Capítulo 7. [☑️]

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❤️‍🩹🕐

—No tenemos que dejar de vernos, Ringo —susurró George a su ex paciente que tomaba té en el sofá de su apartamento —Solo no podemos dejar que Andrews descubra lo nuestro.

—Odio esto —exclamó Ringo— No puedo soportarlo;  ¿Qué tiene de malo esto? Somos adultos libres de salir con quién nosotros queramos.

George le dedicó una mirada comprensiva a Ringo mientras sostenía su taza de té.

—Lo sé, Ringo, pero Andrews es un hombre con ideas conservadoras. Mantengamos esto en privado por ahora. De todas formas no quiero que afecte tu vida.

Ringo suspiró, sintiendo la injusticia de tener que ocultar algo que ambos valoraban. George se acercó a él y le acarició suavemente la mano.

—Prometo que encontraremos una manera de manejar esto. No quiero perderte, Ringo.

Impulsados por la fuerza de sus sentimientos y desafiando las adversidades, George y Ringo se acercaron lentamente el uno al otro. En un instante de sincronización perfecta, sus labios se encontraron en un beso apasionado y profundo. El sabor del té aún persistía mientras compartían ese momento, decididos a aferrarse a su conexión única, incluso si tenían que enfrentar desafíos y ocultarse del juicio de otros.

Sin embargo, la realidad volvió a ellos, y se separaron con un suspiro compartido. Ringo miró a George con intensidad, su deseo de libertad y autenticidad reflejado en sus ojos.

—George, ¿crees que podremos tocar en el café el sábado? Es un evento público, y no quiero sentir que estamos escondiéndonos.

George sostuvo la mirada de Ringo, pensativo por un momento, antes de responder con determinación.

—Sí, Ringo, podemos hacerlo. Pero debemos ser cautelosos. Allí, mostrémonos como amigos, no como lo que somos realmente. No queremos arriesgar más de lo necesario.

Ringo asintió, aceptando las condiciones impuestas por la sociedad conservadora que los rodeaba.

Mientras Ringo suspiraba, el tono del teléfono de la casa de George sonó, rompiendo el momento; Louise, la madre de George, llamó a su hijo.

—George, cariño, estoy a punto de llegar a tu casa con una amiga que quiero que conozcas. ¿Puedes recibirnos en el salón?

George, sin tener tiempo de explicar su situación, aceptó y se preparó para la llegada de su madre. Ringo, por su parte, sintió la tensión en el ambiente.

Cuando Louise entró con su amiga Sophia, una joven elegante y bien vestida, George comprendió de inmediato las intenciones de su madre. La mirada expectante de Louise dejó claro que esperaba que George y Sophia se conocieran para algo más que amistad.

—George, cariño, esta es Sophia. Sophia, este es mi hijo George. —presentó Louise, ignorando la presencia de Ringo en la sala.

Sophia sonrió con cortesía, y George respondió con educación, pero su mirada buscó a Ringo, quien observaba la escena con una mezcla de incomodidad y descontento.

La sala estaba impregnada de una tensión palpable mientras Louise continuaba hablando sobre Sophia y su familia. Ringo, siendo testigo de la escena, se sintió incómodo y fuera de lugar. La sonrisa educada de George no lograba ocultar completamente su incomodidad.

Sophia, ajena a la realidad detrás de la situación, se sumó a la conversación, compartiendo anécdotas y experiencias de su vida. Mientras tanto, Ringo, sintiéndose invisible y marginado, optó por retirarse discretamente de la sala.

El contraste entre el ambiente relajado que George y Ringo compartían momentos antes y la actual incomodidad era evidente. La madre de George, entusiasmada con la idea de una conexión romántica entre su hijo y Sophia, no notaba la creciente tensión en la sala.

Ringo observaba desde la distancia mientras Louise continuaba hablando sobre los éxitos y cualidades de Sophia. La conversación parecía alargar la eternidad, y George, atrapado en una situación que no había anticipado, buscaba una salida sin revelar la verdadera naturaleza de su relación con Ringo.

—¿Y quién es él, hijo? —Preguntó Louise señalando a Ringo sin prudencia alguna.

—Su nombre es Ringo, el es...

George titubeó por un momento; no sabía que decir; sabía que su madre era muy conservadora y no quería revelar la verdad, además, no queria que Ringo se sintiera negado.

—Soy su mejor amigo, señora Louise —interrumpió Ringo— Un placer conocerla... A usted también, Sophia.

Louise, observando a Ringo con una mirada escrutadora, pareció dudar por un instante. Sophia también miró a Ringo con curiosidad, pero su educación le impidió indagar más.

—¿Mejor amigo? —repitió Louise, arqueando una ceja—. Bueno, George, siempre es bueno tener amigos cercanos. Espero que encuentres la manera de presentarme a tus amigos más seguido.

George, aliviado por la respuesta de su madre, asintió.

—Sí, claro, madre. Definitivamente.

Sophia, mostrando una sonrisa cortés, se unió al juego.

—Será agradable conocer a más de tus amigos, George. Hasta luego, Ringo. Fue un placer.

Ringo respondió con una sonrisa amable mientras veía partir a Louise y Sophia. Una vez solos, George se acercó a Ringo con una expresión de disculpa en su rostro.

—Lo siento, Ringo. No quería que te sintieras mal.

Ringo, intentando restar importancia a la situación, le dio un suave golpe en el hombro a George.

—No te preocupes, George.

Dr. Harrison • Starrison • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora