Prólogo: azul hielo y verde pardo

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Alanna le dice que le quedan diez minutos para salir a escena, así que se da un último vistazo en el espejo.

Es el primer día de rodaje de su primera película importante, y, aunque Volkov ha aprendido a disimular sus emociones tan bien -no sólo para actuar- que sabe que nadie se dará cuenta, por dentro está muy nervioso. Si todo sale bien, su nombre aparecerá en letras grandes en todos los periódicos tras el estreno. Si sale mal...

No puede salir mal.

Se recuerda una vez más por qué lo está haciendo, y respira hondo. Sabe lo que su madre le diría en ese momento, si estuviera con él frente a ese gran espejo y rodeada de todas esas luces.

Su madre siempre quiso actuar. Volkov recuerda ser pequeño, y escucharla recitar monólogos de películas como otros niños escucharían canciones de cuna. Recuerda cómo le contaba a Aleksandra lo mucho que disfrutaba las clases de teatro de adolescente, lo mucho que siempre quiso marcharse de Rusia y perseguir sus sueños. En esa tierra helada no había sitio para ella.

Lo habría conseguido, si hubiera podido intentarlo. Tenía la pasión, el talento y la belleza que las cámaras buscaban. Volkov lo sabe ahora y lo sabía de pequeño.

También recuerda -y desea poder olvidar- cómo se le borraba la sonrisa del rostro cuando alguno de los dos, o él o su hermana, preguntaban por qué no lo había hecho. Por qué no se había marchado lejos, abandonado ese país triste y conseguido lo que siempre había anhelado.

Porque se enamoró.

Se enamoró hasta lo más profundo de su ser de un hombre increíble que resultó ser la peor persona que jamás había conocido. Esto, ni Viktor ni Aleksandra lo sabían. Su madre siempre les decía que se había cruzado en su camino un sueño más fuerte: cuidarlos a ellos dos. Y no mentía, tan sólo omitía una parte de la historia demasiado complicada para dos niños pequeños que sólo querían que su madre cumpliera su sueño.

Cuando enfermó, ellos ya eran lo suficientemente mayores como para darse cuenta de que los sueños no se cumplen.

Volkov siempre ha sabido que a él no le gusta el cine, ni los flashes de las cámaras. En realidad, los odia. Pero no le molesta la fama, y le encanta el dinero. Bueno, no le encanta el dinero.

Le encanta la idea de ganar tanto dinero como para que el tratamiento que necesitan su madre y su hermano lo pueda pagar con lo que lleva suelto en el bolsillo del pantalón. Le encanta la idea de regalarle a su madre unas vacaciones a playas paradisíacas y así devolverle un poco de todo lo bueno que ella hizo por él. O la idea de pagarle la carrera a su hermana, y comprarle tantos juguetes a su hermano pequeño que necesite construir una habitación nueva en su casa para guardarlos todos. O mejor, comprar una nueva. O todas las que quiera, porque da igual. Porque puede.

Porque ya no les falta de nada.

Y, además de la fama y el dinero, también hubo otro motivo de peso que lo llevó a mudarse a Los Santos y hacer todo lo posible por conseguir un papel en una película que lo llevara a la fama: su madre. Sabía que era lo que más deseaba, y que lo deseaba con la misma fuerza para él. Nunca se atrevió a verbalizarlo porque siempre le costó demasiado poner en palabras sus sentimientos, pero creía que ella se decepcionaría si él desaprovechaba todas las oportunidades que ella no había tenido.

Su padre se fue una noche y no volvieron a verlo nunca más, poco después de que su hermano pequeño nfermara también. Y, a pesar de que seguían faltos de dinero, se quitaron un peso de encima al no volver a ver al hombre que les había arruinado la vida.

En Los Santos no tiene a nadie. Su hermana se quedó en Rusia, cuidando de su madre y hermano. Él está solo, pero le da igual, porque todo lo que hace lo hace por su familia. Los primeros papeles que consiguió fueron pequeños y ganó lo necesario para vivir él y enviar un poco a su casa. Después, empezó a hacerse un nombre en el mundo del cine, consiguiendo algunos papeles que le permitieron comprarse una casa grande en un barrio bueno, aún mandando casi la mitad a Rusia. Ahora, Alanna, su agente, le ha conseguido un papel protagonista en una película porque conocía al director, y él está dispuesto a hacer todo lo posible para que nadie olvide su nombre. Sabe que, si sale bien, la película será todo un éxito. Y eso significa más dinero que mandar a su hermana.

Cornelia Street [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora