Problemas

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Nun se las apañó sola para controlar sus poderes arácnidos, convertirse en una heroína y llevar una vida universitaria normal.

Todo había salido bien, por eso podía comerse tranquila una dona en el techo del edificio más alto de su ciudad.

Solo de vez en cuando la pulsera hecha con tecnología avanzada en su muñeca sonaba, como en ese preciso momento.

—¿Qué sucede, Jess?

—No hables con la boca llena, niña. —El holograma mostraba a la mujer con el ceño fruncido.

—Tú eres la que me llama en momentos como este, has tenido suerte de no llamarme cuando estoy en el baño.— Al oír eso la morena cerró los ojos y negó resignada.

—De acuerdo, solo llamaba para decirte que Miguel requiere tu presencia en su oficina. —Escuchar ese nombre hizo que Nun se atragantara aunque llevara ya dos años escuchándolo. —Lo tuyo no es disimular.

—Contigo no puedo, aunque lo haga me lees como lo hacía mi mamá.

Ante el comentario la embarazada levemente sonrió con algo de pena.

Todo había salido bien porque Nun había podido sobrellevar todo bien, incluso la muerte de su madre.

A diferencia de otros spiderman cuando se enteraron de los eventos canónicos, ella no podía siquiera intentar evitarlo, no podía luchar contra el cáncer como enemigo.

Aun si buscaba en todos los universos una cura, no podía someter a su mamá a un procedimiento más.

Por más agua que le pusiera a una flor cortada, no impediría que se marchitara.

Entonces se entregó por completo a salvar a los demás, a ayudar a la spider society a que el universo de alguien más no se destruyera. Por eso obedecía las órdenes de Miguel, por eso y tal vez porque estaba medio loquita por él.

—Sé que tú no lo haces enojar, pero ten cuidado porque Miles lo tiene estresado.

—Vaya, qué raro.

Ambas rieron y se despidieron.

La chica spider ingirió el último pedazo de su dona y abrió un portal hacia la spider society. Poniendo un pie del otro lado la llamaron con urgencia.

—¡Nun!

—Miles.

El moreno corrió hacia ella y la abrazó. Nun sintió los nervios del chico sin verle la cara.

—Seguramente Miguel te llamó.

—Y seguramente eres la razón por la que me llamó.

—Seguramente—. El moreno sonríe fingiendo inocencia y Nun lo mira con una ceja levantada. —De acuerdo, sí soy la razón. Sabes que Miguel no confía mucho en mí todavía así que fui a ayudar en una misión...

—¿Sin que él te lo pidiera?—pregunta sabiendo la respuesta.

—Así es, pero el monstruo me golpeó y abrí sin querer un portal, ahora no es uno sino dos monstruos.

—Bien, y me llamó porque...

—Porque irá a resolver el problema él mismo y sabe que si lo acompañas harás bien lo que te pida. —Eso la alagaba.

—No encuentro fallas en su lógica. —Nun pone una mano en el hombro de su amigo arácnido. —Miles, crees en ti mismo y todos creemos en ti—la mira incrédulo—, bueno todos menos Miguel, por eso no necesitas exigirte tanto y ve a tu paso. Disfruta tu tiempo, mírame a mí, podría estar comiendo mi segunda dona, pero me llamaron para ir a luchar a otro universo. ¿Cuál de las dos cosas se oye mejor?

—La dona—contesta sin dudar.

—Ahí lo tienes. —Los dos se ríen

—Gracias, Nun.

—¿Cuál gracias? Ve y cómprame unas empanadas.

—Si no fuera por el metabolismo acelerado tu estómago no estaría así de tonificado—dice Miles tocando la panza de su compañera quien lo juzgó con la mirada. La mano se quedó congelada en el mismo lugar al escuchar que alguien se aclaraba la garganta con evidente molestia. —¡Miguel!

El mencionado ignoró por completo a Miles y le hizo un ademán con la cabeza a Nun para que lo siguiera.

La chica se despidió de puño de su amigo y corrió detrás del hombre gruñón.

Nun podía caminar todo el día detrás de Miguel O'Hara solo por ver la escultural espalda que cubrían los pixeles azules y rojos.

—Probablemente Miles ya te contó lo que pasó. —Esa voz volvía hormonal a la veinteañera.  Miguel caminó hasta llegar a sus computadoras y amplió la imagen de un lagarto de cinco metros de altura y una planta carnívora que lanzaba ácido gástrico. —Vamos a devolverlos a sus casas, el lagarto no ha salido de las alcantarillas así que podemos empezar por la planta—. Los monstruos no eran tan fuertes, pero cuando el segundo apareció los Spiderman ya estaban cansados y se les había terminado la telaraña.

—De acuerdo. ¿Cuándo partimos?—Nun no necesitaba escuchar más, sabía que luchar contra esos dos era pan comido para el equipo Nunguel, o así era como los llamaba ella cuando iban juntos a una batalla, por supuesto no lo decía en voz alta porque sabía que no sonaba igual de increíble que en su mente.

—Ahora mismo.

—¿Ya comiste? Traje una dona—. La chica se acercó hasta quedar enfrente del hombre de dos metros y le mostró una bolsa de papel. Normalmente ella no se acercaría así, sin embargo, decidió coquetearle poco a poco.

—No me digas, es de azúcar.

—¡Sí! ¿Cómo lo...

Los pulmones de Nun dejaron de funcionar correctamente cuando Miguel llevó su mano a los labios de ella y los rozó con el pulgar. El momento lo vivió en cámara lenta, la manera en que tuvo que levantar la cara para poder mirar a Miguel de lo cerca que estaba y la forma en que él vio y tocó sus labios.

—Tenías azúcar—. El hombre tomó la bolsa y la guardó en uno de sus cajones mientras Nun procesaba lo sucedido. —La comeré cuando regresemos, vámonos.

El le dio la espalda para abrir un portal hacia un nuevo universo.

Estaba jodida.

A veces le parecía que a pesar de ser de gran ayuda para Miguel y obedecerlo, él le prestaba más atención a Miles, Gwen y Pavitr, incluso a Hobie que casi no hacía nada.

Aunque en esta ocasión, percibió algo más personal.

Con esperanzas de que Miguel empezara a sentir algo por ella se introdujo en el brillante portal a otra aventura.

GOOD GIRLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora