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Cierto día a la naturaleza se le ocurrió mandar una lluvia torrencial, el viento soplaba con fuerza mientras las gotas heladas inundaban las calles. Justo ese día, una muchacha pelinegra corria con prisa para llegar a su hogar y dejar de mojarse.

— ¡Córre ____, pescaras un resfriado! — Se dijo mientras corría cubriéndose la cabeza con sus manos — ¡Ashhh!

La muchacha seguía corriendo intentando no mojarse más de los que ya estaba, sin embargo la vida tenía otros planes para ella y sin que se diera cuenta para poder evitarlo, chocó con algo fuertemente.

— ¡Itai! — Exclamó la chica un poco atontada sobándose la frente, levantó la vista y vio a un muchacho de cabellos como el fuego con una mirada preocupada completamente empapado por la lluvia aunque eso no parecía importarle — ¡Lo siento, no me di cuenta! ¿Se encuentra bien?

— ¡Yo soy el que debería disculparse! — Apunto el muchacho con una leve sonrisa haciendo una reverencia — ¿Usted se encuentra bien, señorita?

— Si, estoy bien gracias — Respondió apresuradamente con vergüenza, sentía sus mejillas colorarse por esta misma — ¿Y usted?

— ¡También, pero que descortés! — Agregó mientras hacía una reverencia nuevamente — ¡Rengōku Kyōjuro, un gusto en conocerte!

— ¡Aaaa, el gusto es mío! — Dijo apenada, pero se percató de algo muy obvio — nos estamos mojando... 

La muchacha tomó el brazo del pelifuego y lo guío debajo de una especie de carpa donde saco un pañuelo de su Kimono, bajo la atenta mirada del joven pelifuego.

— ¿Seguro que se encuentra bien? — Preguntó mientras secaba un poco su rostro — Disculpe mi atrevimiento, pero está más empapado que yo.

El pelifuego observó atónito como la joven secaba delicadamente su rostro, aquel gesto le pareció uno muy amable por lo que en sus labios apareció una gran sonrisa.

— ¡Gracias por su preocupación, me encuentro perfectamente! — Dijo mientras mantenía su rostro en las pequeñas manos de la chica — ¿Cuál es su nombre? Si me permite saberlo.

— Aaa, que vergüenza — Dijo mientras se alejaba de él y hacia una reverencia — Mi nombre es Kayūmi ____, gusto en conocerte.

— ¡Kayūmi-san, permítame acompañarla a casa! — Dijo este con una sonrisa — ¡Es lo mínimo que puedo hacer después de que se mojara más, estando parados afuera!

— ¡N-no te preocupes! — Exclamó mientras negaba con sus manos — Tu deberias ir a tu hogar para secarte, Rengōku-San.

— ¡No podría! — Negó mientras sonreía más — ¡No sin antes llevarte a tu casa!

— Pero... — Murmuró la joven al ver la lluvia que se volvía mucho más fuerte, sin embargo un trueno retumbó en los oídos de ambos provocando que la joven se asustara y saltara del susto — ¡Lo siento, tengo prisa, gusto en conocerte Rengōku-San!

Kyōjuro ni siquiera pudo reaccionar pues la joven ya estaba desapareciendo de su campo de visión. Se quedó perplejo durante un par de segundos y al reaccionar una leve sonrisa apareció en sus labios.

— ¿Cómo pudiste dejar que se fuera así sin agradecerle Kyōjuro? — Se recriminó a si mismo mientras suspiraba — ¡Si la vuelvo a ver, la acompañaré a la puerta de su casa!

(•••)

La pelinegra seguía corriendo, quería llegar a su casa cuánto antes, sin embargo en el camino, se puso a pensar y recordar que aquel joven de hace unos momentos se le hacía muy conocido.

▪︎Por Ti▪︎  || Kyōjuro Rengōku Y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora