El ambiente en el hospital estaba cargado de la rutina diaria, el zumbido constante de las luces fluorescentes, los pasos rápidos de los enfermeros y las máquinas pitando de vez en cuando. George estaba en la sala de descanso, aún con la mente algo dispersa por la interacción con Min. No había sido una conversación profunda, pero el pequeño juego de palabras lo había dejado pensativo. ¿Por qué había permitido que ella lo desestabilizara un poco? Pensó que quizá necesitaba más tiempo para sí mismo, más tiempo para entender lo que realmente sentía.
De repente, un grito frenético en el pasillo lo sacó de sus pensamientos.
—¡Ayuda, por favor! ¡Es urgente!
George se levantó de inmediato y salió del cuarto, dirigiéndose al área de emergencias. Min lo seguía de cerca, con una expresión decidida en su rostro. Sin que él lo pensara, ella ya estaba junto a él, casi como si hubiera anticipado su acción.
En la entrada de emergencias, el caos ya había comenzado. Un par de enfermeros y paramédicos estaban ayudando a un hombre que había recibido un disparo en el abdomen. El hombre, en su veintena, estaba pálido, con los ojos vidriosos y el rostro sudoroso de dolor. Tenía una camiseta de rayas roja y blanca, ahora manchada con sangre. La sangre empapaba la tela y caía en gotas al suelo.
—¡Dr. Harrison! —gritó uno de los paramédicos mientras empujaba la camilla hacia la zona de urgencias. —Parece que la herida está bastante profunda. La hemorragia es considerable.
George se acercó rápidamente, con Min a su lado, observando cómo se organizaban para el procedimiento. No había tiempo que perder. Min empezó a preparar los materiales mientras George se inclinaba hacia el paciente.
—¿Puedes oírme? —le preguntó George al joven, colocando una mano sobre su brazo. El chico gimió en respuesta, sus ojos llenos de pánico.
—¿Dónde... dónde está...? —musitó débilmente el paciente, mirando alrededor.
—Tranquilo —dijo George en un tono firme pero calmado, tocándole la frente para asegurarse de que lo escuchaba. —Lo vamos a sacar de aquí, te vamos a cuidar.
Min preparaba los instrumentos de cirugía a un lado, pero no dejaba de observar la interacción entre ellos. George parecía tener una calma natural en situaciones como esta, algo que no todos podían hacer. Algo dentro de ella sentía un ligero destello de admiración por esa capacidad de control. A pesar de todo, su sonrisa juguetona de antes no se desvaneció.
—¿Cómo va todo? —preguntó Min, acercándose con una jeringa llena de sedante, los ojos fijos en George.
—Todo bajo control. Necesitamos estabilizarlo antes de entrar al quirófano. —George le lanzó una mirada rápida, notando el contacto visual durante un segundo más de lo necesario. Min mantenía una pequeña sonrisa, casi imperceptible, como si el momento tuviera algo de especial. Sin embargo, él se centró de nuevo en el paciente.
Min, entendiendo la gravedad de la situación, no insistió más. En su lugar, le dio la jeringa a George, quien la insertó con habilidad en el brazo del paciente.
—Esto te va a ayudar a relajarte un poco, ¿vale? —dijo George, intentando tranquilizar al joven, mientras observaba su reacción. —Es solo un poco de sedante.
El joven asintió débilmente, respirando entrecortadamente mientras la anestesia comenzaba a hacer efecto. El sonido del monitoreo era el único ruido constante en la sala, mientras Min y George trabajaban en conjunto. Min se movió ágilmente para preparar el equipo quirúrgico.
El tiempo pasaba lentamente mientras los médicos, enfermeros y el personal de apoyo trataban de estabilizar al joven lo mejor posible. El cuarto estaba lleno de tensión, el aire pesado por la urgencia. George y Min compartían miradas rápidas, cada uno absorto en el trabajo, pero también en ese sutil tirón de complicidad que parecía haberse formado entre ellos, una línea fina de tensión que ambos sentían pero no sabían cómo nombrar.
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Dr. Harrison • Starrison •
FanfictionHISTORIA... TERMINADA 🎀--🎀--🎀--🎀--🎀--🎀--🎀--🎀 El doctor Harrison nunca hubiera imaginado que los ataques de epilepsia ocasionados por la exposición a colores vibrantes de su nuevo paciente iban a llamarle tanto la atención. El ingeniero Stark...