Especial 4: Familia Feliz

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—¡Tía Jenna, tía Jenna!

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—¡Tía Jenna, tía Jenna!

—¡Mamá, Mamá!

Dos pequeñas niñas de unos cinco años entraron corriendo por la puerta de la pastelería. Una era pelicastaña y alta, con mejillas regordetas y con una sonrisa enorme a la que le faltaba un diente. La otra era más menuda, pelicastaña y también con unas grandes mejillas que la hacían verse como una pequeña cosita adorable. La omega que estaba detrás de la caja salió a su encuentro y abrazó a las pequeñas con dificultad, le costaba trabajo hacerlo con su prominente embarazo.

—Hola, niñas —saludó sonriéndoles con dulzura.

—¿Puede venir John a jugar esta tarde a mi casa?

—No sé, Naomi ¿le has preguntado a tus padres?

—Papá Pers me ha dicho que sí, ahora voy a preguntarle a papá Georg.

—¿Y qué ha dicho tu madre? —le preguntó Jenna a su hija.

—Que tú mandas.

Jenna rió y negó sonriente, su esposa no tenía remedio. En ese momento, un alfa sonriente salió de la cocina con una bandeja cargada de pasteles recién ordenados.

—¡Papi! Esta tarde va a venir John a jugar a casa.

Anunció Naomi emocionada. Georgie sonrió y dejó la bandeja sobre el mostrador.

—Eso es genial, peque.

Cogió a su hija en brazos y le besó la mejilla, mientras Johnna abrazaba cariñosamente la pierna de su madre y esta le hacía mimos en el pelo.

La campanilla de la puerta sonó, anunciando la llegada de dos personas al local. Aunque ni Georgie ni Jenna habrían necesitado aquel sonido para saber que sus parejas habían llegado.

Percy entró tan sonriente como siempre.

—Estas dos pulguitas se nos han escapado, ¿ya les han contado sus planes malignos? —preguntó el omega, revolviendo el pelo de su hija y dándole un pico a Georgie, que lo tomó de la cintura y la estrechó en un abrazo, dejando a la pequeña Naomi en medio.

—¡Ay, me asfixian! —se quejó la niña y la pareja rió, besando cada una las mejillas de la pequeña.

La familia sonrió feliz.

Emma se habría detenido a contemplar la dulce escena, de no ser porque a ella la esperaba una muy similar. Su omega la esperaba sonriente, con una mano sobre su abultado vientre y con su hija mayor abrazada a su pierna.

—Mamá...

La niña que Emma cargaba entre sus brazos se revolvió y se estiró en dirección a la omega, que lo recogió y lo apoyó sobre su cadera, con cuidado de no lastimar su vientre.

Jenna besó la cabeza de la niña de un año recién cumplido, y este abrazó su cuello.

—Ey, Calíope déjame un poco, que yo también quiero —dijo Emma acercándose a su familia y besando a Jenna.

—¿Cómo estás?

—Hinchada.

—Llevas ocho meses embarazada, Jenns, ya deberías estar acostumbrada —bromeó Emma y ambas sonrieron.

Los clientes de la pastelería ya veían aquello como algo normal, la mayoría incluso acudían al local por el ambiente familiar. Muchos eran clientes habituales que acudían religiosamente a por el café y el trozo de pastel de las cinco. Que Jenna cocinara como los ángeles también ayudaba, además de que Georgie un camarero ejemplar que alegraba a la clientela con sus sonrisas kilométricas. Jenna se había negado a dejar de trabajar a pesar de su estado, no quería defraudar a sus clientes, por eso, todo el mundo en el vecindario en el que vivían y en el que se encontraba la pequeña pastelería le tenía un gran aprecio a Jenna y a su familia.

—Oye, guapo, te apetece un picnic esta tarde?

—Percy Hynes, ¿me está proponiendo usted una cita? —bromeó Georgie, haciéndose el sorprendido.

—Puede, ¿qué me dices?

—No sé, pregúntale a mi jefa.

Jenna rodó los ojos.

—Ey, bolita gigante, ¿por qué no cierran hoy antes y nos vamos todos de picnic? —sugirió Percy.

—¡Sí, picnic! —exclamaron Naomi y Johnna al mismo tiempo.

Georgie se unió al coro.

—Como si ahora pudiera decir que no. Le partiría el corazón a tu alfa grandote, y a los niños tampoco les haría gracia.

—Cómo me conoces, Jenns —dijo Georgie.

Los cuatro adultos rieron mientras los niños seguían celebrando el cambio de planes.

—Podríamos avisar al tío Isaac —propuso Johnna.

—Claro, luego lo llamamos. Aunque a lo mejor está ocupado, el último año de instituto es el más difícil.

—Hablas por ustedes dos, ¿no? —dijo Percy.

Emma rió y abrazó a Jenna por la espalda, frotando su barriga con amor y besando la marca de su unión. Se sentía plenamente feliz con su gran y bizarra familia; con la omega de sus sueños a su lado, con sus dos pequeñas hijas y la que estaba en camino, con sus dos mejores amigos. Y sonrió, porque todo era perfecto y porque no tenía que observar a Jenna desde la distancia para apreciar lo perfecta que era.

 Y sonrió, porque todo era perfecto y porque no tenía que observar a Jenna desde la distancia para apreciar lo perfecta que era

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❛❛Ya saben... Se me rompió el celular y ahora tengo que actualizar todo amontonado.

¡Muchas gracias por leer!

830 palabras escritas.
04.07.23
05:50am
Ib: haedove

Atte:
Dovie 🦢

intocable ⋆ jemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora