CAPÍTULO 1

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Voy caminando hacia casa por el bosque, después del día tan largo que he tenido. He suspendido naturales, para empezar, y encima hoy es mi cumpleaños y lo voy a pasar sola en mi casa, ya que mi madre, Madison como yo la llamo desde que se volvió contra mi y no paraba de defender a su novio, John (que le tengo mucho asco, por cierto), ahora mismo están es México dándose unas vacaciones, como no, pagadas por mi madre ya que él es un vago y un subnormal y no lo contratan en ninguna empresa, y yo estoy aquí aburrida, en mi 17 cumpleaños esperando por lo menos una llamada de Madison. Lo único bueno del día, ha sido que mi mejor amiga, Lydia, me a regalado un colgante del yin yang. A mí me a tocado el negro, ya que es mi color favorito y Lydia se ha quedado con el blanco. Me toco el cuello y ahí está. Lydia es en la única persona en la que puedo confiar. Ya que no tengo a nadie más. Me concentro en el camino para no perderme cuando veo como una sombra blanca que pasa a toda velocidad. Era como un destello de luz, y juraría que tenía unas alas. Meneo la cabeza y me quito ese pensamiento de la cabeza. ¿Cómo puedo haber visto algo con alas? Estaré delirando de lo cansada que estoy. Oigo pasos detrás de mí. Me doy la vuelta y, en vez de un destello blanco, veo dos que sales corriendo y se esconden detrás de dos árboles. ¿Qué me pasa? Me estoy volviendo loca. Vuelvo la cabeza y a mi derecha hay alguien vestido completamente de blanco y... ¡con alas! Salgo corriendo lo más rápido que puedo, pero ellos también van muy rápido. Pronto me alcanzarán. Me tropiezo y caigo rondando al suelo. Se me han caído todos los libros y todo al suelo. Solo me da tiempo a coger el móvil y las llaves que están al lado. Me levanto lo más deprisa que puedo, pero hay uno delante de mí, esperando. Me detengo con las rodillas dobladas y con mis manos en puños. Espero que las clases de boxeo y taekwondo que practicaba hace un año sirvieran para algo. No podía estar más asustada en ese momento. Podía visualizar mi muerte segura. Se acercarían a mí y me arrancarían la cabeza.
Poco a poco, él chico que está delante de mí, se va acercando mas y mas. Miro a todos lados y los demás también están. Se acercan hasta formar un círculo a mi alrededor. Ahora puedo verles mejor.

Son ángeles.

Su rostro es precioso, nunca había visto nada igual, salvo en Lydia, que tenía el mismo rostro. Estoy rodeada. No tengo escapatoria. Voy dando vueltas para poder ver a todos. Habrá unos cuatro chicos y tres chicas. Una de las chicas se acerca y levanta las manos como señal de que no me va a hacer daño. De todos modos, sigo teniendo las manos como puños, por si acaso. Soy una chica muy desconfiada. Se aproxima y le puedo ver el rostro perfectamente. Lydia. ¿Cómo puede ser ella?¿Cómo no pudo decírmelo nunca? Yo a ella le he contado todos mis secretos. No puede ser ella de verdad. Se pone delante de mí, y me sujeta los puños para que los relaje, y lo consigue por medio de la fuerza. ¿Cómo de repente tiene tanta fuerza? Me abre los puños y me coge de las manos.

-¿Lydia?-digo.

-Sí, Becca. Soy yo, Lydia -responde.

Me quedo muda. Es ella. Es su voz, su cara. Reconocería a mi mejor amiga en cualquier parte.

-Becca, ahora tienes que estar tranquila. Te lo voy a explicar todo, te lo prometo.

-Qué graciosa eres, Lydia. ¿Dónde está la cámara oculta?

-Becca, por favor. Esto es enserio. Si no te lo crees tócame un ala.

Se pone de lado para que pueda tocar una de sus alas. Al principio vacilo, pero al final acerco mi mano. En cuanto la toco, se mueve y aparto la mano rápidamente como si quemara, pero es todo lo contrario. Es suave, cálida y firme. Vuelvo a tocarla y ahora permanezco más tiempo. Es verdad, son reales.

-Esto tiene que ser un sueño -digo sin poder parar de tocar su ala.

-No, no lo es -dice sonriendo-. ¿Te acuerdas que el otro día fuiste al médico por que te dolía mucho la espalda? -dejo de tocarle el ala ye ella se da la vuelta para poder mirarme bien a la cara. (Es más bajita que yo, pero es preciosa.) Asiento y sigue hablando.- No te lo podía decir, por que va contra las leyes, pero te están creciendo las alas.

