A la orden

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—¡Mira, es spiderwoman, mamá!

La chica arácnida saludó con un rápido movimiento de mano a la pequeña mientras se balanceaba de edificio en edificio. Siguió hasta ver una patrulla que venía a alta velocidad, la cuál frenó al verla.

—Spiderwoman—se asoma por la ventana el oficial—, ¿necesitas refuerzos?

—Nada de eso, dejé al ladrón envuelto a un poste frente a la panadería de la calle principal—dice sacando una dona para el oficial que traía en una bolsa de pan—. Es todo suyo.

Increible, muchas gracias.

Ambos se despiden y siguen su rumbo.

Esta ciudad era demasiado tranquila, rara vez aparecía un ladrón con nulas habilidades como el que Nun acababa de atrapar sólo porque el pobre tuvo la mala suerte de asaltar la panadería que vende sus donas favoritas.

No habían villanos mutantes que codiciaran algún artefacto, pues en este lugar solo se buscaba el desarrollo tecnológico para la salud y algunos proyectos para la industria.

Entonces, ¿De dónde había obtenido sus poderes Nun?

La respuesta estaba en un trabajador de una planta de energía que su universidad había invitado para dar una conferencia, en la cuál Nun ni debía estar porque ella no estudiaba energías renovables, pero para llenar la sala los profesores metieron alumnos de todas las carreras.

—Disculpe, tiene una araña en su hombro. —Dijo Nun de lo más tranquila al expositor cuando se lo topó antes de entrar al auditorio.

El hombre se alteró y con su mano golpeó a la araña provocando que esta cayera en el brazo de Nun, quien se tensó al sentir la picadura del insecto antes de aplastarlo con la mano.

La chica se arrepintió de haber advertido al hombre que se introdujo como si nada a la conferencia y lo maldijo mentalmente.

Camino al baño a enjuagarse la picadura se encontró a su amiga Cris.

—¡Nun! ¿No vas a entrar a la conferencia?

—No quería y ahora menos, me picó una araña— dice quejándose por el ardor.

—Wow ¿Era venenosa?

—Yo creo que sí, tenía colores muy vivos.

—¿Es en serio? Vamos al hospital—dice con preocupación.

—Esa es una buena...

—¡Nun!

La chica comenzó a pedir ayuda para poder levantar a su amiga quien se había desmayado en medio del pasillo.

Aun inconsciente, Nun podía escuchar todo el caos que Cris estaba haciendo, las luces la molestaban aunque tenía los ojos cerrados y los pasos de las personas eran demasiado fuertes.

—¡Doctora Wick, por favor pida una ambulancia!

—¡Dios mío! ¿Qué le pasó?—Preguntó la doctora escolar al ver a Nun siendo cargada por tres jóvenes.

¿De verdad pesaba tanto?

—No es nada, no llame a la ambulancia, por favor—dice Nun sin alzar la cabeza—. Chicos, ya pueden bajarme, muchas gracias. Con esa fuerza van a llegar al campeonato—bromea al reconocer que eran del equipo de lucha.

Los chicos se rieron y se marcharon después de dejarla en la camilla del consultorio.

—Llamaré a tu mamá para que venga por tí y voy por tus cosas al salón— dice Cris mientras busca el contacto en el celular y la doctora le revisa los ojos a Nun con una lamparita.

—Gracias, Cris, eres un amor.

—Lo sé, ya vuelvo.

—¿Qué fue lo que te pasó?—pregunta la doctora.

—Me picó una araña, pero creo que solo me desmayé de la impresión, nunca me había picado una.

—Entonces puedes ponerte este ungüento mientras.— La doctora le desinfecta el área, destapa el tubo y le aplica un poco con guantes.

—Vaya, huele muy bien—dice Nun sarcásticamente y con cara de asco.

—Solo al principio, voy a buscar un poco de hielo, no te muevas.

Y como si le hubiera dicho lo contrario, rápidamente se paró a abrir la ventana para no oler el ungüento. Quitó el seguro y deslizó el vidrio con la palma de la mano, al querer soltarlo no pudo. Se asustó al pensar que a lo mejor lo acababan de instalar y se había quedado adherida con pegamento industrial. Hizo esfuerzo por despegarse y se fue para atrás, cayendo de pompas al suelo.

¿Qué más podría pasarle hoy?

—Eso te pasa por pararte tarde y no desayunar.

La regañaba su madre mientras conducía a casa.

—No te llevaré la contraria en esta ocasión porque tengo mucha hambre.

—Cuando contesté el teléfono estaba terminando de hacer estofado de pollo.

—Ah, qué delicia, tenía tiempo que...—La veinteañera no pudo terminar de hablar porque la piel se le enchinó y sintió una gran ansiedad. Volteó a ver a la derecha y notó que una motocicleta venía a alta velocidad sobre la siguiente calle a pesar de que ellas llevaban la preferencia. —¡Mamá, frena!

La mujer mayor presionó el freno  ante la desesperación de su hija y se quedó atónita cuando la motocicleta pasó a menos de un metro de la camioneta sin cuidado.

Las dos se miraron con impresión unos segundos antes de seguir.

El día se le había hecho corto a Nun, pero sentía que había vivido mucho en poco tiempo.

La cama se sentía muy cómoda esa noche.

Cuando consiguió relajarse repentinamente escuchó cómo su mamá encendía su luz de noche y pasaba las hojas de su libro desde su cuarto, cómo se pegaban y despegaban las patas de una lagartija al caminar en la pared y a su vecino masticar palomitas mientras veía un partido de fútbol.

¿Qué me está pasando?

Esa noche Nun no pudo descansar y cuando la alarma del celular sonó a las seis de la mañana se despertó de golpe y con el corazón acelerado.

Los rayos del sol le golpearon en la cara y molesta estiró la mano para tapar la luz un poco mientras se acostumbraba, pero tuvo una sensación extraña en su muñeca.

Cuando consiguió abrir sus ojos por completo vio un hilo blancusco que iba desde su muñeca hasta la cortina.

Dió un jalón para librarse del hilo, pero lo único que consiguió fue traerse encima el cortinero.

—No puede ser.

Volvió a acostarse aún con todo arriba de ella.

GOOD GIRLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora