Capitulo 21

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Lo único que resonaba en la sala eran los tacones de la secretaria. Si quitabas las angustiadas respiraciones de los becarios, contándome a mi y a Ángel.
Hoy era el día en el cual nos dirían quienes se quedaban dentro y quienes fuera, es decir, el día decisivo.

Llevábamos dos semanas haciendo pruebas y en esas dos semanas me alejé del mundo de Youtube lo más posible. Si conseguía el trabajo, sería una de mis razones por la cual me quedaría.

- Suerte - susurró Ángel, la cual ahora tenía el pelo castaño oscuro. Se lo agradecí como acto-reflejo por el simple hecho de que mi atención estaba concentrada en la lista que sostenía la mujer rubia entre sus manos.

Por fin se quedó quieta ante nosotros y pronunció los tres nombres elegidos.

- Debora, Serena y Ángel - al escucharlos una pequeña ola de decepción me hundió. Pero en cambio me alegré por Ángel, sabía lo mucho que quería este trabajo. El cual constaba de ser relaciones públicas en una gran compañía internacional.

Durante estas semanas colaborando y trabajando juntas he podido conocerla en profundidad. Ángel en verdad era morena pero desde que descubrió como teñirse, no ha parado. Antes vivía en Francia, es originaria de allí. Le gustaba muchísimo Starbucks y siempre que la veía tenía un café. No para de moverse de un lado a otro, causa de una ligera hiperactividad. Secretamente esta enamorada de Jack, pero el ya tiene novia. Como ella dice : "Soñar es gratis" Supongo que es su lema.

La fui a abrazar y ambas nos pusimos a dar pequeños brincos de felicidad. Claro, mi felicidad por ella.

- Ojalá hubiésemos entrado las dos.

- Eso da igual, Ángel. Tú lo has conseguido. Ahora vayámonos a celebrarlo. ¿Copas o comida casera?

Optamos por copas en casa. Combinación de ambas opciones.

- Tienes que decírselo. - dijo entre risas tontas mientras hablaba con Ed. A ella el alcohol ya se le había subido a la cabeza.

- Uh... ¿Ed tiene novia? - dije interesada en el tema.

- Va a tener. Solo que no se abre.

- ¿Quién es la afortunada? - bebí de la copa de vino con delicadeza.

Ed negó con decisión. Se levantó y empezó a recoger los platos ahora vacíos, antes llenos de curry. Ángel lo persiguió hasta la cocina para poder convencerlo sin causar ninguna reacción por su parte.

Yo miraba la escena entre los dos familiares con una risa constante. Finalmente ayudé a Ed a llevar a su prima a la cama porque quería beberse otra botella de vino.

A las dos de la mañana quedamos solamente Ed y yo despiertos.

- Es Eva. La vecina de abajo. - me dijo amable con una sonrisa deslumbrante.- Pero no se si seré lo bastante valiente para decírselo.

- Claro que si Ed, seguro que le encantas. Si no, no veo sentido a sus visitas continuas - le guiñé un ojo de forma cómplice.

- Pues si yo se lo digo, tu vas a decirle lo que tengas que decirle a Caspar. - me miró enarcando una ceja. - Viene muchas veces a visitarte, nunca consigue llamar o golpear a la puerta.

Ante tal revelación me quede algo dolida por no haberlo sabido y culpable de nunca decirle nada cuando le veo.

- ¿Para qué? - dije desanimada- No creo que me quede mucho más tiempo por las tierras inglesas. No puedo tener el trabajo que quería y quiero olvidarme de todo lo relacionado con Youtube. - negué con tristeza.

- ¿Y por qué no?

Quise negarle y rebatirle de nuevo pero me paró haciéndome callar todo lo que pensaba.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo. - no pude resistirme a esa sonrisa sincera y ojos miel como cachorros.

Como nunca rompía mis promesas al día siguiente fui con Zoe hasta casa de Caspar y Joe. Mira la puerta del edificio con miedo, ¿que haría cuando me lo encontrase delante de mí? Solamente pedirle perdón y gracias.

Zoe me miraba, creo que suponía como me encontraba y por eso me agarró de la mano, para tranquilizarme.

Ya estábamos en el salón hablando con Joe cuando Caspar apareció por las escaleras. Se quedó petrificado al verme, no esperaba verme allí ni mucho menos. Balbuceó palabras sin sentido y echó una mirada furtiva a Joe el cual sonreía con actitud seria.

- Caspar - me levanté y quise mirarle a los ojos pero mi mirada se dirigió a las manos de él. Estaban manchadas de colores llamativos.

- He estado pintando - dijo disculpándose y miramos a los hermanos Sugg que fingieron no estar mirándonos - Vayamos a mi habitación...

- Gracias por haberle pegado. A Miguel. - dije al encerrarnos en su habitación. Él asintió sin levantar la mirada hacia a mí. - Y siento por haberme ido con Finn, por haberte echado de mi casa, por no haberte agradecido en su debido momento...

- Noa, por favor para. Te estoy dando pena.

- ¿Qué? ¡No!

- Lo estas haciendo. - dijo negando mientras se tumbaba en su cama. - ¿Sabes qué? Me dolió que me utilizases como herramienta de olvido. Pero cada vez que me tumbo en esta cama pienso cuando nos acostamos y lo bien que era dormir abrazado a ti. Sabes, también me acuerdo de cuando tuve las flores para ti. Y...

- Caspar, no continúes por favor.

Sin hacerme el mas mínimo caso continuó como a el le vino en gana.

- Desde entonces he ido a visitarte en secreto. Y pegué a Miguel porque te hacia daño. Porque no te quería ver mal. Me dolía cuando os veía a ti y a Finn. Y más al saber lo que hacia él. Entonces me di cuenta de que me había enamorado Noa. Enamorado de ti. -susurró lo ultimo.

No sabia donde meterme. Yo ya no quería nada con nadie y no sentía otra cosa aparte de atracción.

Lo único que se me ocurrió hacer fue abrazarle y así lo hice. Me quedé abrazada a él durante bastante tiempo hasta que el habló.

- Te quiero. -intentó besarme pero lo esquivé. No iba a confundirme.

- Y yo a ti, pero de distinta manera. - de nuevo le apareció una pequeña sonrisa tristona. - Te prometo que encontraras a alguien. -mire sus ojos verdes y bese su mejilla.

Terminada la charla y quedar como amigos (al menos por mi parte), quise volver sola a casa. Porque en verdad no quería irme a casa y en su lugar me fui a Hyde Park. Me tumbé sobre la hierba y cerré los ojos oyendo cada mínimo sonido que se podía escuchar. Hasta que una música bastante fuerte sonó a mi lado con la cual abrí los ojos y mire en tal dirección.

- No me lo creo... - reí negando y su voz grave acompañó mi risa.

- Me gusta tu pelo.

- Esta igual que siempre.

- El mío no.

- Lo se, estás aún más guapo que antes. ¿Por qué has vuelto?

- Echaba de menos algo de Londres.

- ¿Algo?

- Más bien, alguien.

- ¿Así?

- Sí. Ese alguien eres tú, Noa.

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