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Han pasado ya algunas semanas desde que ___ botó a Kana de su hogar, esos días estuvo muy atenta por si la mujer volvía, pues se fue molesta y temía que quisiera tomar venganza. Pero eso no pasó y la pelinegra estába más tranquila, pues no tenía que preocuparse por ella.

— ___ nee~san... — Akiyā se acercó a su hermana que se encontraba bordando un kimono — ¿Y mamá?

La muchacha abrió los ojos por la sorpresa, aunque era obvio que en algún momento se iban a dar cuenta de que la mujer ya no se encontraba con ellos. Dejó de bordar por unos instantes para poder ver a su hermano.

— ¿La extrañas? — Preguntó mientras veía con tristeza a su menor quien apretó los labios.

— ¿Está mal... si digo que no? — Preguntó con miedo, sorprendiendo a la pelinegra que dejo a un costado el kimono que estaba arreglando — Mamá antes era buena... pero, ella cambio, se volvió mala y ya ni siquiera nos veía.

— Escucha... — Susurró mientras tomaba al niño de los hombros y lo veía a los ojos — Ella se encuentra mal... El camino que decidió tomar no era bueno, pero le he dicho que cambie... Cuando eso pase, ella vendrá.

— ¿Volverá cuando sea buena? — El pequeño Akiyā preguntó mientras la veía con un bonito brillo en sus ojos — Esperó que se mejore...

— No te preocupes por eso, Akiyā — Le sugirió mientras acariciaba sus cabellos azabaches — Anda ve a jugar un rato con Shiōko, yo terminaré este Kimono para entregarlo, luego haré el almuerzo.

— ¡Hai! — Sonrío entusiasmado el ojiverde parándose para buscar al más pequeño de los tres — ¡Nee~san! ¿Puedes hacer Dangos?

— De acuerdo — Respondió la muchacha con una sonrisa — Los haré, pero pórtense bien.

— ¡Arigato! — El pequeño salió corriendo del lugar para ir feliz a dónde estaba su hermano menor

(...)

La muchacha hace algunas horas ya había terminado de arreglar el Kimono que le habían encargado, pues ahora trabajaba bordando Kimonos y Haorīs, ya que no podía dejar a sus hermanos todo el día solos.

— ¡Akiyā, Shiōko, vengan! — Llamó saliendo a la parte trasera de su hogar, ya que los pequeños se encontraban en el patio — ¡Ya está la comida!

— ¡Ahí vamos! — Exclamó el mayor de los varones tomando la mano de Shiōko — ¡Aquí estamos Onne~san!

— Vamos a qué se laven las manos — Dijo mientras caminaba y reía al verlos despeinados — Mientras comen, iré a dejar el Kimono a la señora Hye.

— ¿Te vas a demorar? — Cuestionó el segundo hijo mientras se lavaba las manos — No quiero estar solo..

— No demorare, tranquilo — Pidió la mayor con una leve sonrisa lavando las manos del más pequeño — Vayan a sentarse.

Los varones hicieron caso a su hermana y se acomodaron en la mesa, para poder esperar que sirviera la deliciosa comida que había preparado. Cuando llegó comenzaron a comer con entusiasmo.

— Akiyā, ya vuelvo, iré a entregar el Kimono — La muchacha se levantó y cogió el kimono listo para dárselo a su dueña — Por favor, que Shiōko termine de comer, no te preocupes por los platos los lávare cuando regrese, solo no salgan cuando se oculte el sol.

— ¡Hai! — Exclamó el mayor de los niños con una sonrisa — ¡Cuídate nee~san!

— Gracias, no demoro — Dijo la pelinegra para salir de su hogar y caminar con la prenda entre los brazos — Espero...

▪︎Por Ti▪︎  || Kyōjuro Rengōku Y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora