Cuando por fin el rubio se despertó, ya estaba atardeciendo. Abrió los ojos como platos e intentó despertar al moreno.
-Kae... Despertate dale, que hemos dormido de más...
-¿Qué?
Dijo adormilado, intentando enfocar la vista en el otro.
-Mirá.
Le dijo para luego señalar la ventana, apreciando que el sol daba su última luz.
-¡Vayamos a la playa!
Con rapidez se levantó para ponerse los zapatos y tirar de la mano del otro.
Cuando llegaron, Kaeya se quedó viendo cómo el sol se escondía. Mientras que Albedo, veía al moreno, el viento hacía que su cabello volara un poco.
‐Me encanta venir acá.
Albedo sonrió y se acercó un poco más al otro. Mirando también el hermoso cielo de tonos naranjas.
-¿Te has dado cuenta de todas las cosas que hemos pasado juntos?
Kaeya miró al más bajo con una sornisa.
‐Sí, la verdad.
Dijo riendo, sintiendo las "famosas" mariposas en su estómago.
-Me gustaría comentarte algo.
El peliazul estaba nervioso, aclaró su garganta y miró al rubio.
-¡Pero no digás nada! ¡Solo dejálo pasar!
Volvió a aclarar su garganta, apartando la mirada al mar.
-Albedo, me gustás mucho, desde la primera vez que interactuamos. Desde que nos conocimos, fuiste una gran serendipia en mi vida. Gracias por haberte chocado conmigo en el pasillo, eso cambió mi vida por completo. Y la canción no era para Rosaria, la escribí solo para ti, solo que tuve que cambiar la letra...
Albedo no sabía qué responder, su estómago sentía un enorme cosquilleo y pudo sentir un enorme alivio en su interior. Se tiró encima del más alto, cayendo los dos al suelo de arena.
-¡Vos también me gustás, demasiado!
Lo abrazó lo más fuerte que podía, sacándole una risa al moreno.
-Me alegra ser correspondido.
Albedo lo miró, con lágrimas a punto de caer en sus ojos.
-N-no sabés las veces... las veces que traté de que supieras que me gustabas una banda. Las veces que lloré porque pensaba que te gustaba otra. Que no querías nada conmigo y que solo me veías como amigo...
Kaeya comenzó a reír suavemente, a Albedo ya se le caían las lágrimas. El moreno se acercó a su rostro, besando cerca de la comisura de sus labios. Después, dejó repetidas veces besos por su mejilla.
-Siempre estuve interesado en vos, desde la primera vez que vi a un chico tan lindo como vos.
Albedo no pudo evitar reír por ese comentario, estando aún en shock por su confesión y de los suaves besos de su amado. Aún conservaba las lágrimas que estaban a punto de caer, no pudo evitar soltarlas cuando Kaeya sonrió.
Una paz enorme invadió el cuerpo de Albedo, rompiendo en llanto. Abrazó más al moreno.
-Te amo, Albedo. Quiero estar a tu lado toda mi vida, en los buenos y malos momentos. Quiero verte feliz, consolarte en momentos tristes y apreciar cuando estás emocionado.
Albedo, con sus dos manos agarró su rostro y de un rápido movimiento juntó sus labios con los ajenos, formando un beso tierno.
El sol ya se había ido completamente, dejándolos a los dos bajo la luz de la luna. Un momento lindo e inolvidable para los ellos.
Kaeya llevó una mano a la mejilla del otro, acariciándola lentamente. Con esa misma mano, quitó el mechón de pelo que estorbaba.
-Sos re lindo, tremendo pibe me acabo de comer a besos.
Admitió el moreno, sacándole una risa al otro.
-Lo sé.
Los dos se descuidaron bastante, ya que comenzó a llover un poco para luego comenzar a llover peor.
Salieron corriendo de ahí lo más rápido que pudieron, tomándose de las manos.
. . . .
Algo cortito y bonito, ihh.