-¿Contra las leyes?- pregunto.

-Contra las leyes de ángeles guardianes-responde.

-¿Eres mi ángel de la guardia?¿Cómo en los cuentos?

-Tanto lees y todavía no te has dado cuenta de que todos los cuentos son reales -dice. -Supongo que no te habrás mirado la espalda esta mañana, por que sino habrías visto que tienes dos marcas rojas donde tienen que ir tus alas.

Me quedo paralizada. Es verdad que no me he mirado la espalda esta mañana, por que me habría asustado de verdad.

-Becca, te tengo que explicar muchas cosas, ya que tu madre no te las ha explicado por lo que veo.

-¿Mi madre?¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

-Mira, tu madre es uno de los ángeles más conocidos del mundo.

-¿Por qué?

-Se puede decir que tu madre es un ángel expulsado. Cometió un crimen imperdonable y fue expulsada. Ahora no tiene alas, claro.

-¿Madison, cometiendo un crimen? No me lo creo. Puede que o me lleve bien con ella, pero nunca ha hecho nada malo. Ni si quiera mata ni a las moscas.

-¿NO TE LO HA CONTADO MADISON? -dijo con cara de sorpresa.

-¿Qué no me ha contado el que?

-Ahora te lo digo. ¡No me puede creer que no te lo haya contado, forma parte de ti!

Se fue indignada andando hacia las profundidades del bosque, yo yo la seguí. No pensaba quedarme ahí sola, con los otros. Miré a un chico rubio muy guapo que iba a mi lado y me hizo un gesto poniéndose dos dedos en la frente y lanzándoles hacia el aire como si estuvieramos en el ejercito y yo fuera su capitán. Miré hacia otro lado y no pude evitar soltar una sonrisa tonta. Cuando me quise dar cuenta, supe que nos dirigíamos a mi casa.

-Hola, me llamo Ethan.

-Encantada -dije con una sonrisa de tonta.¿Por qué tenía que poner esa sonrisa siempre que un chico guapo me hablaba? Me sentía completamente idiota al hacer eso.

-Igualmente. Por si te lo preguntas, vamos a ir a tu casa a que cojas ropa para que te la puedas llevar.

-Me lo imaginaba -vale, no era muy listo.

Me adelanté un poco y fui andando con Lydia.

-¿Me vas a contar ya que se supone que no me ha dicho Madison?

Miró para atrás asegurándose de que nadie nos oyera.

-Voy a decirlo sin rodeos. Becca, eres adoptada.

Me quedé callada. Sinceramente, la mayoría de las personas dirían:" Me da igual ser adoptado/a, vosotros sois mis verdaderos padres y eso nunca cambiará", pero, sinceramente, yo me alegro de ser adoptada. Llevo años esperando este momento, aún que preferiría que me lo hubiera dicho Madison para poder mandarla a la mierda directamente yo misma.

-¿Estás bien, Becca?

-Estoy perfectamente, Lydia -respondí.

-¿No te afecta lo de ser adoptada?

-A ver, claro que me afecta. Es como si hubiera vivido una mentira toda la vida. Yo sola, con Madison. Pero saber que soy adoptada -digo meneando la cabeza-, es una de las mejores noticias. Pero, tengo una pregunta.

-Dispara.

-¿Mi madre me dio en adopción, o me alejaron de ella?

Hubo dos minutos de silencio mientras Lydia decidía como contármelo. Al final habló y dijo:

-Ya te he dicho antes que tu madre es una criminal, entonces, cuando la pillaron, te tenía a ti. Los jefes supremos decidieron, que como tu madre y tu padre eran ángeles, tú lo serías, y vivirías en el mundo humano hasta que llegara la hora de contártelo.

-¿Qué hizo mi madre?

-Quería rebelar al mundo humano que existimos, y eso es uno de los mayores crímenes.

-Oh -es lo único que se me ocurrió decir.

Entré en casa y cogí ropa, libros, mi discos, mi iPad y comida, ya que me comentaron que el viaje iba a ser muy largo. También cogí dinero, aún que me digeron que no lo iba a necesitar por que no iba a comparar nada, tenía la esperanza de que alguna vez nos dejaran volver aquí y pudiera comparar algo. Cerré la puerta con llave y la contemplé por última vez. Había vivido 17 años allí. No sé por que, pero lo echaré de menos. Esta última hora ha transcurrido muy rápido.

AngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora