Capitulo 4 La mente que nos une

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Su cuerpo era el Enjambre, cada pensamiento se ejecutaba sin dudar. Nada escapaba a su mirada, pues él lo era todo.


La sensación era tan natural como embriagadora.

Cada momento, sus acciones se volvían más coordinadas, fluían con la sincronía de un cuerpo y sus células.

Las emociones se apagaron, solo quedaba una única mente Zerg. Un hambre insaciable de evolución y expansión guiaba sus motivos, mientras una mente fría los ejecutaba con eficacia.

Su cuerpo se movió y una horda de Arañas y Cucarachas se extendió por todos los túneles.

Se dirigieron a los nidos de los otros seres en los túneles y los asesinaron, sus cuerpos quedaron tirados como alimento para la expansión del talo.

Pronto, no quedo ningún ser vivo en los túneles aparte de los zerg. Todo el Enjambre se dirigía hacia la salida, el inmenso bosque era un festín que devorarían hasta no dejar ni cenizas.

La jefa Araña que no podía salir, estaba abriendo un túnel a un lugar muy especial que había escondido.

Los Bioedificios ya se habían construido, se alzaban con una magnificencia que un humano no podría admirar. Con ellos una nueva horda se engendraba. Lista para el ataque interminable.

Cada segmento de las larvas podía separarse, sobrevivir y mutar. Utilizando esta habilidad los segmentos se separaron. De cada segmento salía un Zerguezno mientras que las arañas iniciaron a gestarse.

Una reina se incubaba en el larvario, mientras que el Superamo salía a la superficie. Por donde pasaba, liberaba talo que devoraba todo y se expandía sin cesar.

Los árboles eran derribados, la tierra crujía por el peso, y el mundo presenciaba la marcha del interminable Enjambre. El poderoso rugido en desafío presagiaba el terrible destino que se avecinaba.

Al escuchar el rugido, los animales huyeron aterrorizados. Los Zergueznos nacieron demasiado rápido y alcanzaron al grupo principal. Con su velocidad superior, no dejaron sobreviviente, cada animal que se cruzaba en su camino o huía era superado y descuartizado.

El triste bosque reaccionó al peligro, y el Enjambre pronto se encontró con un grupo de monos.

Tenían sus colas cortadas y estaban en su estado especial, los monos lanzaron ataques de inmediato. Sin embargo, sus enemigos no eran comunes; los nuevos exoesqueletos de las arañas no se inmutaron. Los Zergueznos fueron los únicos afectados, pero gracias al talo bajo sus pies, se regeneraron a una alta velocidad.

Todo tenía un costo, y el precio por la regeneración fue el robo de los nutrientes en el suelo y los árboles; casi visible a simple vista las raíces de los arboles eran devoradas y la savia succionada.

Los monos se alejaron y combinaron sus ataques. Aunque la coordinación no era tan perfecta como cuando tenían su cola, aún era buena; los ataques combinados lograban hacer algo de daño, matando a los Zergueznos que los recibían de lleno.

Las perdidas no fueron tomadas en cuenta, estaban hechos para ser desechables.

Pronto fueron suprimidos. Los monos eran distintos cuerpos intentando coordinarse, queriendo matar seres más fuertes que ellos; contrastaban con los Zerg, que eran una mente unificada con varios cuerpos poderosos.

Como era de esperarse, murieron por nuestras garras. Su fuerza y números no eran suficientes para oponerse, pero dejaron un último regalo. Antes de que nos diéramos cuenta, explotaron dispersando sus semillas, matando a varios Zergueznos.

Un pequeño grupo de Zergueznos permaneció en la zona buscando las semillas, su esencia les resultaba interesante. Una vez las encontraran, las llevarían al larvario.

El Enjambre no se movía con un objetivo en mente, pero el ataque de los monos se los dio. Ahora se dirigirían hacia el área donde Aric habia visto al grupo de árboles y monos.

Pronto serán asimilados por Enjambre.

