Capítulo 10. [☑️]

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Al día siguiente, George estaba sentado en su habitación, mirando por la ventana, completamente sumido en sus pensamientos. La discusión con Ringo aún lo perturbaba. No sabía si la pelea había sido justa o si era todo demasiado confuso. Las palabras de Ringo aún resonaban en su cabeza.

El sonido del teléfono lo sacó de su trance. Levantó la mirada hacia el aparato, dudando por un momento. Al final, contestó.

—¿Hola? —su voz sonó cansada, más apagada de lo que esperaba.

—¡George! —respondió Paul con su tono alegre y despreocupado—. Hey, quería saber si tú y Ringo quieren venir al café hoy, John y yo tenemos ganas de verlos.

George apretó la mandíbula y se pasó una mano por el cabello. No tenía ganas de socializar con nadie, mucho menos con Paul después de lo ocurrido.

—Mmm... no sé, Paul —respondió, dejando que el silencio se alargara un poco más de lo que sería cómodo—. Hoy no estoy de humor.

Paul, sin embargo, no parecía darse por vencido.

—¿Por qué? —preguntó con curiosidad—. Pensé que querías salir un rato, ¿o qué? ¿Está todo bien con Ringo?

George suspiró, sintiendo una especie de incomodidad en el pecho.

—Mira, no es nada personal, pero... no tengo ganas de estar con nadie hoy —contestó, ya algo molesto. No quería hablar más de lo que estaba pasando—. Y... mejor avísale a tu amigo que no iré, ¿vale?

Paul percibió el tono cortante de George, pero antes de que pudiera responder, George ya había colgado el teléfono, con la sensación de que no era algo que quisiera seguir debatiendo.

George llegó al hospital, aún con la mente agitada por los últimos eventos, y mientras caminaba por el pasillo, notó a Min Han en la recepción. Ella lo miró y le dedicó una sonrisa cálida, acercándose con paso firme.

—Hola, Dr. Harrison —saludó Min, con un tono ligeramente juguetón. Sus ojos brillaban con una mezcla de interés y diversión—. ¿Cómo va todo?

George, un poco sorprendido por la cercanía y el tono de su voz, respondió con un leve asentimiento, tratando de mantener la calma.

George, que intentaba mantener una fachada profesional, la miró sin mucha emoción. Sabía que Min había sido mala con él pero hoy la tensión en el aire parecía diferente. No quería involucrarse en otra complicación, especialmente después de todo lo ocurrido con Ringo.

—Todo bien, Min. Un día como cualquier otro. —su tono era corto, algo más áspero de lo que hubiera querido, pero no quería dejar que la conversación se alargara más de lo necesario.

Min no pareció notar su distanciamiento. De hecho, parecía disfrutarlo.

—Vaya, parece que la presión te está afectando más de lo que pensaba. —dijo ella, dando unos pasos más cerca, con la  mirada fija en él—. Tal vez podrías relajarte un poco. No todo tiene que ser tan serio, ¿verdad?

George se sintió un poco incómodo, pero algo en el tono de Min lo hizo pensar que, tal vez, no estaba tan mal responder con el mismo tono. Se sentó en una postura más relajada y se pasó una mano por el cabello, como si reconsiderara la situación. Quizá podía jugar un poco con ella, no tanto porque le interesara, sino porque de alguna manera sentía que debía demostrar que no estaba completamente cerrado a las mujeres.

—¿Relajarme? —repitió con una leve sonrisa en los labios, observando cómo Min se acercaba más. No podía evitar que la situación lo hiciera sentir un poco tenso, pero lo disimulaba. —La verdad es que no soy de relajarme mucho, Min. La vida nunca parece dejarme hacerlo.

Min, aparentemente satisfecha por su respuesta, se acercó un paso más, sus ojos brillando con diversión. George podía notar cómo ella disfrutaba de esa pequeña tensión que creaba entre ellos.

—Quizás necesitas a alguien que te haga olvidar las preocupaciones —dijo, jugando con las palabras, buscando su reacción. Su voz estaba suave, pero había algo en ella que hacía todo más intrigante. —Alguien que te ayude a ver las cosas desde otra perspectiva.

George, consciente de lo que Min intentaba hacer, pensó que tal vez podía darle un poco de su propio juego. No iba a dejar que ella lo manipulara, pero un poco de coqueteo no le haría daño. Necesitaba convencerse a sí mismo de que aún podía estar con una mujer, que no todo era tan complicado como pensaba.

—¿Y qué, piensas que eres tú la indicada para mostrarme esa "perspectiva"? —preguntó, cruzando los brazos, pero manteniendo un tono más relajado, como si de alguna manera estuviera disfrutando el pequeño juego que se estaba formando. Su voz tenía un toque de curiosidad y desafiante, como si en realidad estuviera evaluando la situación. —No estoy seguro de que alguien como tú sea la solución, Min.

Min lo miró fijamente, y por un momento, George vio cómo su sonrisa se ampliaba ligeramente, como si hubiera logrado lo que quería. Parecía que ella estaba ganando terreno, pero también se dio cuenta de que la estaba llevando por el camino que quería, manteniendo su control.

—Nunca se sabe, George —respondió Min, su voz cargada de insinuación. —A veces las soluciones no se ven de inmediato.

George la observó un momento, sintiendo una mezcla de incomodidad y, extrañamente, una pequeña chispa de interés. Pero, al final, no dejaba de ser un juego, una distracción que no necesitaba. Su mente seguía enredada con Ringo y las decisiones que había tomado en los últimos días, y no quería perder el enfoque.

—Tal vez... —dijo con una sonrisa ligeramente forzada, buscando una salida. —Pero hoy no es el día para soluciones. Gracias por la oferta, Min, pero creo que tengo otras cosas en mente.

Min lo observó por un momento, como si evaluara su respuesta. Pareció un poco sorprendida por la forma en que George había manejado la situación, pero no parecía dispuesta a rendirse tan fácilmente.

—Entendido, Doc. Pero ya sabes dónde encontrarme si alguna vez cambias de opinión —dijo ella, dándole una sonrisa juguetona antes de alejarse.

George la miró marcharse, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Aunque le había coqueteado de vuelta, sabía que no era lo que realmente quería. Sin embargo, el simple hecho de interactuar de esa manera con una mujer lo hizo sentir que quizás no todo estaba perdido, que podía encontrar un equilibrio entre lo que sentía por Ringo y lo que se esperaba de él.

Mientras Min desaparecía por el pasillo, George se quedó allí, pensativo, preguntándose si en algún momento de su vida sería capaz de reconciliar esas dos partes de sí mismo.

Dr. Harrison • Starrison • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora