Al poco tiempo de ver a su bully, ex-crush (nunca lo superó, se lo quitaron, ¿Seguía siendo su crush?) Amigo de la infancia, querido, el causante de su hanahaki etc etc, se le olvidó mientras tomaba un café helado y editaba el trabajo correspondiente a Todoroki Shouto de la clase A.
El medio albino sin dudas era una persona interesante, tanto así que alguien como Izuku (cuyas aficiones últimamente se encerraban en solamente trabajos, aprendizajes, libros de entretenimiento y café) le prestó mayor detalle a cada respuesta que le propuso el niño con daddy issues.
Izuku también los tenía. Porque sí, tenía a su hermosa y asombrosa madre, sin embargo su padre brillaba por su ausencia, con aquel trabajo en el extranjero que parecía ser para toda la vida, hablando una vez al mes con su madre y causándole tristeza. Lo bueno de todo aquello es que la mujer jamás se enamoró de Hizashi y por ello no sufrió ni sufriría nunca del tenido hanahaki. Aquella maldición le tocó soportar a aquellas personas de corazón puro que se enamoraban hasta los huesos.
Y lastimosamente Izuku fue una de ellas. Pasó una mano (con las uñas mordisqueadas de pura maña) por entre sus rizos desechos. La coletita que tenía sujetando todo hacia arriba se había movido ligeramente, por lo que paró con la escritura y se entretuvo arreglando aquello. Le gustaría regresar al tiempo en el cual se cuidaba el cabello y la piel, se sentía más bonito así. Por ahora, con la piel reseca y el cabello dañado, sentía que se reflejaban su productividad, aunque no fuera así.
Llevaba un tiempo trabajando sobre el escritorio de su habitación, el trabajo estaba terminado, todos habían mandado sus partes y él las organizó te das alfabéticamente antes de imprimir. Ahora sólo miraba con curiosidad el afiche de Todoroki Shouto. Era un enigma para él, uno que quería desentrañar. Ocasionaba que su cerebro se pusiera en marcha ideando teorías locas sobre los posibles secretos que guardarán esos ojos disparejos. ¡Era lo más cercano a sentir algo!
Acomodó todo en una carpeta, asegurándose de que estuviera bien ordenado y lo metió a la mochila. La niña Pinkie pie se había encargado de decorar las hojas y que tuvieran una estética bonita. La presentación también era importante, dijo.
Cuando escuchó la puerta siendo abierta, se levantó con cuidado mientras cargaba a uno de sus gatos planta abajo. “Hola, mamá. ¿Cómo te fue?” la pregunta salió con naturalidad. El rostro (ya no tan cansado, habían pagado lo que faltaba del hospital e Inko ya no tenía que tomar horas extras, así que descansaba más) bonito de su madre se iluminó nada más ver a su retoño yendo a recibirla.
Esos pequeños momentos, cuando Inko se quitaba los zapatos e Izuku escuchaba sobre su día, eran lo más valioso para el mismo.
El peliverde ya había echo la cena. Si bien ya nada tenía sabor, las recetas nunca se le olvidaron y (aunque no fuera tan bueno como Kacchan) se defendía en la cocina.
“Hoy miré a Katsuki . Me saludó. ¿Está mal que crea que debo darle un golpe, mamá? Creo que debería de estar enojado. Habló como si nada y eso... No me gustó, asumo.” era difícil explicar cómo te sientes cuando, en realidad, no puedes sentir.
Su madre, quién en ese momento estaba lavando los platos, dejó caer con fuerza una pequeña taza que rompió en el fregadero. “¡Ah!” Izuku, sin falta exaltarse, fue a por un botiquín del cajón y con cuidado limpió y vendó la herida pequeña en la mano regordeta de su mamá.
“Oh, cariño... Yo- ¡Yo sabía que Katsuki-kun te iba a causar problemas!” los ojos de su mamá se estaban llena do de lágrimas. Oh no.
“Puedo hablar con el director y que te den la oportunidad de un intercambio a otra escuela, mi amor, no tienes por qué estar aguantando esto. Mamá lo arreglará.” Izuku le dió un besito a la palma de su mamá, antes de verla a los ojos y decir con cuidado:
“No te lo he dicho para que arregles algo, mamá. No hay nada que arreglar. Solo que... Fue raro verlo de nuevo y no sentir mariposas ni sonrojarme. Fue... Extraño. Me gusta la UA, quiero seguir en la clase E.” En ningún momento gritó, no había necesidad. Él y su mamá eran unos algodoncitos que merecían todo lo bueno.
Inko suspiró, deseaba tanto proteger a su bebé de toda la maldad del mundo, incluso cuando sabía que aquello era imposible. Proteger a los hijos de más nunca es bueno, a la larga los perjudican más puesto que se vuelven unos ingenuos, a veces inútiles (o ignorantes) así que decidió de nueva cuenta creer en Izuku. Él siempre tenía la razón al final de cuentas.
“Está bien Izuku-chan. Estaré aquí para ti, pase lo que pase jamás estarás solo, ¿Me entiendes, hijo? Apoyarte en mí está bien, justo como yo lo hago en tí.”
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dandelions || tododeku/katsudeku
FanfictionInko se sentía culpable de muchas cosas, entre ellas dejar que su pequeño retoño frágil, manipulable, sin quirk y dependiente cayera perdidamente enamorado de su amiguito de la infancia: Kacchan. No la malentiendan, ella no era en absoluto homofóbic...