Los dos salieron corriendo. Kaeya por delante, tomando la mano del rubio quien estaba detrás.
Caminar por la arena era bastante complicado, imagínate corriendo...
Corrían como podían, Albedo se tropezó cayendo en la arena, arrastrando al moreno quien también cayó por su culpa.
Albedo cayó de geta a la arena, mientras que Kaeya cayó encima suyo de espaldas.
‐¡Tarado, a vos nada más se te ocurre correr en la arena!
Se quitó al otro de encima, dándose la vuelta.
‐¡Nos vamos a mojar y no me quiero bañar de nuevo!
Salieron como pudieron, yendo rápidamente a una parada de colectivo que tenía techo.
Ahí estaban los dos, llenos de arena y empapados.
Albedo con el ceño fruncido comenzó a sacudirse de toda la arena que estaba en su ropa mientras que la lluvia se intensificaba más y más.
-¿Cómo vamos a salir de acá con esta lluvia?
Preguntó Kaeya, sentándose en el banco que había.
-No sé... Pero no hay forma de que salgamos ahora.
Albedo sacó un poco la cabeza para ver si había alguien, pero las calles estaban desiertas.
-Tendremos que esperar a que esto se calme...
Albedo en un suspiro se sentó junto a Kaeya y apoyó la cabeza en su hombro. La lluvia comenzó a ser más intensa, el agua comenzaba a entrar.
Se quedaron ahí durante dos horas, la lluvia no paraba y hacía bastante frío.
‐Tenemos que volver...
Albedo armado de valor, quiso salir, pero Kaeya lo tomó del cuello de su ropa.
-¿Cómo se te ocurre salir así?
Albedo se detuvo, se dio la vuelta, mirando al moreno con cara cansada.
-¿Pretendes que nos quedemos así hasta que amanezca?
Kaeya suspiró, soltándolo.
-Ni siquiera se puede salir...
Ambos estaban congelados, mojados, cansados e impacientados. Era buena idea pedir ayuda por teléfono, pero Kaeya no tenía batería y Albedo nunca llevaba su teléfono.
Albedo estaba harto, tenía sueño y frío, así que tuvo que arriesgar incluso si el moreno no estaba de acuerdo. Así que sin pedir la opinión de Kaeya, salió de la parada comenzando a caminar rápido. Con la lluvia era difícil ver, ya que era de noche y no había casi luz de las farolas.
Kaeya le gritaba desde la parada, que se detuviera y que volviera, pero no había caso alguno. Decidió ir detrás de él, tratando de pararlo.
-¡Albedo! ¡Vení acá!
Kaeya consiguió pararlo, pero Albedo estaba de mal humor.
-Yo voy a ir por mi cuenta, si querés esperar hacelo.
Albedo con mal humor, siguió caminando, estaba furioso y cansado por la situación.
Albedo era un tipo sensible, quiere decir que cualquier situación le afectaba.
Kaeya insistió hasta que Albedo explotó, no es muy bueno controlando sus emociones.
-¡Te dije que no! Yo voy a ir por mi cuenta, dejate de joder.
Se dio la vuelta furioso, una mezcla de querer llorar, ansiedad y enfado recorrían su mente.
Por las calles era bastante difícil ver, era como si hubiera una niebla intensa pero esta vez era el agua que impide la vista.
Kaeya sin opción, decidió seguirlo a unos metros alejado de él, observando el caminar desesperado de Albedo.
Albedo tenía frío, justo en la esquina de una cuadra había un paso de peatón, se le ocurrió la idea de cruzar apresuradamente sin ver. Una luz desde lejos fue aumentando de intensidad, dando entender que algún vehículo estaba por pasar. Albedo se quedó congelado, no podía moverse, esperando un trágico final...
Sintió cómo alguien lo tomaba del brazo, tirándolo hacia atrás para luego caerse encima de alguien. Kaeya lo había agarrado justo antes de que algo malo le pasara, cayendo ambos al suelo envueltos en un abrazo.
A Albedo no le salían palabras del susto, algo tembloroso pudo reaccionar, Kaeya lo abrazaba como nunca, apretándolo en el abrazo.
Si Kaeya no lo hubiera seguido, Albedo hubiera terminado en estado grave...
-Y-yo...
Palabras temblorosas salían de la boca del rubio, sintiendo cómo cada vez el abrazo se sentía más apretado.
Estuvieron así un par de minutos, cuando por fin Kaeya se levantó con Albedo en sus brazos, lo cargó en su espalda, llevándolo por fin a casa.
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