Sometimes people are beautiful. Not in looks or words. Just in what they are.

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Lava corriendo a través de su cuerpo, ardiendo a una temperatura enfermiza; así describiría Wednesday Addams aquella sensación que recorría su sistema circulatorio mientras su boca se deslizaba por el glorioso cuerpo de Enid Sinclair. Finalmente, su lengua podía lamer aquellas cicatrices que tanto le habían tentado, sus dedos podían deslizarse por los firmes músculos, su boca podía adorar sus endurecidos pezones. Su cuerpo ardía como no había ardido nunca, sudor deslizándose por su columna, pegando sus trenzas a su espalda, acelerando su respiración. La loba era arte, y la vidente deseaba recorrerla como recorría las cuerdas de su cello, sacando las más melodiosas melodías sólo con la yema de sus dedos, redescubriendo el significado del placer, perdiéndose en la locura generada por la lujuria. Si tan solo hubiese sabido que para experimentar el infierno simplemente necesitaba encontrar a Enid, y tenerla atada a su cama...la habría buscado en los confines más alejados de la tierra.

Tener a la rubia bajo su cuerpo era adictivo, y nadie le había advertido a Addams que desarrollaría tal dependencia física luego de probarla una vez, pero ya era tarde para volver atrás. Si lo último que haría antes de morir fuese ver aquel cuerpo desnudo, no tendría quejas, la loba era una diosa, y ella tenía el privilegio de tocarla...recorrerla a sus anchas, atacarla a los postes de su cama, hacerla estremecerse bajo las caricias de su boca y dedos. Cuando la vio atada a su cama... comprendió cómo se sentían aquellos que se arrodillaban en los templos, pues ella estaba dispuesta arrodillarse a adorar aquel cuerpo con total reverencia. El único motivo por el cual no olvidó sus planes y se dedicó a hundir su lengua en la ojiazul era que la idea de Sinclair mirándole, moviendo aquellas hermosas orejas lobunas mientras ella se masturbaba, enviaba escalofríos por su columna.

Temblando, con un infierno desatado en su interior y gemidos ahogados escapando de su garganta, había muerto por unos instantes, y todo había dejado de importar a su alrededor, el mundo, con todos sus defectos pasó a ser parte del pasado. Sólo el desbordante placer era real. Sólo los gemidos de la loba, quien tendida bajo ella tiraba de las sogas intentando liberarse, la mantuvo anclada al mundo. Pero el placer era demasiado, los movimientos de sus caderas agresivos...atinó a apagar el vibrador con una mano y luego su cabeza se apagó. No estaba segura de cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero cuando volvió a abrir los ojos, se encontraba recostada en el pecho desnudo de la loba, quien seguía atada a su cama, con los ojos cerrados. ¿Se había dormido en aquella incómoda posición?

- Sinclair...- la voz de la vidente sonó ronca, y ella se aclaró la garganta, negándose a aceptar qué tal ronquera era a causa de sus gemidos. - Sinclair, despierta...

La loba arrugó su ceño, negándose a despertar, murmurando "un minuto más" entre dientes y acomodando su cabeza sobre la almohada. Addams estaba por deslizarse fuera de la cama cuando notó que tenía algo en su interior, miró hacia abajo, descubriendo el dildo que minutos atrás había utilizado para follarse hasta la inconsciencia. Lentamente, lo removió, tomando una respiración profunda para no gemir cuando rozó su hinchado clítoris; con cuidado salió de la cama, sintiendo un sonrojo cubrir sus mejillas cuando el abdomen de Enid, pintado con su humedad, quedó ante sus ojos. Había dejado un desastre sobre la rubia.

- Enid...- llamó inclinándose cerca de su rostro, palmeando ligeramente su mejilla izquierda.

- Mmm...si...

- ¿Sí? - cuestionó la pelinegra, una sonrisa ligera luchando por elevar su boca.

- Mjm...

Era un cachorro adorable.

Wednesday deslizó su mano hasta las cicatrices de su rostro, trazando los contornos en silencio. Deseaba dejar dormir a la ojiazul, pero las sábanas eran un desastre, Enid era un desastre y debía liberarle de las ataduras, colocarle un ungüento para evitar que fuesen a quedar marcas. Respirando profundamente, la vidente recurrió a otra técnica, se inclinó...y atrapó el labio inferior de la rubia entre sus dientes, mordiendo hasta sacar una gota de sangre logrando que la loba abriese sus ojos de inmediato. Su mirada estaba cargada de deseo, pupilas dilatándose de inmediato.

Bloody Justiciar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora