Las mañanas en la nueva aldea del Sonido comenzaban muy temprano, desde panaderías desprendiendo deliciosos aromas, hasta niños que corrían a la escuela para no llegar tarde. Usualmente el líder de la aldea estaría en su puesto desde que los primeros rayos del sol salen, pero en esta ocasión Shiro se encontró con la oficina vacía, y lo que más lo asombraba era que pasaron un par de horas y aún no aparecía el Uchiha.
Y todo debido a que permanecía durmiendo en el sofá con una dulce Hyuga que se aferraba a él. Durante la noche habían cambiado de posición, por lo que ahora Sasuke estaba acostado con Hinata encima de él, profundamente dormidos, y no se hubiesen despertado de no ser por un sonoro toque en la puerta principal.
El joven fue el primero en abrir los ojos, molesto por la interrupción, puesto que tuvo un buen sueño y, debido a que no sucedía a menudo, los valoraba en demasía. Sin embargo, al sentir un peso en su pecho, fue consciente de lo que había pasado, confirmado por la cabellera azulada que se esparcía por su rostro. Había dormido otra vez con Hinata, y esta vez había despertado con ella en sus brazos, lo que en su interior le agradó demasiado.
Otra vez los suaves golpes en la puerta, causando que la joven se removiera, y parpadeara un par de veces hasta que abrió sus ojos definitivamente y enfocó al hombre que abrazaba con tanta fuerza. Por un instante no reaccionó, solo se miraron en silencio, hasta que Hinata se dio cuenta de la situación en la que estaba. Para Sasuke fue asombroso ver como el sonrojo se abrió paso en las pálidas mejillas, e inconsciente llevó su mano libre, porque la otra la sostenía por la cintura, hacia una de sus mejillas para acariciarla. Suave.
-Sasuke-kun lo s-siento -Intentó levantarse, pero el Uchiha no se lo permitió.
-Eres tan suave -Murmuró sin dejar de acariciarla, provocando que Hinata se quedara embelesada mirándolo.
-Y-yo...
Tocaron nuevamente la puerta y ese sonido comenzaba a irritar al dueño de la casa. Estaban interrumpiendo un buen despertar, sin darse cuenta que ya era tarde. De mala gana tuvo que soltar a la joven, haciendo que ella se sentara en un extremo del sofá para él levantarse e ir a la puerta de su casa. Hinata lo miró desde su posición, hasta que lo perdió de vista por una pared que ocultaba la sala de estar de la entrada.
Otra vez durmió con Sasuke, y sus pensamientos rondaban sobre lo bien que se sentía estar en sus brazos.
-Eh, disculpe la molestia Sasuke-sama. Vine para la última sesión con Hinata-chan -Esa era la voz de Tsukimi. Si ella ya estaba ahí, quiere decir que durmió más de lo debido. Se avergonzó, poniéndose de pie para ir hacia ella y disculparse por haberla hecho esperar.
Cuando se acercó, notó que no solo estaba Tsukimi, sino también Akemi, con rostros sorprendidos por haber encontrado a su líder en nada más que un simple pantalón y franela, lo más cómodo que lo habían visto desde que lo conocían. Y su asombro fue mayor cuando se encontraron a su nueva amiga en el pijama que Akemi le había llevado el día anterior.
-Pasen -Sasuke habló con su usual seriedad, a lo que rápidamente obedecieron el par de visitantes.
-Buenos días Tsukimi-chan, Akemi-chan -Sonrió la Hyuga todavía sonrojada- Disculpen la demora.
Ellas no sabían que responder, puesto que los dos parecían recién despiertos, y Hinata tenía su cabello desordenado y ropa arrugada, características que se podrían mal interpretar. Akemi tenía su boca levemente abierta de la impresión, pero se recuperó cuando Tsukimi la golpeó en un costado con su codo.
-N-no te preocupes Hinata-chan -Sonrió Tsukimi nerviosa, sintiendo que habían interrumpido un momento entre ese par.
-Iré a la cocina -Las recién llegadas no sabían a qué se debía aquel comentario de su líder, pero luego se dieron cuenta que no era dirigido a ellas, sino a Hinata, quien asintió viéndolo caminar hacia la cocina.
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La Sombra del Sonido
FanfictionSus corazones se hallaron, bajo la sombra del sonido. . . Después de la guerra, a pesar de haber decidido regresar a la aldea de La Hoja, Sasuke no se sentía a gusto ni bien recibido. Era de esperarse pues había cometido muchos errores durante su vi...