Destino

2. El espejo

                        2. El espejo

El viejo lo miraba con una sonrisa burlona, como si disfrutara el des fortunio de la gente a su alrededor. Era lógico, si era el mismo viejo que hace más de un siglo le proporcionó a Sebastián todos los ingredientes para preparar la pocion del enlace destino, ahora venía y lo atormentaba con su presencia.

Lo que no era lógico era su edad, ¿Cómo era posible que siguiera vivo aún después de tanto tiempo? ¿Era inmortal acaso?

Lo observó detenidamente y pudo notar su rostro más arrugado y desagradable, entonces su cuerpo si se desgastaba; pero fuera de que parecía que tenía como 300 años, no encontraba otro indicio de que estaba en presencia de un fantasma o un poltergeist.

—Si ya terminó de tratar de comprender lo incomprendible, señor Prince, le recomiendo decirme el motivo por el cual usted ha entrado aquí

Su voz era tan carrasposa y seca que era molesta de tan sólo escucharla. Se le quedó mirando un momento más al viejo y decidió confesarle a medias su razón para estar ahí.

—Ese espejo— dijo señalándolo —¿Por qué refleja los ojos de Henry?

El aspecto serio y ceñudo de Severus no daba oportunidad a qué el otro quisiera bromear, sin embargo, el dependiente no era un hombre temeroso, si se reía de la misma muerte, que miedo podría tenerle a un pocionista que ya no sabía lo que quería en su vida.

—¿Está seguro que son de Henry?— pronunció riéndose ante la mirada confundida del profesor —me decepciona mi querido amigo, pensé que era más perceptivo

Se tocó la sien con su dedo medio de manera burlona y de pronto se dio la vuelta para disponerse a regresar a la parte trasera de la tienda.

Severus regresó a donde estaba el espejo, dispuesto a refutarle al viejo que su afirmación era correcta, pero cuando volvió a buscar en la superficie del mismo, estaba completamente vacío, y sí, estaba vacío porque ni el reflejo del pocionista se dibujaba en el cristal.

No entendía nada, ¿Acaso su mente le jugaba bromas?

Pero eso no era posible, porque el viejo confirmó que si había una mirada verde en el espejo, así que no estaba loco. Entonces, ¿a quién más conocía que tuviera unos ojos esmeralda?

Al descubrir la respuesta, casi se da un zape él mismo, Harry Potter era el dueño de esos ojos, no cabía duda.

Aunque la interrogante principal no se respondía, ¿Por qué su mirada estaba reflejada en ese espejo?. Y, ¿por qué su magia se alteraba en presencia de tal objeto?

Se giró dispuesto a ir a hablar con el viejo, incluso violando su privacidad al entrar por puertas no abiertas al público en general. Pero el anciano le metió un susto de muerte al encontrarse frente a él, con el silencio que sólo caracteriza a un fantasma.

— ¡Qué necedad suya de aparecerse tras de mí, viejo!

—Ya descifró a quien pertenecen esos ojos, ¿verdad?

—¡Por supuesto que lo hice!— elevó la voz, exasperado por ese juego estúpido —y de una buena vez me dirá que tiene que ver ese maldito espejo con Henry y conmigo

—Yo no recibo órdenes de nadie— dijo burlón —y menos de alguien que no comprendió del todo el enlace que realizó

—¿De qué está hablando, viejo loco?

—Podrá fingir que no lo sabe, pero en el fondo usted y yo sabemos que su vida se le está yendo de las manos, y tiene miedo de no poder controlar lo que puede o no puede hacer a partir de hoy