Especial 1: La Marca

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Aquella semana había sido un torbellino de emociones satisfactorias, una marea de felicidad que se agitaba en su estómago

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Aquella semana había sido un torbellino de emociones satisfactorias, una marea de felicidad que se agitaba en su estómago. Estaba saliendo con Jenna, su pequeña y dulce omega la quería. Contrario a lo que siempre había creído, la gente no había dejado de lado a la menor, simplemente, habían ido acostumbrándose a su propia presencia. Caminaban tomadas de la mano como cualquier pareja, solo que ellas habían llegado al punto de ser inseparables. Todo el mundo se había acostumbrado a ver junta a la feliz pareja; ahí donde Jenna fuera, estaría Emma. Ella aprovechaba cualquier ocasión para probar los labios de Jenna, no importaba el momento y el lugar. Y Jenna no parecía estar precisamente molesta por ello. Los besos de Emma eran adictivos, sus labios en forma de corazón tan hermosos y suaves, y su boca posesiva y cariñosa. A veces, apenas eran un roce de labios, como un susurro que expresaba sin palabras todo lo que sentían. Otras, eran besos apasionados, donde sus lenguas jugaban un papel primordial, besos arrasantes que las dejaban jadeantes, ávidas de seguir probando y seguir explorando en la boca de la otra. Aquellos besos eran gritos al aire de lo mucho que se querían.

Estaban plenamente enamoradas pero, aún así, Emma no había marcado aún a Jenna como su pareja. Esa decisión no la tomaría hasta un par de días después.

Los omegas en celo nunca se cambiaban junto al resto de sus compañeros alfas y betas. Habían estrictas políticas contra la segregación de clases, pero meter a un omega en celo en un vestuario de alfas sobre estimulados por el ejercicio, era prácticamente un suicidio, no importaba lo mucho que los supresores ayudaran a camuflar el olor (que, en el caso de Jenna, no era mucho). Emma seguía ignorando en gran parte a sus compañeros de clase, por eso, no fue hasta ese momento que no prestó atención a la joven alfa que había llegado nueva aquella mañana. Se podría decir que era realmente apuesta. Desde que había llegado, todas las omegas suspiraban por ella y por su seductora sonrisa, por su larga cabellera rubia. Parecía una alfa poderosa. Kaylee era su nombre, si Emma mal no lo recordaba.

—¿Qué tal tu primer día? —preguntó Dayce, palmeando amistosamente la espalda de la recién llegada.

La chica sonrió, parecía una persona amistosa, con facilidad para relacionarse. Emma sintió arcadas.

—Genial.

—¿Has visto algo que te interese? —preguntó Savanna, moviendo las cejas sugerentemente, dando a entender que no se refería precisamente a alguna asignatura.

Las tres chicas rieron en camaradería.

—Bueno... puede ser.

—¿Y bien? ¿Quién es la afortunada? —kaylee sonrió misteriosamente.

—No sé su nombre, pero es la omega más bonita que alguna vez he visto.

La alfa parecía verdaderamente ilusionada.

intocable ⋆ jemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora