Capítulo 8. [☑️]

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Bajo la luz tenue de la tarde, George manejaba su auto por las tranquilas calles de Liverpool. El sonido suave de una canción de los Beatles se filtraba por los altavoces, creando una atmósfera íntima en el vehículo. Ringo, sentado a su lado, miraba por la ventana, perdido en pensamientos.

-Este café es un buen lugar, ¿no crees, Ringo? -comentó George, buscando romper el silencio con una sonrisa.

Ringo asintió, pero su mirada se volvió hacia George.

-George, siento que hemos construido algo especial en poco tiempo, ¿no crees?

George asintió.

-Sí, Ringo. Es como si nos conociéramos de toda la vida.

Ringo se volvió hacia George, quien estacionaba su auto frente al café; sus ojos buscaban los del otro con intensidad cuando en auto se detuvo. La emoción creció entre ellos, como si el aire estuviera cargado de algo más que palabras.

-George, quiero que sepas que eres muy importante para mí. Nunca he sentido algo así antes.

George, conmovido por las palabras de Ringo, sintió un nudo en la garganta.

-Ringo, tú también eres especial para mí. Es increíble cómo hemos conectado en tan poco tiempo.

En ese momento, la conexión emocional se tradujo en un gesto físico. Ringo se acercó lentamente a George, y sus labios se encontraron en un beso suave pero apasionado. El tiempo pareció detenerse mientras exploraban la intensidad del momento, un beso que expresaba más de lo que las palabras podían transmitir.

Las manos de George encontraron tímidamente la espalda de Ringo, mientras las de este se posaban con delicadeza en el rostro de George. La carretera se convirtió en un escenario secundario, eclipsado por la fuerza del deseo compartido en el pequeño habitáculo del auto.

Cuando finalmente se separaron, sus miradas se encontraron, revelando una mezcla de sorpresa y complicidad. Un silencio cómplice llenó el espacio entre ellos, confirmando que algo especial había nacido en medio de sus recientes encuentros.

-Eso fue inesperado... -murmuró George, con una sonrisa tímida.

Ringo le devolvió la sonrisa, una chispa de alegría en sus ojos.

-A veces, las cosas buenas son inesperadas.

Continuaron mirándose, la complicidad entre ellos se fortalecía con cada segundo. Antes de que pudieran explorar más ese momento, una risa proveniente de la calle captó su atención. Al girar la cabeza, vieron a John y Paul, quienes caminaban tomados de la mano, compartiendo risas y gestos afectuosos frente al café. Era evidente que no ocultaban su amor, incluso en público.

Ringo y George, sorprendidos por la espontaneidad y la autenticidad de John y Paul, intercambiaron miradas, reconociendo la posibilidad de vivir su amor de manera más libre.

-¿Ves eso, George? Ellos no temen mostrar lo que sienten, independientemente de lo que piensen los demás. -señaló Ringo con una sonrisa.

George asintió, admirando la valentía de John y Paul. La conversación y los gestos románticos de la pareja crearon un ambiente de apertura y aceptación, una revelación para George y Ringo de que podrían atreverse a ser más auténticos con su amor.

-Algún día seremos así, Ringo -exclamó George- Solo hay que esperar... Esperar a que la gente entienda que no somos tan distintos a ellos.

Ringo tomó la mano de George, apretándola con suavidad.

-No tenemos que esperar, George. Lo importante es lo que sentimos aquí -dijo, tocando el pecho de George suavemente-. Si ellos pueden ser libres, nosotros también.

La mirada de George se suavizó, y su corazón latía con fuerza. Sentía una mezcla de miedo y esperanza, pero las palabras de Ringo resonaban con una verdad innegable.

-Tienes razón -respondió George, con una sonrisa que iba creciendo poco a poco.

Ringo asintió, y juntos salieron del auto. Mientras caminaban hacia el café, las risas de John y Paul los recibieron. La pareja les lanzó una mirada cómplice, como si ya supieran lo que estaba ocurriendo entre George y Ringo.

John levantó su taza de café en señal de saludo.

-¡Al fin se animan, muchachos! -dijo John con una risa alegre-. No saben cuánto hemos esperado este momento.

Paul sonrió, entrelazando sus dedos con los de John, apoyando su cabeza en el hombro de su pareja.

-No hay nada como vivir lo que uno siente -añadió Paul con suavidad.

George y Ringo se miraron nuevamente, esta vez con una decisión más firme. Entraron al café, dispuestos a compartir más que una tarde entre amigos, dispuestos a vivir su verdad, de la mano, como habían visto a John y Paul hacer sin miedo.

Una vez dentro del café, el aroma de la bebida recién hecha y el suave murmullo de las conversaciones a su alrededor los envolvieron. Se sentaron junto a John y Paul, sintiendo la calidez del ambiente y la compañía cercana. Ringo y George, todavía un poco emocionados por lo que acababa de suceder entre ellos, intercambiaban miradas cómplices mientras se acomodaban.

John golpeó suavemente la mesa con los nudillos para captar la atención de todos.

-Bueno, chicos, ya que estamos aquí y el ambiente es perfecto, creo que es hora de contarles algo -dijo con una sonrisa traviesa en los labios, mirando de reojo a Paul.

Paul sonrió y asintió, claramente consciente de lo que John estaba a punto de decir. George y Ringo se inclinaron un poco hacia adelante, intrigados.

-¿De qué hablas, John? -preguntó George, siempre curioso.

John entrelazó sus dedos con los de Paul y respiró hondo antes de soltar la noticia.

-Paul y yo hemos decidido mudarnos juntos. Nos vamos a vivir en un pequeño apartamento que encontramos en el centro de la ciudad.

Ringo abrió los ojos, sorprendido pero emocionado.

-¡¿En serio?! Eso es increíble, John. Me alegra mucho por ustedes -respondió, con una sonrisa genuina.

George también sonrió, pero su mirada reflejaba un leve atisbo de preocupación. Sabía lo que significaba mudarse juntos, era un paso grande, una señal de compromiso profundo.

-Es una decisión importante -dijo George, con un tono más reflexivo-. ¿Están seguros?

Paul, que siempre fue más reservado en cuanto a sus emociones, habló con un tono suave pero firme.

-Sí, George. Hemos estado hablando de esto durante un tiempo. Queremos algo propio, un espacio donde podamos ser nosotros mismos sin tener que escondernos o preocuparnos por lo que otros piensen.

John asintió con entusiasmo.

-Además, ya saben cómo soy. No me gusta hacer lo que la sociedad espera. ¡Voy a vivir mi vida como yo quiero! -exclamó, guiñando un ojo a Paul.

Ringo los miró con admiración, sintiendo una mezcla de felicidad por ellos y un leve nerviosismo por lo que eso podría significar para él y George. Sin embargo, también sentía una creciente inspiración. John y Paul estaban dando ese gran paso, confiando el uno en el otro, y él quería lo mismo con George.

George, leyendo los pensamientos de Ringo en su expresión, apretó su mano debajo de la mesa y le sonrió.

-Es un paso grande, pero me parece perfecto para ustedes -dijo George finalmente, sus palabras llenas de sinceridad.

-¡Exactamente! -


Dr. Harrison • Starrison • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora