La memoria muscular no servía únicamente para el cuerpo, e Izuku lo comprobó de la peor manera posible. Al arrancarle de raíz aquellos gladiolos rojos que representaban todo su amor hacia un joven que nunca lo vería de esa forma, el muchacho se vió obligado a que, acostumbrado a sentir todo de forma muy íntima, siempre, tuviera que empezar a fingir todo y no levantar sospechas.
Por supuesto, muchos creían que solamente era un chico introvertido más, tal vez un poco emo. Jamás se imaginaron lo que en realidad pasaba.
Pero Izuku había cambiado. Mucho. Y alguien como Katsuki, acostumbrado a ver siempre la bolita verde llena de luz que era el pecoso, siguiéndolo desde que prácticamente empezaron a caminar, ver de pronto que ése mismo niño ahora caminaba despacio con unos lentes cayendo por el puente de su nariz mientras tenía la misma metida en un libro y, en su otra mano algún termo, fue extraño. Ya no parecía brillar con la misma intensidad de antes.
Katsuki era alguien explosivo. Incluso su maldito cabello lo asemejaba. Él no pedía disculpas, porque nunca se equivocaba. Se creía el amo y señor del mundo puesto que fue bendecido por algún Dios benevolente con tan útil quirk. Eso, hasta que alguien igual o más poderoso que él le pudo hacer frente.
Todoroki Shouto, el maldito mitad-mitad fue el único imbécil dentro de aquella clase llena de solo lo mejor de lo mejor que le pudo hacer frente y, llegados al punto de resistencia, noquear al rubio en el campo de entrenamiento. Katsuki aceptaba eso. Aceptaba que había tipos más fuertes que él y que por eso mismo debía entrenar más para ser mejor. Pero había algo que maldita sea no iba a aceptar, no después de que el inútil de Deku haya caído en cuenta y aprendido su lugar, un lugar en el cual no correría peligro. Lo que no aceptaría y ¡Arranquen su testículo, no lo haría! Era que el insípido de Todoroki coqueteara con su Deku.
El muy maldito hablaba en voz baja con el pecoso ¡Que lo fue a buscar al puto salón! El 1E quedaba prácticamente al otro lado del edificio, y el nerd fue hasta allá a ver a ése.
No tenía idea de qué hablaban, deseaba tener el maldito quirk de orejas y ser un chismoso, pero es que no había nada de qué hablaran esos dos. Supo del proyecto extra largo de los de estrategia, siendo quien lo entrevistó una niña demasiado alta e intimidante con un quirk extraño. También supo que fue Deku quien entrevistó a aquel estúpido, pero aún así, la niña no lo volvió a buscar después de aquella entrevista, de vez en cuando iba a los entrenamientos como observadora y no le quitaba la vista mientras apuntaba como maniática en su laptop, más no le hablaba. En cambio Deku, supo por los del B que le tocó con el insoportable y odioso de Monoma y cómo el mismo pareció flechado con el pequeño Izuku y que no pararon de hablar hasta que manos largas le dió un alto.
Aún no parecía ir a ver sus entrenamientos, así que, ¿A éso venía? Y si así era, éstas eran horas de tutoría (aún si no hacían una mierda) por lo que no era horario para que el pecoso viniera explícitamente a ver al mitad mitad.
De cualquier forma él estaría preparado para cuando el pecoso fuera a ver los entrenamientos. Le enseñaría cuánto había mejorado. (Incluso si Izuku lo tenía bien presente, recibir sus explosiones por tantos años enseñaba algo). Vería entonces que el mitad mitad no era la gran cosa. Le tenía respeto como rival, pero jamás aceptaría que le quitaran a su ratón personal, no después de que se le fue devuelto cuando se lo quitaron tan injustamente.
Que sí, se pasó aquella vez. ¡Pero Izuku debía de entender que no era seguro para él perseguir su imposible sueño! Si quería que aceptara sus sentimientos, debía recapacitar y aceptar que jamás sería un héroe propiamente dicho.
¡Y lo hizo, después de tantas lecciones, lo hizo! Katsuki pensaba que Deku también creía que aquel era un buen momento para hablar de los sentimientos que Izuku tan lindamente le confesó. Es decir, ambos estaban donde debían estar. Donde era seguro estar. Por ello ya podían estar juntos, ¿No?
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dandelions || tododeku/katsudeku
FanfictionInko se sentía culpable de muchas cosas, entre ellas dejar que su pequeño retoño frágil, manipulable, sin quirk y dependiente cayera perdidamente enamorado de su amiguito de la infancia: Kacchan. No la malentiendan, ella no era en absoluto homofóbic...