El bosque, de alguna manera sintió su derrota e hizo su movimiento. Las raíces de los árboles drenaron los nutrientes del suelo, redirigiéndolos a los árboles con agujeros, incluso algunos árboles fueron dejados sin nada, su muerte solo era cuestión de tiempo.

En su camino se toparon con algunos arboles solitarios que los desafiaron usando todo lo que tenían pero no fué suficiente.

Su movimiento no era rápido, pues iban solo a la velocidad máxima de de las arañas. Las Cucarachas eran transportadas por ellas y los Zergueznos las custodiaban.

Mientras tanto, las tropas activaron las mejores mutaciones para la batalla. El Superamo, impulso neumático-gravitatorio que aumentaba mucho su velocidad. Los Zergueznos, sobrecarga adrenal que mejoró su velocidad de ataque. Las Cucarachas, bilis yodhídrica que incrementó su daño a unidades ligeras. Aunque las arañas eran jóvenes en el Enjambre, también tenían mutaciones; se eligió sacos hinchados, que aumenta su veneno y telaraña además de extender un poco el alcance al que lo lanzan.

Cada vez más se acercaban a su objetivo, las cosas eran demasiado tranquilas, la calma antes de la tormenta. Nadie habría imaginado que la tormenta vendría del barco.

Con el nacimiento de la reina apareció una pequeña onda en la mente colmena, no tenia ningún efecto pero fue suficiente para que Aric notara su estado y luchara por salir.

A sus órdenes mi Rey - Le dijo la Reina mientras se inclinaba, el respeto que le tenía estaba grabado en sus mismos genes.

¡ALTO!, No vayan... regresen... - Su mente luchaba por separarse, pero su conexión era profunda. Hecha para ser solo una mente. Intentar lo contrario era como saltar una cascada en lugar de fluir con la corriente.

La dificultad aumentaba cada vez más y no tenía mucha motivación para querer separarse más que seguir siendo él, mientras que la sensación de control era tan placentera, tan natural que no quería abandonarla. Era infinitamente peor que levantarse de una cómoda cama con sueño.

El cuerpo de Aric tembló violentamente hasta que se levantó y se dejó caer, estrellándose de cabeza contra el muro. Quería que el dolor lo separe por la fuerza.

No... me... puedo perder - Gruñó rechinando los dientes. Incrustó sus dedos a la pared, agarrándola con firmeza, con cada palabra golpeaba más su cráneo contra el muro. Parecía tener algo de efecto pero no era suficiente, sus fuerzas flaqueaban y su determinación disminuía mientras pequeños chorros de sangre empezaban a correr por su frente.

Y si me pierdo - Pensó entre jadeos, mientras su mente luchaba por resistir. Cada pensamiento era una batalla.

Qué cosa mala pasará, no hay nada por qué luchar - Pensó mientras su resistencia se desmoronaba. Se estaba reintegrando cada vez más al punto de poder saborear la sangre en la boca de los Zergueznos.

Un recuerdo emergió en su mente por el sabor metálico.

Una voz vívida, llena de desprecio, resonó en su mente: ¡NUNCA LOGRARAS NADA! - La furia lo consumió al recordar esas simples palabras, sus ojos se pusieron rojos y la sangre le hervía como magma en sus venas apunto de estallar. La energía psionica estalló de su cuerpo elevándose hacia el cielo, ondulaba como fuego, con sus colores cambiando como un prisma en movimiento.

¡Aaaaagggghhh! ¡CALLATEEEEEE! - La pura ira, odio y rencor que sentía por esa voz le dió la fuerza suficiente para luchar y lentamente separase, fragmento a fragmento, condensando un muro que lo divida de ese mar que lo ahogaba.

Aric jadeó fuertemente por el dolor y la experiencia.

La Reina a su lado lo empapó de un líquido curativo rojo, no era necesario pero la intención era buena.

Aric volteó a verla con unos ojos amarillos reptilianos y le agradeció.

No hay de que mi Rey.

El Rey del Enjambre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora