo visual, y así aprovecho para tomarlo e ir con aquella bibliotecaria, sabía que no había una tarjeta suya en el sistema de aquella biblioteca, pero podría aprovechar en sacarla, mientras, él dormía plácidamente, camino hacía aquella señora que antes había hablado con él, señalando que venía a hacer, la mujer aceptó, pero su sorpresa fue cuando vio de qué título se trataba.
— Así que, tú eres Emma, ¿O me equivoco? – Preguntó con curiosidad la mujer, mientras, la rubia solo asintió. — Ese chico es todo un romántico, cada día que está libre viene, para leer un nuevo libro y tiene una lista que según él, son libros que le hacen pensar en ti. — Esa mujer le daba información que ella desconocía, dando una gran alegría, ella podía ser correspondida. — Bueno, solo dile a él que devuelva el libro en el día indicado, tienes dos semanas para terminarlo, espero, logres ver cómo ese muchacho te ama.
Pobre castaño , él dormía soñando que estaba en uno de sus tantos recuerdos cuando era niño que jugaba su abuelo con él, mientras que esa señora le decía todos los secretos que él le había contado por cuestiones de casualidad, ahora la rubia sabía que debía ser sincera con él, pero, la pena se adueñaba de ella y no solo eso sino que lo que esa señora le dijo podría ser falso, y ahí estaba la rubia quitando los cabellos que se tapaban los ojos de él, pasaron unas horas más ahora se estirara en su asiento el castaño.
— ¿Por qué no me despertaste linda? – Preguntó el castaño mientras se tallaba sus ojos despejando el sueño. — ¿Tienes hambre? ¿Cuánto dormí?
— Algo, y creo que dormiste como 3 horas. – Eso alertó al castaño . — Tranquilo, yo también pude dormir un poco, ahora podemos ir a comer, ya pensé y vamos a tu casa para cocinar algo.
Él solo pudo reír un poco, para tomar sus cosas y extender su mano para que ella la tomará, la rubia sin más tomó aquella mano que se volvía su paz y su caos, caminaron para salir de la biblioteca despidiéndose de aquella señora, él al ver que ella llevaba en manos el libro que le recomendó tomó este y lo guardó en su maletín dándose más seguridad de que ella se sujete bien y evite caer en el camino.
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